Adolph Magnus

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Un pequeño bebe de cabellos rojos dormía en los brazos de un hombre moreno que no dejaba de verlo, mientras lo hacia se preguntaba como había sido capaz de aceptar participar en algo así, esa pequeña criatura ahora estaba ante un riesgo inminente y el comenzaba a dudar.

Ahora le parecía una locura que ese amor que sentía se hubiera convertido en una obsesión que ahora ponía en riesgo la vida de un ser inocente, de ese pequeño que dormía plácidamente entre sus brazos. No podía evitar verlo y encontrar en ese bebe algunas facciones de ella.

Ese deseo de venganza y los malditos celos lo habían cegado, ahora que estaba más tranquilo lo comprendía todo, pero al parecer ya era demasiado tarde para dar marcha atrás a las cosas. No sería difícil desaparecer y desentenderse de ese sucio plan que tenía por fin vengarse y hacer sufrir a quien había amado y lo había rechazado porque decía estar enamorada de otro.

No podía simplemente irse y dejar a ese pequeño a su suerte sabiendo de lo sádico que era su socio, conociendo esos poderosos deseos de venganza que aun se agitaban en su interior, nada le importaba a ese hombre y no se tentaría el corazón para matar a ese bebe sin importar nada.

Por eso seguía ahí, oculto en una vieja casona, al cuidado del hijo de Astoria y Ronald Weasley.

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Draco se presento temprano en la mansión de los Greengrass, para su suerte Andrew no estaba, había salido al alba a resolver algunos asuntos urgente, por lo que fue recibido por la Señora Aimé.

El semblante de la mujer era pálido y lucia preocupada.

-¡Draco! -Le llamo sorprendida, no había esperado volver a ver al que había sido su yerno nuevamente en su casa.

-Buen día Aimé. -Le saludo con familiaridad sin perder la cortesía.

-Por favor toma asiento, deseas algo de beber. -Pregunto la rubia.

-Estoy bien, gracias.

-Me han dicho que deseabas hablar con mi marido.

-Así era, pero me han informado que no se encuentra en estos momentos.

-Salió muy temprano. -Admitió.

-El motivo de mi visita es delicado, no sé si esté enterada de lo ocurrido con su nieto.

-Lo sé. -Dijo con tristeza, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. -Pero no he podido ver a Astoria siquiera para consolarle y estar con ella en estos difíciles momentos. Para Andrew nuestra hija está muerta desde lo ocurrido con su matrimonio y me  ha dicho que no moverá un dedo para ayudarla a encontrar a Fred.

-Comprendo.

-¿Sabes como esta?

-Está relativamente bien, angustiada y deprimida.

-Te suplico que la ayudes Draco, por lo que más quieras. -Le rogo la mujer, sin muchas esperanzas de convencerle.

-Lo estoy intentando pero no es sencillo.  -La respuesta sorprendió a la rubia que no esperaba que el ex marido de Astoria pudiera siquiera perdonarle la traición.

Draco entendió a la perfección la mirada sorprendida de la señora Greengrass. -Lo hago por mi mujer. -Le aclaro. -Ya no tengo nada en contra de Astoria, pero si estoy aquí es porque Hermione me pidió que los ayudara a recuperar al pequeño.

-¿Granger? -Pregunto sorprendida.

-Sí, Hermione Granger es mi mujer. -Dijo lleno de orgullo.

-Entonces agradécele de mi parte, por favor. -El blondo solo afirmo con un movimiento de cabeza.

TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora