En Mis Terrenos

8.6K 621 40
                                    

Hermione se sentía una mujer nueva, una completa, por primera vez hacia las cosas en su propio beneficio, quizás pudiera sonar un poco egoísta pero esa era la verdad de la cosas, gran parte de su vida, mas después de haber descubierto que poseía magia, había hecho un sinfín de cosas motivada para satisfacer y ayudar a terceras personas, y nunca a ella misma.

Claro que eso no era algo que le hubiera pesado antes, pues había actuado conforme a sus principios, apoyando y colaborando con sus amigos para lograr  derrocar al señor tenebroso, pero la guerra había quedado atrás desde hacía algunos años y ella seguía las mismas costumbre de interponer los intereses de los demás antes que los de ella, por eso había tomado una nueva filosofía y ahora seria primero ella.

Su reciente divorcio la había llevado a revaluar su vida y ponerla es perspectiva. Tenía que madurar y sacar lo mejor aun en las situaciones difíciles, debía ser ella fuerte y asumir que no podía dar marcha atrás y que de nada valía sumergirse en lamentaciones que no la llevarían a ningún sitio.

Lo primero que había pensado cuando se enfrento a la realidad de que su marido la engañaba, le habia llevado a suponer que de alguna manera esa era su culpa, pero después de evaluar las cosas tomo otros rumbos diferentes, al final quien fallo y quien rompió los votos matrimoniales con su infidelidad había sido el pelirrojo, asi que mando al diablo sus inseguridades y se aferro a los hechos. Hermione Granger no era perfecta, pero Ron Weasley tampoco lo era, así que si ya no era feliz a su lado lo correcto era darle la cara y afrontar que todo había termina, y no meterse con otra que encima de todo era una mujer casada, esposa de su archí enemigo.

Posiblemente el destino jugaba con todos, burlándose de todo los enredos que habia causado que habían llevado a Hermione a detestar al que había sido el amor de su vida, asi como añorar a su complaciente amante que había sido su enemigo. La castaña sonrió por esos pensamientos, el elevador se había detenido en el piso en el que trabaja, la puerta se abrió para permitirle salir.

Hermione saludaba animadamente a sus compañeros de trabajo que estaban extrañados por su actitud, no recordaban ver a la jefa del departamento de Aplicación y creación de leyes mágicas tan radiante como ahora, mucho menos después de que debería estar deprimida o triste por su reciente separación. Los comentarios no se hicieron esperar, pero no era algo que le preocupara a Granger en lo absoluto.

El día laboral transcurrió con normalidad, hasta que le avisaron a la castaña que el ministro deseaba hablar con ella y que la espera en su oficina a la brevedad. No le tomo mas de 10 miutos estar frente a la puerta del despacho, la secretaria esperaba por ella y de inmediato la hizo pasar.

Dentro ya la esperaban, pero para su sorpresa el ministro no estaba solo.

-Señora Weasley. -Dijo a manera de saludo.

-Mi apellido es Granger. -Corrigió con cordialidad y una sonrisa tranquilizadora pues el ministro avergonzado se sonrojo.

-Perdone usted. -Se discupo y la chica levanto la mano para restarle importancia.

-Digame señor ministro en que puedo ayudarlos.

-Supongo que se conocen. -Pregunto el veterano señor.

-Si tenemos el placer de conocernos bien. -Hablo hasta ese momento Malfoy de manera galante y solo Hermione entendió el doble sentido de sus palabras.

-Pues bien, ahorrándonos las presentaciones entremos en materia.

El ministro le explico detalladamente a Hermione, que Malfoy estaba interesado en que sus empresas entraran en el mercado muggle,  el punto era comprar un par de negocios de ese origen para abarcar un mercado mayor y extender los negocios que poseían los Malfoy. Eso era por lo que se necesitaba de la aprobación del ministerio y en específico de alguien con conocimientos en leyes y en el mundo no mágico.

-Desea entonces que ponga a alguien de mi equipo a que trabaje específicamente en los negoción de Malfoy, para que evalué los parámetros, lineamientos y reglas a seguir. -Pregunto la castaña llegado el momento.

-Y preferiría que fuera tu Granger. -Dijo con voz ceremoniosa el rubio.

-El señor Malfoy me a solicitado que sea alguien de confianza, además de estar cabalmente capacitado, debido a las dimensiones que tendrán estás negociaciones, y quien mejor que la directora del departamento de aplicación y creación de leyes mágicas. -Prosiguió el ministro con la explicación.

-Me alaga la propuesta señor ministro pero no sé si pueda, comprenderá usted que no pudo descuidar mi trabajo en el departamento.

-Por eso no se preocupe Señorita Granger, solo de manera provisional podemos poner un remplazo en su puesto, el tiempo necesario para que usted realice lo pertinente con estas negociaciones.

Draco la miraba de manera penetrante, esperando la respuesta, Hermione sabia que toda ese asunto era solo un pretexto para disponer del mas tiempo para estar junto, y lejos de molestarla le alago que se estuviera tomando tantas molestias para lograrlo, además de que le parecía curioso que Malfoy al final estuviera dispuesto a interesarse en aquellos que alguna vez había consideraron inferiores.

-Está bien, acepto. -Dijo con una gran sonrisa y una mirada enigmática que dedico al rubio que sin que se diera cuenta el ministro le había guiñado el ojo.

 Hermione y Draco tomaron el mismo elevador para llegar al piso principal para salir del ministerio, antes de llegar a su destino el rubio la beso con intensidad pegándola a la pared, era excitante esa sensación de ser descubiertos, la acaricio con ansias sobre la ropa, apenas pudieron componerse las ropas cuando la puerta se abrió.

Salieron juntos del elevador. -Te espero en mi mansión. -Le susurro bajo para que nadie más escuchara.

-No. -Contesto determinante la castaña.

-¿¡No!? -Exclamo un tanto ofendido.

-No señor Malfoy esta vez toca en mis terrenos. -Le indico y le paso una tarjeta con la dirección de su departamento. -Puedes aparecer si te parece más cómodo. -Dijo alejándose con una sonrisa.

Eran amantes, sin ningún compromiso que les uniera, pero Hermione ya no sería tan complaciente, así que si deseaba pasar la noche con ella también tendría que poner de su parte el rubio.

Lejos de molestarse por el ímpetu de Granger, le pareció divertido esa seguridad en ella, posiblemente sería divertido e interesante visitar sus terrenos.

TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora