Hermione tenía rato en el jardín de la mansión de Draco, necesitaba pensar, encontrar una manera de poder ayudar a Ron y Astoria a recuperar a su bebe.
Pensar en el pequeño Fred de alguna manera le había removido su intento maternal, ella también deseaba tener hijos, siempre había deseado tenerlos, formar una familia, esa era una parte importante de su sueño después de casarse. Suspiro con tristeza. No quería pensar más en eso, debía enfocarse, se levanto y comenzó a caminar por ese hermoso jardín, lleno de rosas aromáticas.
Draco la observaba desde la ventana del despacho, sabía que en esos momentos Hermione prefería estar sola y a decir verdad el también lo necesitaba. Habían sido demasiadas cosas para un día, no esperaba que ese fin de semana que tenían planeados se viera interrumpido por algo como eso.
Él no era tan bueno como lo era su leona, el aun no podía perdonarlos del todo, el tenia muchos resentimientos en contra de ese par de traidores, pero incluso el sintió lastima al ver en esas condiciones al apático del pelirrojo, y por alguna razón la pregunta que le hiciera Hermione seguía rondando su cabeza ¿Qué harías si ese niño fuera tuyo? No podía dejar de hacerse esa pregunta, incluso le comenzaba a doler la cabeza de tanto pensar en ello.
Pudo ser su hijo, pudo ser suyo y de Astoria, pensó sumergido en esas cavilaciones, pudo serlo, pero no lo era, esa era la realidad. Sintió una gran envidia al pensar en ello, el quería ser padre, incluso antes de saber que su esposa lo engañaba estaba a punto de proponérselo, si las cosas hubieran sido diferentes ese pequeño perdido, pudo ser su hijo.
Solo pensar en eso, lo reconvino en muchos aspectos, Hermione tenia razón, como casi siempre, el bebe no tenía la culpa por los errores de sus padres, el pequeño era inocente y ahora corría una suerte incierta, solo pensar en que podían lastimarlo, lo hacía estremecer.
Sí, Draco no era tan bueno como Hermione, pero tampoco era un hombre insensible, y después de todo al lado de ella, estaba aprendiendo muchas cosas, entre ellas a perdonar y a conmoverse ante la desgracia ajena.
Salió de su despacho para buscar a su mujer en el jardín, no tardo en encontrarla.
-¿Estás bien? -Le pregunto abrazándola por la espalda.
-En tus brazos estoy mejor. -Le dijo con cariño. -Por cierto, gracias.
-¿Gracias por qué?
-Por apoyarme, por estar conmigo, por intentar perdonarlos. -Se giro para estar frente a frente, se tuvo que poner de puntitas para besar sus labios dulcemente.
Se quedaron así un rato, abrazados.
-Deberíamos hablar con los padres de Astoria.
-Pensé lo mismo, solo así sabremos si tienen enemigos o si han recibido amenazas de algún tipo, pero según me dijo Harry se han negado a recibir la visitas de aurores.
-Yo puedo arreglar eso. -Se ofreció el rubio ganándose un nuevo beso de parte de su mujer.
Aimé Greengrass la madre de Astoria tomaba el té en la terraza, mientras bebía esa infusión, sus pensamientos estaban muy lejos de ahí al igual que su corazón, hacia tantos años que no se sentía de esa manera que se sentía un poco tonta, como una adolecente enamorada.
No había imaginado que algún día volvería a ser feliz, sin embargo, esa felicidad no le duro mucho, en ese momento llegaba una lechuza con una carta que no le traía buenas noticias.
Comenzó a leer sin saber que esperar, hacia mucho que no recibía una carta suya, habían acordado no escribirse para evitar contrata tiempos. Pero a penas comenzó a leer abrió los ojos con sorpresa y lagrimas comenzaron a fluir por sus ojos, angustiada se apresuro a entrar a la casa y bajando las escaleras se adentro en el despacho de su marido, aun sujetaba entre sus temblorosas manos la carta que había recibido.
-¿Qué ocurre mujer? -Le pregunto su marido ante la abrupta entrada de su esposa.
-Secuestraron a nuestro nieto.
-Yo no tengo nietos. -Dijo con frialdad.
-Es el bebe de tu hija, de nuestra Astoria.
-Pensé que había sido claro Aime, solo tengo una hija, Daphne, la otra murió cuando decidió poner en vergüenza nuestro apellido al enredarse con un traidor de la sangre.
-Por favor. -Se acerco suplicante. -Por favor. -Repitió entre lágrimas.
-No moveré ni un dedo para ayudarla, tiene lo que se merece. -Sentención cortante y volvió a tomar el diario que minutos antes había estado leyendo.
Aimé se quedo de pie congelada ante la frialdad de su marido, no podía creer que no tuviera un poco de compasión para con Astoria, para con ese bebe que no tenía la culpa de nada y que al final era su único nieto.
Esa enorme tristeza y angustia que sentía se convirtió en odio contra su marido, salió dando un portazo y corrió escaleras arriba para escribir una carta, ella no se quedaría tranquila, haría lo posible por encontrar a Fred, ese pequeñito que había conocido a escondidas de su marido y que le había robado el corazón.
Cuando los aurores llegaron a la mansión de los Greengrass los entendió Andrew, no les permitió hablar con su esposa, y se negó responder a sus preguntas sin una orden, alegando que desde hacía mucho tiempo no veían a Astoria y por tanto mucho menos a ese hijo suyo.
La Señora Greengrass estaba encerrada en sus habitaciones, su marido le había prohibido salir de sus aposentos hasta que se retiraran los aurores del ministerio, no paraba de llorar sintiendo esa angustia de no saber sobre el paradero de su nieto, además de no poder estar al lado de su hija para consolarla y darle su apoyo. Solo tenía una pequeña esperanza que su ángel guardián lograra ayudarla.
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Traición
Fanfiction"Dolía, dolía mucho levantarse por las mañanas y sentir frió el otro lado de la cama, dolía el vació, la ausencia, pero dolía aun más la traición y el desengaño." Hermione fue valiente cuando se puso su mejor traje ese día y se arreglo lo mejor posi...