❝Capítulo II❞

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CAPÍTULO II - LEVANTA SU CAMISA,  NEVRA

Nevra era alguien de paciencia limitada con los prisioneros o personas que sencillamente desobedecían ordenes a diestra y siniestra. Aquella discordia entre prisionero y guardia no era la primera que tenía, recordaba como Jamón le prohibió ser carcelero debido a que -en sus días, cuando en el CG habían guardias obligatorias de los jefes de las guardias en las cárceles - golpeó de forma salvaje a un prisionero que se había pasado un día entero gritando que Miiko era una prostituta asquerosa, que se encargaría de quemar a su madre y padre, etcétera. Y al final del día, Nevra abrió la celda y plantó más de cuatro puñetazos en la cara del tipo.

Sí, quizás se había pasado. Pero, él sujeto se lo merecía.

Al abrir las puertas de la enfermería, se encontró con Eweleïn, una elfa que lo miraba con el entrecejo fruncido y sus manos en su cadera pronunciada.

—Llegas tarde —regañó ella.

Nevra sonrió inocente y levantó su muñeca, enseñando el grillete que lo amarraba con cadenas al Daemon, aún con el bozal y las cuatro alas atadas a su espalda.

—Te traigo un regalo, Ew.

—Déjate de estupideces y entra, hay más pacientes —refunfuñó, mirando unos minutos a Leiftan sin decir nada y con aire pensativo. Antes de acceder a la zona donde se atiende, cubriendo con una cortina blanca la zona donde permanecían los pacientes descansando.

Nevra entró, halando a Leiftan quién caminaba de mala gana.

—Siéntate allí, por favor —musitó Eweleïn, que permanecía de espaldas preparando unos líquidos.

Leiftan miró el banquillo y de mala gana se sentó con las piernas abiertas y encorvado. Nevra apartó la mirada y alargó su cuello, tratando de ver la zona de los pacientes dormidos, haciendo aquella acción tan evidente, él Daemon habló.

—No está aquí.

Nevra lo miró mal, —Cierra la boca.

Leiftan, con tono desafiante, respondió —Cierrámela sí tienes huevos.

Eweleïn se volteó y miró a ambos hombres con expresión enfadada, y cuándo estos apartaron la mirada, la de cabellos lilas claros supo que había evitado un enfrentamiento innecesario y que había hecho bien. Se acercó con paso seguro a Leiftan, con una jeringa en su mano, y un algodón con bálsamo en la otra.

—No se llevan muy bien por lo que veo —expresó ella.

— ¿Deberíamos? —preguntó Leiftan alzando una ceja, su voz sonando obstruida por el bozal metálico.

—Sería ridículo solo intentarlo —farfulló Nevra, cruzando sus brazos—. Sería como sí tú y Ezarel se llevaran bien. —comparó él vampiro, arisco.

Eweleïn se encogió de hombros, hincándose en el suelo, —Levanta su camisa, Nevra —él vampiro se giró con confusión ante las ordenes de la elfa, y ella señaló obvia las manos encadenadas juntas del Daemon, las cuales le impedían hacer tal acción. Él vampiro de mala gana se hincó en el suelo.

—Ponte derecho —le ordenó y Leiftan gruñó.

— ¿Tienes que tocarme? —cuestionó fastidiado.

Nevra frunció el ceño, molesto, —Me asquea tanto como a ti, así que hagamos esto rápido. —él Daemon rodó los ojos y colocó correctamente sus hombros hacia atrás.

Él vampiro posó sus manos en el final de la camisa blanca y de rayas negras con formas geométricas que dejaban al descubierto algo de su abdomen, levántandola hasta el pecho, sosteniéndola para que no molestara a Eweleïn mientras aplicaba el bálsamo con cuidado y procedía a acercar la aguja.

—Será solo un minuto —le dijo a Leiftan ella.

—He sentido cosas peores, hazlo de una vez. —dijo como sí no le importará.

Eweleïn clavó la aguja en el abdomen, dejando pasar un líquido rosáceo en su interior. Al sacar la aguja, Eweleïn notó como a penas salía sangre, como sí el cuerpo del Daemon estuviera acostumbrado a ser herido, y eso la dejó pensativa.

La elfa frotó el algodón por la herida, levantándose, —Nevra —lo llamó, porque él parecía embobado. Este sacudió la cabeza ligeramente y procedió a bajar la camiseta del daemon.

—Bien, veré en una pantalla como reacciona ese líquido en tu sistema sanguíneo, ¿Quieres ver? —le preguntó— Supongo que querrás saber cómo funciona tu cuerpo.

Él se encogió de hombros, sosteniéndole la mirada a Eweleïn.

—Ew, ¿Sabes sí Erika ya despertó? —le preguntó impaciente Nevra.

La elfa encendió la pantalla y procedió a asentir con la cabeza, —Sí, pero enseguida me dijo que la llevara con Miiko. Disculpa, sé que querías verla primero.

Nevra sonrió, pareciendo como el color regresaba a su cuerpo, y la esperanza viéndose reflejada en su ojo. Leiftan miró de reojo aquello, más no mostró interés en comentar algo. Y se mantuvo mirando la pantalla, pues no podía ocultarlo, quería saber cómo funcionaba su sistema, quería saber cuál era su historia; aquella que el CG había destruido.

La pantalla enseñó moléculas sanguíneas de color oscuro, venas que emitían lo que parecía veneno, y el líquido rosáceo que recorría el sistema no tardó en dejar ver en la pantalla como los leucocitos del sistema sanguíneo de Leiftan lo aniquilaban. Esto provocando que la pantalla se apagara.

Unos golpes en la puerta dejaron morir el silencio que se había plantado ante aquellas imágenes. —Debe haber llegado el guardia de rutina —comentó Nevra, Eweleïn fue a abrir las puertas, dejando al vampiro y al daemon solos.

Él vampiro se hincó en el suelo, empezando a abrir el grillete que lo amarraba a Leiftan.

—Vendré por ti a las ocho, más tardar. —dijo él del parche.

—No me jodas —Leiftan lo miró, deseando que fuese mentira lo que él ya intuía.

—Que inteligente eres —musitó Nevra en forma de halago falso—, sí, vamos a compartir cuarto, y no; no es negociable. Miiko ya lo asignó así.

Él guardia de rutina entró a la enfermería, aceptando el grillete que Nevra le tendía, dejando a un horrorizado Leiftan con las quejas en la boca.

—Nos vemos en la noche —se despidió alzando su mano mientras andaba. Y al cerrar la puerta, pudo oír un grito enrabiado y lleno de ira, exclamando "¡Ven acá maldito hijo de perra!". Nevra sonrió sin mostrar sus dientes, era divertido pelear con él daemon.

***

Nevra siguió su camino a su cuarto, pasando por el lugar junto a la sala del cristal, y por pura inercia se detuvo a admirar la luz azulada de este, —No te preocupes, te vamos a proteger —murmuró decidido. Y justo cuando iba a dirigirse a su cuarto, notó, entre la cegadora luz del cristal, algo que quebró su interior y que se arrepentiría el resto de su vida de haber visto.

La kitsune se separó de la humana, acariciando con dulzura la mejilla de esta, mientras la humana de pelos cenizas sonreía y se dejaba mimar, sujetando la cadera de la jefe de la guardia brillante.

Nevra se quedó en silencio, y sintiendo como las ganas de llorar se apoderaban de él, caminó a paso veloz y desesperado a su cuarto.

Más la imagen de su jefa, la mujer a la que seguía como un perro en cada orden que daba, y la de la humana de la que se empezó a enamorar; besándose como sí el resto del mundo no existiera.

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¿Qué les parece la relación de Nevra y Leiftan en este fic? Personalmente nunca he escrito una pareja con un trato por el estilo; pero me está gustando bastante hacerlo ^^

❝ Domando A Una Bestia ❞ || Leiftan X Nevra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora