Fred Esta De Acuerdo

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Hermione estaba sola en una amplia habitación, amarrada en una silla, sus manos comenzaban a dolerle por la falta de circulación, estaba asustada, temerosa de lo que ese hombre sería capaz de hacerle, pero se consolaba pensando que al menos el pequeño Fred ya estaría en brazos de su madre y que quizás con un poco de suerte tarde o temprano atraparían a Andrew

Por algún motivo siempre que nos encontramos  en situaciones difíciles pensamos en todo lo que no hemos hecho aun y debimos hacer, en todas esas cosas que debimos de haber dicho y que no dijimos, Granger no era la excepción.

Pensaba en él, en Draco, en todas las noches que pasaron juntos, en todos los momentos buenos y malos por los que atravesaron, pensaba en todas las platicas que habían mantenido, los almuerzos, comidas y cenas que compartieron y a pesar de todo también pensaba en todas esas cosas que debió decirle y no le dijo por miedo o quizás porque creía que tendría tiempo para decírselo después. Y ahora quizás no tendría la oportunidad y de algún modo es hasta entonces que se da cuenta lo tonta que ha sido por callar sus sentimientos.

Ya no tendría siquiera el consuelo de haberle contado de sus sentimientos, de sus anhelos de ser madre y que él fuera el afortunado padre. Ella quizás nunca conocería el amor maternal ni sabría lo que era amamantar a un pequeño y cobijarlo entre sus brazos, ahora solo se contentaba con imaginar lo que hubiera sido, una vida donde tuviera la oportunidad de cumplir todos esos sueños rotos de tener una familia, un marido amoroso que la cuidara, como Draco y un pequeñín o dos como Fred.

Su cabello castaño caía despeinado por sus hombros y un par de mechones se pegaron a su rostro debido a las lagrimas, estaba llorando, no por miedo, lloraba por todo lo que pudo ser y no fue, por todas esas oportunidades que dejo escapar y que ya nunca tendría.

Pero no debía de darse por vencida, lo sabía, ahora más que nunca debía ser fuerte y mantener la cabeza fría, para pensar como saldría de ese embrollo. A esas horas ya  se habrían dado cuenta de que había desaparecido, tenía que tener confianza de que la encontrarían, de que llegarían a tiempo.

Después de todo no había sobrevivido a una guerra para terminar de esa manera, muerta a manos de un hombre loco de celos y con sed de venganza.

En la habitación contigua Andrew tomaba Whisky, se llevaba el vaso apresuradamente a los labios y de un solo trago se bebía su contenido, para después llenarlo de nuevo y continuar bebiendo desesperadamente, necesitaba calmarse de algún modo y dado que nadie sabía de su escondite se sentía confiado.

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Los papeles se habían invertido ahora era Malfoy quien se hallaba sumido en la desesperación, sentado en un viejo sillón donde desentonaba su presencia aristocrática, tenía el rostro oculto entre sus manos  y de vez en vez las pasaba entre sus cabellos con nerviosismo.

Estaba en la madriguera rodeada de pelirrojos que lo observaban atentamente desconcertados y aun incrédulos de verlo de esa manera. Esa mascara minuciosamente creada para no mostrar sus emociones se había caído y ahora permitía que vieran a Draco el ser humano que sufre y padece al igual que cualquier mortal.

Ahí en esa sala no era el poderoso millonario, el déspota, el vanidoso, ese narcisito muchacho de lengua filosa que profería insultos a los menos afortunados, ahora ante ellos tenía al hombre de carne y hueso que estaba al borde de la locura por no encontrar a su mujer, a su amada.

Harry y Ron se mantenían a una distancia prudente cada uno sumido en su propia desesperación, Hermione era alguien importante en su vida, una gran mujer a la que amaban quizás de forma distinta pero al final no podían soportar la sola idea de perderla.

Astoria llevaba sobre sus hombros una gran carga, a esas alturas ya la habían puesto al tanto de la situación que había desatado todo, aun tenía los ojos enrojecidos de todo lo que había llorado, primero por la angustia que sentía por no tener a Fred a su lado, después porque se había enterado que de alguna manera su vida era una  mentira, que al que había considerado su padre no solo no lo era, si no que además había sido el actor intelectual del secuestro de su hijo.

Sumado a todo ahora tenía que afrontar que al que había considerado su padre la odiaba a ella y a su hijo y quería causarles daño para vengarse de su madre, de ese desliz que había provocado su nacimiento.

Se sentía avergonzada y culpable de lo que estaba pasando, ver a Draco sufrir de esa manera incrementaba el peso sobre sus hombros, después de todo Granger estaba en peligro por intentar ayudarles, por proteger a su bebe y traerlo de vuelta. Sabía muy bien que de no ser por ella Draco jamás habría excedido a ayudarles.

-Lo siento. -Susurro Astoria sentándose al lado de Malfoy con Fred en brazos.

Draco descubrió su rostro abatido, sus ojos grises mostraban todos esos sentimientos que se había negado a aceptar no dijo nada pero era claro que ya no le guardaba ningún resentimiento por el pasado y no la hacía responsable de lo presente.

-En verdad lo siento, perdóname. -Astoria no solo pedía perdón por el reciente secuestro de Granger, pedía perdón por haberle fallado, por su egoísmo cuando quería que todo girara en su persona, por no haber sido clara y enfrentado las cosas antes de que llegaran tan lejos. Ahora tenía una familia a la que amaba más que a nada en el mundo, pero se había equivocado demasiado causándole daño y causándoselo a si misma.

Quizás no era el mejor momento, ni el lugar adecuado para disculparse, pero había esperado tanto por hacerlo que aunque sabía que no merecía su perdón y que posiblemente la mandara al diablo necesitaba por fin decirlo.

Malfoy la miro largamente sin pronunciar palabra, su primer impulso ciertamente era mandarla al diablo, no porque aun conservara todo ese resintiendo y amargura por su traición, si no porque muy en el fondo y a pesar de saber que no era su culpa no podía dejar de pensar que por ayudarle ahora Hermione estaba en riesgo.

Pero fue entonces que Fred se removió entre los brazos de su madre estirándose para estirar sus manitas e intentar tocar a Draco.

-Quiere que lo cargues. -Dijo Ron con cautela viendo sorprendido como su hijo comenzaba formar un adorable puchero para llamar la atención del renuente rubio que se resistía a cargarlo por su falta de experiencia.

-Cárgalo. -Le dijo Astoria acercándolo y Draco lo tomo con torpeza.

Una carcajada divertida salió de la garganta de Fred después de lograr su objetivo y comenzó a jugar con mechones del cabello rubio platinado de Draco que estaban sobre su cara. Sus pequeñas manos se movían con curiosidad sobre su rostro, él solo lo dejaba hacer lo que quisiera.

Era reconfortante sentir sus manitas ir de un lado a otro sobre sus cara, quizás le parecía curioso el color de su cabello o la palidez de su piel dado que era tan diferente a los miembros de su familia, pero fuera cual fuera el motivo, Draco cerró los ojos y lo estrecho contra su cuerpo. Fred se quedo quieto sin quejarse y se acomodo sobre su pecho escuchando el latido rítmico de su corazón.

-Supongo así tenia que ser. -Dijo con simpleza abriendo los ojos y encogiéndose de hombros, liberando al mismo tiempo  a Fred un  poco del abrazo estrecho.

Así tenía que ser... Se repitió mentalmente Astoria sonriendo ligeramente y a su vez las palabras llegaban a Ron como una bocanada de aire fresco. Ese era quizás el perdón que nunca había esperado ninguno de los dos por parte de Malfoy, pero sin duda esas simples palabras eran liberadoras.

-La vamos a encontrar. -Prometió Ron mirando por primera vez a los ojos a Draco.

-Claro que la encontraremos. -Replico el rubio con renovado ánimo aun cobijando al pequeño Fred entre sus brazos.

Una nueva risa se dejo escuchar como una armoniosa melodía, Fred aplaudía y reía a la vez, tal vez intentando decirles que estaba de acuerdo.

TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora