John comenzó a tener los primeros síntomas a las 6 semanas. Al principio no le dio importancia, pensando que podría tratarse de una indigestión o algún tipo de enfermedad estomacal. Notaba el vientre hinchado y se sentía muy cansado. Sin embargo, no quiso dejar de atender a sus pacientes aunque eso supusiese que luego tendría que irse sin dormir a ayudar en uno de sus casos a Sherlock, quien como siempre no dejaba de reclamar su atención y le reprendía mordazmente, a veces hasta siendo ofensivo, cada vez que llegaba tarde cuando lo hacía llamar. Era una muestra claramente evidente para Watson de que Holmes lo necesitaba, si no a nivel profesional, sí a nivel emocional, pues parecía descontrolado y ansioso cada vez que no estaba a su lado, si bien seguía siendo capaz, sin ningún tipo de problema, de resolver los misterios y acertijos en los que se enfrascaba.
Era ya de noche, pero John Watson aún estaba en la casa de su paciente más joven. Era un niño de tan solo siete años, que padecía una terrible enfermedad que lo hacía permanecer en cama y lo cierto era que ni siquiera el doctor Watson sabía cómo tratarla. La fragilidad e inocencia de aquel pequeño cada vez más cerca de la muerte le conmovía el corazón, y después de la revisión se había quedado a leerle un cuento para que se durmiera y olvidase momentáneamente sus dolores.
- "¡Al fin le detienen!... ¡Ya le han cogido!... ¡Hermosa hazaña! ¡Tendido le tienen sobre el arroyo, y en torno suyo se agrupa la gente, que hasta lucha y riñe para no privarse de la satisfacción de verle!" - leyó con voz clara y musical sin perder de vista los ojos avispados del niño, que hacían que de cuando en cuando se le escapara una sonrisa, pero esta se borró cuando lo oyó de nuevo toser.
- Me duele mucho, doctor. - dijo con voz lastimera el joven y a John se le encogió el corazón como si fuese la primera vez que tenía un paciente a los pies de la muerte, pero supo mantener la compostura y tocándole la frente, volvió a sonreír, intentando infundirle calma.
- Tranquilo. Voy a darte algo para dormir y mañana vendré de nuevo a ver cómo estas. - y dicho esto salió de la habitación y habló con sus padres, quienes le dieron el permiso para drogarlo, aún a sabiendas de que aquella podía ser su última noche.
Watson volvió al 221B de Baker Street intentando mantener una entereza estoica que sin embargo no sentía. En el fondo estaba destrozado y no recordaba cuándo se había sentido tan mal por un paciente. Las calles de Londres estaban oscuras y silenciosas, cubiertas de una niebla espesa que helaba sus huesos y le hacía encogerse dentro de su abrigo para mantener el calor. No eran horas de paseo para nadie sensato ni decente y John no podía evitar tener la sensación de que alguien le observaba desde la oscuridad, pero todo lo achacó a la inquietud que sentía su corazón por el pequeño joven al que tal vez nunca volvería a ver con vida.
Cuando llegó por fin a casa, subió las escaleras con sumo cuidado, pues eran altas horas de la noche y no quería despertar a la señora Hudson y mucho menos a Holmes, quien esperaba que estuviese durmiendo, lo que no dejaba de ser una esperanza vana, conociéndolo. Sherlock estaba en su sillón que daba la espalda a la puerta fumando y no le pasó inadvertido el que calificó como "patético" intento de Watson de pasar desapercibido.
- Llegas muy tarde. ¿Cuánto tiempo crees que llevo esperando, Watson? - se quejó profundamente ofendido Holmes mientras veía como John se sentaba frente a él. Lo vio cansado y pálido, macilento a la tenue luz de los quinqués.
- Te dije que tenía trabajo, Sherlock. No tenías por qué haberme esperado para ir a dormir.
- ¡Como si pudiera quedarme tranquilo sin haber resuelto ese caso! ¡Es tu culpa, John! ¡Te dije que vinieras a las cinco! - alzó la voz Holmes, levantándose del sillón.
- ¡No me necesitabas para resolver ese maldito caso! ¡Tú mismo me dijiste su respuesta esta mañana! ¡Había sido claramente una desafortunada aunque extraña muerte accidental! - Watson hizo acopio de todo su autocontrol mientras apretaba los brazos del sillón en el que se encontraba hasta casi marcar su carne en ellos. Esperaba que su argumento lo callara y aquella conversación terminara, pero Sherlock no había estado esperando durante más de siete horas para dejar pasar la discusión como si nada hubiera ocurrido.
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Los ópalos de Baker Street [Johnlock]
Mistero / ThrillerAunque Sherlock Holmes y John Watson pensaron que sus vidas cambiarían tras desarrollar sentimientos mutuos, nunca imaginaron el giro que tomarían los acontecimientos tras una sorpresa inesperada. Un nuevo criminal acecha en las calles de Londres y...