Por norma general no disfrutaba demasiado ese tipo de lugares. La música hacía retumbar su vaso y todo el lugar estaba lleno de adolescentes sudorosos bailando frenéticamente, como si se tratase de una gran danza de apareamiento. Pero estaba ahí por su primo. Rápidamente lo buscó entre la multitud confirmando que seguía asechando a la inocente Arlene sin tregua alguna. Una sonrisa ladeada se formó en su boca, no entendía como Helio se había empecinado ciegamente en esa muchachita de cabello rubio y grandes ojos color esmeralda, pero era divertido verlo dar avances. Unos meses atrás, Arlene debió jurar que el menor de los Pataki la odiaba a muerte o por lo menos la encontraba increíblemente fastidiosa. Pero ¿En ese momento? Helio sonreía peligrosamente, habiendo atrapado a la chica entre la pared y él. Ella debía estar tan confundida... Pero eso era bueno. Ese era el plan.
Pero Arlene estaba parcialmente en el juego y ese era un gran problema. Los ojos de la chica constantemente miraban a su mejor amiga, sentada a unos metros más allá, apenas consciente de su entorno, jugueteando con el colorido coctel que llevaba bebiendo por los últimos minutos. Ese ya debía ser el quinto que pasaba por entre sus manos.
- Y pensar que un par de meses atrás, Geraldine estaba bailando sobre la barra del bar. –comentó Willow, junto a él.
No era la primera vez que sentía que la pelirroja le leía la mente, tal vez era el poder que adquiría al ser su mejor amiga. Muy menuda, con una salvaje cabellera que caía hasta sus caderas, Willow era un bocado para la mirada, muslos llenos de pecas, suaves como la crema, caderas redondeadas y pecaminosos pechos ocultos atrás de un vestido veraniego blanco que se amarraba a su cuello y que pedía a gritos ser desatado. La mirada plateada de la chica no perdía de vista a Geraldine, que en ese momento parecía reírse fingidamente de algún chiste de sus compañeros y contenía un suspiro desgarrador.
Él asintió, meses atrás se había quedado con la garganta seca cuando entró a esa discoteca por primera vez. Geraldine brillaba como una Diosa Africana sobre la barra del bar, moviéndose seductoramente, sin una pisca de vulgaridad, mientras un tumulto de admiradores seguía el golpetear de sus tacones en cada atrevido movimiento. También recordaba que Arlene se había quedado a un lado, entre divertida y resignada, pero muy relajada. En esa posición, había sido la presa perfecta para Helio y este la había tenido en sus brazos entre un parpadeo y otro.
Ahora su primo parecía tener la paciencia al límite, porque Arlene no dejaba de fruncir el ceño y mirar a su desdichada amiga, a sabiendas de que estaba fingiendo su supuesta alegría y se estaba sumergiendo en alcohol dulce y embriagador. En cualquier momento la rubia apartaría a Helio e iría con Geraldine. No podían permitir eso.
- Oh no... conozco esa mirada. –Lian habló, al otro lado de Willow, inclinándose en su dirección- La conozco muy bien.
Él sonrió, sin ocultar sus intenciones. Lian casi gimió resignado. El pelirrojo, alto, delgado, con su rostro de corista de iglesia y ratoncito de biblioteca, clavó su mirada esmeralda en él. El chico parecía una versión ágil y grácil de un intelectual, tal vez por sus largas horas en clases de ballet que le habían dado un cuerpo agraciado, andrógino y flexible.
Por norma general, encontraba divertida la preocupación que su ex novio y gran amigo demostraba cuando él se preparaba para alguna travesura. Pero en ese momento no podía centrarse demasiado en eso. Él tenía los ojos clavados en los largos dedos de Lian, metidos entre los muslos pecosos de Willow, rayando casi en la indecencia y que entre un suspiro y otro estaban por meterse bajo la falda de la chica. No importaba que Lian fuese menor a él con un año o con dos a Willow, esa cara de inocente ángel solo ocultaba un insaciable y curioso monstruo. En realidad, era su culpa que Lian fuese tan intenso y desmedido, él había despertado a esa insaciable criatura y se había divertido a lo grande, empujando sus límites sobre la decencia y decoro. Si, Lian era un caballero a toda regla, pero parecía perder la cabeza cuando del sexo se trataba. Ahora Willow pagaba las consecuencias, aunque no se sentía culpable. Ni un poco ¿Por qué hacerlo? Willow debería estar agradecida, dado que su novio no se escandalizaba por sus prácticas dominantes y desmesuradas. En realidad, él se había acostado con ambos, había tenido a la pequeña Willow frotándose sobre su regazo con las mejillas sonrojadas mientras lo amarraba a la cama para devorarlo hasta dejarlo seco. También él había inmovilizado a Lian bajo su peso, separándole bien las piernas y hundiéndose en el pelirrojo hasta quedarse sin voz, adicto a la sensación de su cuerpo entre sus manos. Pero le gustaba verlos juntos, notar como Willow se retorcía bajo las lentas caricias de Lian y este lucía tranquilo, como si no estuviese excitando a su novia en público.
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Cazando lo Desconocido [Cacería] «Hey Arnold!»
Fanfiction[Todos los capítulos subidos a la vez] Instinto de Caza. Extra: Cacería 3/23/2016 Instinto de Caza. Extra de "Cacería". Aquí inician historias únicas, auto-concluyentes. Todas llenas de pasiones desbordadas, de placeres indescriptibles, de atrevidos...