Te Amo

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Mientras las puertas eran abiertas con sigilo y se adentraban en aquella casa, Draco tenía el corazón acelerado, en su mano empuñaba la varita y a pesar de la firmeza reflejada en su rostro y de esa actitud segura que siempre lo caracterizaba, sus miedos estaban presentes conforme se adentraba en esas paredes. Tenía miedo de lo que encontraría adentro, temía llegar demasiado tarde y solo imaginarlo lo ponía mal.

La señora Grengrass les había hablado de una  propiedad a la que así muchos años no habían regresado, para ser exactos  desde que sus hijas eran pequeñas, era una casona en una isla paradisiaca donde solían pasar sus veranos. Ella había creído que la había vendido en algún momento, pues jamás regresaron, pero después de buscar en el despacho de su marido se encontró que la propiedad aun les pertenecía pero que no se encontraba registrada en las muchas propiedades que estaban declaradas ante el ministerio, por tanto quizás ese era el único lugar que no había sido revisado.

Fue así como todo en esa pequeña sala se movilizaron, Draco regreso a Fred a los brazos de su madre y se acerco a Harry y Ron para idear la manera más segura de llegar a ese lugar que les indicaba la madre de Astoria.

La casa permanecía en silencio, con el sigilo de un gato se movieron en el interior del lugar, pero conforme pasaban los minutos se daban cuenta que el lugar parecía abandonado, subieron a las habitaciones mientras uno de los aurores vigilaba los accesos a la casa y un par mas investigaba en los alrededores, pero nada parecía fuera de lo normal, sin embargo, cuando Ron llego a la elegante sala de sillones tapizados en blanco se encontró con un  bulto tirado, a penas visible a un lado del sillón.

Andrew yacía inconsciente con un penetrante olor a licor aun sostenía con fuerza la botella ahora bacía.

Draco se interno por un pasillo que daba a lo que parecía un pequeño despacho de altos techos, estaba a punto de salir al no ver nada fuera de lo común, pero se detuvo cuando vio a unos metros a Granger, a su mujer inmóvil atada a una silla, inmóvil, tanto que creyó que estaba muerta.

Se le helo la sangre y un sabor amargo inundo su boca, a penas dueño de sus actos y como si todo eso se tratara de una pesadilla, camino con paso vacilante, temiendo confirmar sus sospechas, temiendo comprobar que había perdido lo único que había amado verdaderamente.  

Los segundos eran horas eternas y cada paso era una tortura, se negaba a creer que Hermione pudiera estar muerta, pero permanecía tan quieta. Aturdido pudo ver sus manos heridas y la sangre brotando de ellas, contuvo el aliento.

La rodeo sin atreverse a moverla hasta que estuvo frente a ella, seguía sin moverse y el era incapaz de tocarla, por miedo de derrumbarse ahí mismo, pero aun bajo el aturdimiento en el que se había sumergido noto un corto pestañeo y entonces lo supo. Movido por una fuerza sobrenatural que no podía entender o explicar sonrió, su mano temblorosa libero de las cuerdas a su amada y con toda la delicadeza de la que fue capaz la arropo entre sus brazos y la levanto.

Hermione aterrada había cerrado los ojos y contenido el aliento esperando su fin, deseando que todo fuera rápido e indoloro, aferrándose a sus más hermosos recuerdos y por irónico o trillado que sueñe vio pasar por su mente en una secuencia de imágenes su vida, quizás en un intento de retener ese último instante de vida que le quedaba.

Pero contrario a lo que imagino ninguna maldición la golpeo, ningún crucio la hizo desear la muerta ante esos cientos de cuchillos invisibles que deberían estar lastimándola, no recibió los golpes llenos de saña que habría esperado por el contrario alguien la libraba de sus ataduras, alguien la levantaba como si se tratara de una pluma y la movía con sumo cuidado.

Pensó entonces que estaba soñando, que quizás con el golpe se había desmayado, que justo ahora soñaba con que estaba siendo liberada, por eso cerro con más firmeza sus parpados intentando prolongar esa sensación de seguridad que la invadía en esos brazos que le resultaban familiares.

Se dejo llevar por esa nebulosa de confusión, pero algo la devolvió a la realidad, ese olor tan familiar colándose por sus fosas nasales, ese perfume inconfundible, el calor tan familiar, esos brazos protectores cerniéndose sobra ella.

Lagrimas se derramaban de sus ojos cerrados y aun con miedo abrió poco a poco esos parpados rosados que ocultaban sus ojos amielados y cayó en cuenta que no era un sueño, que su amado Draco había ido por ella, que no la había dejado morir en manos de Andrew.

Aun temiendo que fuera un espejismo productos de sus mente estiro su mano y el dolor que sintió lo hizo todo aun mas real al moverla, pero no se detuvo, hasta que logro tocar esa piel pálida y suave de su mejilla.

Sus ojos se aguaron mas e incontenible lagrimas fluyeron empapando su rostro cuando los ojos grises encontraron los suyos y esa conexión les hizo saber que todo era real, que aun se tenía uno a otro que todos esos sueños aun podían realizarse.

-Te amo. -Le dijo con voz profunda, confesando por fin sus sentimientos, diciéndole eso que había callado por tonto o por cobarde.

Una sonrisa radiante se dibujo en los labios de Hermione y sus ojos acuosos no pararon de verter lágrimas, pero esta vez de felicidad.

-Yo también te amo. -Contesto a penas con la voz quedada y el corazón saltando de alegría.

Draco giro un poco su rostro para besar esa frágil mano posada en su mejilla, pero no detuvo sus pasos la guio fuera de esa casa, no sin antes avisarles al resto que la había encontrado y que la llevaría a San Mungo para que la revisaran.

No espero por nadie y aun sin dejar de mirarse, aun sin soltarla, manteniéndola entre sus brazos se desaparecieron en la playa.

-No volveré a dejar que te separes de mi, así tenga que amarrarte. -Susurro sobre sus labios en el mismo instante de desaparecer.

TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora