Sherlock no podía decir cuánto tiempo estuvo sufriendo, tal vez fueron tan solo unos minutos o quizás fueron horas.
El médico llegó cuando los espasmos se habían terminado. Su ritmo cardíaco parecía haberse normalizado, pero eso tal vez no significase que el peligro había pasado. Holmes se había puesto en riesgo a sí mismo en muchas ocasiones del mismo modo en el que se encontraba John en ese momento, pero las había padecido en soledad y realmente nunca había temido por su vida como temía por la de John.
Había confiado demasiado, y ahora pagaba las consecuencias.
El hombre que estaba atendiendo a John, un tal doctor Gagnon, le obligó a salir de la habitación para hacerle un examen completo. Sherlock no estaba conforme con ello, pero la señora Hudson prácticamente lo arrastró fuera.
Cuando salió de la habitación, Sherlock se sorprendió al ver de la forma en la que lo miraba y se dirigió directamente a la señora Hudson que se había apresurado a preguntar cómo se encontraba el doctor Watson.
- Sus constantes son normales, pero no estoy seguro de si se han producido daños a largo plazo. Aún está algo desorientado.
- ¿Lo ha reconocido? - preguntó Sherlock de improviso, con los brazos cruzados sobre su pecho.
- ¿Disculpe?
- Ya me ha oído. Pregunto que si está lo suficientemente consciente como para reconocerlo.
- ¿Watson le ha hablado de mi? - dijo a modo de respuesta, sorprendido, y Holmes soltó un bufido y comenzó a caminar alrededor del hombre. La señora Hudson puso cara de apuro, adivinando lo que iba a venir a continuación.
- Sería extraño que John me hubiese hablado de alguien como usted teniendo en cuenta la clase de persona que es, pero ya que lo ha mencionado, se estará preguntando cómo es que sé que se conocían. Ha sido su modo de entrar aquí, su caminar era rápido, frenético. Ha entrado en la habitación sin saludar a nadie y nos ha echado de ella, cerrando la puerta tras de sí. Puede que sea un médico entregado o tal vez puede ser más bien que está preocupado, preocupado y nervioso. Sus ojos no están limpios, mira de frente pero su pupila tiembla incómoda, parece ocultar algo. Sin duda no le gusta estar frente a mi, ¿quizás un crimen inconfesable? No, más bien diría un crimen sexual. Sin duda John no correspondía a tus sentimientos, pero John es la clase de persona capaz de perdonar lo imperdonable y eso le molesta. ¿No es cierto? No, la verdad es que en el fondo se sientes aliviado, aunque también desilusionado. Su orgullo de alfa se ha visto manchado, pero eso podría ser incluso soportable si John hubiese decidido permanecer alejado de su naturaleza omega. Pero, casualidades del destino, os encontráis un día en un congreso de doctores en Inverness y está embarazado. ¿Podría haber algo más humillante que el rechazo de un amante frustrado que se arroja a los brazos del más famoso y tal vez despreciable de los alfas? ¿Siquiera es un ser humano?, se estará preguntando ahora. Nadie sabía del embarazo de John hasta ese viaje, yo mismo lo deduje poco antes de que fuera allí y solo compartí mis impresiones con la señora Hudson. Yo sé que ella no fue y desde luego que yo no dije nada, por lo tanto solo usted, miserable gusano, pudo haberle contado a los periódicos que John estaba embarazado.
Sherlock le clavó la mirada con tal dureza que incluso la señora Hudson se estremeció. No le hizo falta confirmación alguna. Sherlock tomó del cuello de la camisa a Gagnon y estampó su espalda contra la pared.
- ¡Sherlock! - exclamó la señora Hudson y le cogió del brazo, tratando que lo soltara. - No es momento para esto, John...
- ¡Ya sé lo que le pasa a John! Estaba agradeciéndole apropiadamente al doctor Gagnon su particular contribución a esta pantomima.
- ¡Si no hubiese sido yo alguien lo habría descubierto, señor Holmes!
- ¿De veras? - preguntó Sherlock con sarcasmo. - Debe haberse divertido mucho estos últimos meses leyendo sobre la desgracia ajena.
- No me culpe porque usted tampoco haya dado la talla.
Unos pasos vacilantes interrumpieron la escena, dejando a Holmes con el puño en alto a punto de estrellarlo contra la mejilla de Gagnon. No le hizo falta girar el rostro para ver de quién eran.
- ¿Qué diablos crees que estás haciendo, Holmes?
La voz de John sonó profunda y gutural desde el fondo de su garganta. Tenía algo tétrico que hubiera hecho encogerse al más valiente de los soldados, pero Sherlock no era un soldado y a veces dudaba incluso de si era un humano.
- ¡Este hombre, John! ¡Este hombre le dijo a los periódicos que estabas esperando un hijo! ¡Si no lo hubiese hecho esto...!
- ¡¿ESTO QUÉ, SHERLOCK?! ¡¿PENSABAS QUE CON IGNORARLA NUESTRA HIJA DESAPARECERÍA?!
Sherlock se quedó en estado de shock y sus manos se aflojaron hasta que Gagnon consiguió soltarse. La señora Hudson entonces lo agarró del brazo y se lo llevó, dejándolos a John y a él solos.
- No puedo soportarlo más. - susurró John al borde de las lágrimas y se llevó la mano a la boca intentando acallar sus sollozos. - Todo siempre es culpa de alguien más. Nunca te implicas, ni siquiera sientes dolor.
- ¿Que no siento dolor? - exclamó incrédulo Holmes, agachando la mirada como si buscase dentro de él algún tipo de respuesta, algo con lo que defenderse, y después volvió a mirar a John, desarmado.
- ¡Tú solo llegas y destrozas lo que encuentras! - gritó John y se dirigió hacia el sofá, donde estaba el Stradivarius de Sherlock. Él intentó quitárselo, pero llegó tarde y se quedó con los brazos extendidos, pidiéndole calma.
- John, aún estás afectado por la sobredosis. Por favor, deja eso. - rogó con la voz contenida. Sentía un nudo en la garganta y le estaba costando hablar, ni siquiera podía respirar con normalidad.
- ¿O qué, Sherlock? ¿Ahora sientes algo? Te molesta mucho que toquen tus cosas. ¡Solo te preocupa tu hija porque es uno de tus juguetes y la has roto!
Gritó mientras agarraba el violín con las dos manos por el mango, dispuesto a estrellarlo contra la pared, hasta que la protesta suplicante de Holmes le detuvo cerca de ella.
- ¡NO! ¡John, perdóname! ¿de acuerdo? - dijo con la voz quebrada al borde de las lágrimas. - No he estado a la altura en ningún sentido. Por favor, hablemos.
Algo dentro de John pareció conmoverse durante un instante, un breve segundo en el que Sherlock experimentó un gran alivio y estuvo a punto de dibujar una sonrisa, pero pronto se vio truncada por el sonido de la madera golpeando la pared con una violencia desgarradora. El instrumento se quebró y John arrojó los despojos al suelo, y les dio una patada, mirando lleno de rabia de Sherlock.
- Ya es tarde, es muy tarde.
El reloj se detuvo o tal vez fue la mente de Sherlock la que quedó totalmente congelada.
Surgió una melodía para violín, la que él había compuesto para John y Ella, y se rasgó por el llanto de un bebé, su hija llamándole, con los rizos cayéndole furiosamente sobre la cara y luego John en el claro del bosque, reptando, suplicando, siendo lo más valiente que un omega, que un hombre puede ser en el momento más aterrador de su vida. Pero retrocedió más, incluso más. Vio a toda esa gente que alguna vez le había importado llorar y algo se retorció dentro de su alma. Su madre lloraba porque él no era un niño normal y al principio él también lloraba, hasta que ya no lloró más y todo se quedó en blanco, en un blanco cegador.
Qué había pasado con exactitud era una pregunta a la que Sherlock no podía dar respuesta. Cuando su conciencia volvió estaba solo en el piso, en mitad del salón, con su preciado y maltrecho violín a los pies. Y John no estaba, desde luego que no estaba.
Lo buscó con la mirada, con lágrimas en los ojos. Lo llamó como un niño asustado y gateó por el suelo. Después se levantó y palpó su rostro, presa del terror. En la mesa del comedor, llena de desorden, destacaba la hermosa máquina de John. Una hoja estaba colocada y en ella solo estas palabras escritas. "Adiós, Holmes".
Y todo el mundo que había construido, en el que había vivido, en el que había podido ser él mismo, en el que había sido feliz, se quebró.
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Los ópalos de Baker Street [Johnlock]
Mystery / ThrillerAunque Sherlock Holmes y John Watson pensaron que sus vidas cambiarían tras desarrollar sentimientos mutuos, nunca imaginaron el giro que tomarían los acontecimientos tras una sorpresa inesperada. Un nuevo criminal acecha en las calles de Londres y...