Algo Mas Grande

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De manera distraída veía por la ventana, sentado elegantemente en un elegante sillón de cuero oscuro, sostenía en una de sus manos una copa que hacía rato había quedado vacía al igual que la botella de vino que reposaba en la mesa de caoba a un lado de él. Mientras su mirada gris se centraba en algún punto lejanos sus largos dedos jugueteaban en los bordes de la copa arrancando suaves sonidos.

Era de noche, la tenue luz de la luna iluminaba vagamente el jardín, no veía nada en realidad, sus pensamientos estaban muy lejos de ahí como para poder observar la hermosura del paisaje. Los rosales bañados en esa luminosidad plateada, el reflejo del cielo estrellado en el pequeño estanque, los setos recortados formando cuidadas figuras en la magnificencia del enorme espacio verde, no le alentaban de ninguna manera.

Llevaba algunas horas sentado en el mismo lugar sin moverse, se limitaba a seguir llenando su copa cada cierto tiempo hasta que termino vaciando la botella con bastante rapidez. Había algo en el fondo de su cabeza, sin embargo, sus pensamientos seguían lo suficientemente dispersos para mantenerlo en un estado de aturdimiento.

Su mente estaba revuelta en un torbellino que comenzaba a trastornarlo, aturdiéndolo por el rumbo al que lo llevaban esos hilarantes pensamientos. Hacía mucho tiempo que no se sentía de esa manera, confundido, ciertamente enloquecido, molesto e intranquilo, procuraba en medida de lo posible mantener la tranquilidad en su vida, intentando quizás estúpidamente dejar atrás todo lo que le recordara ese pasado lleno de porquería.

Enlazo su vida a la de Astoria con el firme propósito de comenzar de nuevo, creyendo que podía tener una buena vida, era verdad que no la amaba, pero eso era lo más normal en las esferas en las que se movían, si tenían suerte quizás con el tiempo el amor surgiría y si no, serian como las tantas y tantas parejas de sangre pura que mantendrían la fachada de una familia perfecta, y tras bambalinas compasarían esa falta de amor con lujos, viajes y regalos, incluso siendo el varón tenía el derecho implícito de contar con amantes que le pudieran hacer ese tipo de vida más llevadera.

Pero había rechazado ese derecho en su afán de ser una persona nueva, no era cariñoso, pero siempre la trato bien y le dio todo cuanto quería, era caballeroso y cumplía con cada uno de sus deberes como esposo dentro y fuera de su alcoba. No la amaba, pero le quería como su compañera de vida, la respetaba y la cuidaba como a una princesa, incluso había contemplado la posibilidad de pedirle que pronto buscaran tener un hijo.

Poco a nada habían valido sus buenas intenciones, quizás hubiera sido mejor ser el maldito desgraciado que solo se preocupaba por si mismo, el que imponía su voluntad sin importarle a quien le pasara por encima, quizás así lo hubiera respetado, si no por amor, por miedo.

Al final cuando su mente estaba aturdida de pensar en la ironía que representaba que Astoria se revolcara con el estúpido de Weasley, de manera inevitable sus pensamientos cambiaban de rumbo a otros menos escabrosos, pero no menos confusos.

Porque entonces pensaba en "Ella", no podía olvidarla, ya fuera por los desagradables motivos que la llevaron a tocar a su puerta esa noche y entrar a su vida para ofrecerse a hacer un favor que ni siquiera sabía que necesitaba o porque simplemente le apetecía rememorar que fue suya sin importar las razones que la llevaron a terminar a en su lecho enredándose entre sus sabanas.

Su mundo, el mundo del gran Draco Malfoy había girado bruscamente sacando todo de balance, sabía que debía sentirse furioso por todo lo ocurrido, sin embargo, si en algún momento lo había estado ahora simplemente no se sentía de esa manera.

Claro que en el calor del momento quiso matar a los infieles, a esas ratas traidoras que mancillaron su honor, y muy probablemente lo hubiera hecho llevado por el arrebato del momento, quizás si no matarlos si descargar en ellos toda su ira y furia.

TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora