Ajuste Perfecto

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La enorme bodega subterránea era la zona perfecta para adquirir cualquier mercadería que fuese necesaria e ilegal. Por supuesto, había sido construida de forma clandestina y diseñada para ser virtualmente indetectable. Phoebe mantuvo su vista fija en su celular, revisando la lista de cosas que habían ido a adquirir. Arnold y Helga debatían frente a ella a viva voz, parecía que su amiga estaba firmemente empeñada en que un lanzagranadas era mucho más importante que un codificador de señal y no se decidían por cual ir primero. Phoebe soltó una pequeña risa, negando silenciosa. Al final adquirirían ambos. Como siempre. Pero, al parecer, era necesario pelearse un poco para mantener los engranajes de su relación funcionando. Así era siempre. Ella envió a Will hacia la sección de armas al por mayor, dado que si deseaban vencer a la competencia era necesario incrementar la venta de armas ilegales en las calles. El pelirrojo asintió, retirándose por uno de los pasillos y Lila se acercó, pendiente en qué pudiese ayudar. Phoebe le mostró algunos mapas para que fuese a comprar un par de viviendas abandonadas por famosos o viejos terratenientes. Algunas zonas carecían de control y sería bueno tener pequeñas bases que ejercieran influencia y poder en ciudades cerca a la capital.

- ¿Por qué no se quedan a beber un poco en mi oficina? –invitó el dueño general de ese depravado evento- Ya me hicieron el feo la última vez, Helga.

- Bueno, nos habían atacado sorpresivamente en nuestra base principal. –la rubia se encogió de hombros- Prioridades. Mi gente por sobre tu cosecha exclusiva.

- Pero podemos ahora –Arnold tomó la mano de su esposa y sonrió al gitano- ¿Vamos?

- Tú también estás invitada, Phoebe. –Scott dobló los puños de su camisa carmesí y levantó sus ojos negros hacia ella- Estoy seguro que toda la operación podrá seguir sin que la estés coordinando cada paso.

- En realidad...

- Hey. –Helga le sonrió- Él tiene razón, no te has tomado un respiro en meses.

- ¿Lo ves? –el gitano se inclinó y tendió su brazo hacia ella- ¿Seguimos?

Phoebe lanzó una mirada a su amiga y esta se encogió de hombros. Por norma general Helga no hubiese visto mal que rechazada la atrevida propuesta. Pero dado que Scott era el centro mismo de cientos de operaciones, era mejor caer en su buen lado. Y el gitano tenía algo por Phoebe, parecía comerla con los ojos constantemente. Lo cual era increíblemente intimidante.

Al final, la chica tomó el galante brazo y siguió el camino, pasando la zona de venta de pieles de animales y la enorme sección con arte robado que solo podría venderse fuera de los ojos de la ley. Al final de la bodega había una escalera hacia un piso más abajo y ahí un pequeño salón social tapizado de rojo y dorado. Los muebles de madera eran antigüedades de finas piernas y el mini-bar era una locura completa, estaba a rebosar de curiosas botellas de diferentes colores.

- ¿Algo en especial? –preguntó Scott, soltando a Phoebe por fin para encaminarse al mueble lleno de bebidas.

- Lo que gustes. –Arnold se sentó cómodamente en uno de los sillones y Helga tomó su lugar junto a él.

- Algo dulce. Ya sabes que detesto esas cosas amargas que se les da por tomar a algunos. –se quejó la rubia, cruzándose de piernas, siguiendo con la mirada el lugar- ¿Ese es un Leonardo da Vinci original?

Phoebe se sorprendió por esas palabras y antes de darse cuenta se sentó en el borde mismo de uno de los sillones, apreciando el antiguo cuadro. El desnudo de una mujer abrazando un cisne, que sería Zeus, supuso, los cascarones en el suelo y los bebés recién nacidos que lloraban.

- El único. –el gitano sirvió tres copas con un burbujeante color dorado en su interior- Es "Leda y el cisne", la famosa obra perdida.

- Bueno, ya sabemos dónde está. –Arnold tomó dos copas, extendió una a Helga y se quedó con la otra- Pero ¿Estás seguro que es la original?

Cazando lo Desconocido [Cacería] «Hey Arnold!»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora