Pequeños Secretos

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El Templo de una Diosa

Segunda Parte (Precuela)


Una nube había ocultado el sol, pero este parecía arreglárselas para calentar la ciudad en la forma justa. Lo cual le alegraba. Mind Driller sonaba con fuerza por uno de los audífonos que tenía puesto. El otro colgaba sobre su pecho para así estar atento a su alrededor. Hillwood era un lugar perdido de la mano de la humanidad, pero increíblemente ruidoso para no ser una ciudad principal. En Alemania, cualquier construcción fuera del centro de las ciudades importantes era calmada. Pero él podía escuchar un camión frenar a raya y el chillido de una florista vendiendo sus promociones. Y eso fuera de la preparatoria. Porque dentro y siendo un receso, podía escuchar el fervor del fútbol americano, las risas animadas de algunas féminas y los gritos de posibles peleas. Tal vez todo fuese más calmo en las horas de clases ¿Y si tomaba un descanso y no asistía a Literatura? Aun podía jugar las cartas de estudiante nuevo y decir que se había perdido terriblemente. Unos minutos antes de que finalizara la clase tocaría la puerta de la directora y le explicaría su penosa situación de muchacho extraviado. Si, haría fuerte su acento, usaría todos los modales ingleses que conocía, como le habían enseñado en la Academia Naval a la que asistió en Berlín. Muy seguramente la mujer caería con eso y lo excusaría con su profesora.

Si, definitivamente tomaría una siesta después del receso y le pediría a Helio que le explicara sobre el escritor estadounidense que hubiesen visto en esa hora.

- ¿Son reales?

La voz femenina, dulce como un caramelo, empalagosa como miel, provenía de la misma persona que se había acercado a él, haciendo ruido con sus tacones altos quitándole el factor sorpresa. Aun así, Hänsel abrió primero un ojo, como si no esperara encontrarse a nadie y sonrió ante la vista de la rubia alta que le sonreía. Maria Anna, deportista, fuerte, con nariz respingada y algo brabucona. Tal vez no fuese bonita, pero era increíblemente atractiva. Desde el primer momento fue obvio que había algo de química entre ambos. Pero si Hänsel era sincero consigo mismo, solo había estado con hombres y se le escapaba de las manos el cómo tratar a una mujer y era obvio que Maria Anna esperaba de él mucha experiencia y guía si es que terminaba involucrándose en esas aguas. Así que se había mantenido distante por el momento, por mucho que supiera que algo podía ocurrir ahí.

- ¿Nannerl? –preguntó, apoyándose sobre su codo para no tener que levantarse pero por lo menos mirarla a los ojos esmeralda.

- ¿Disculpa?

- Así le decían a Maria Anna Mozart, la hermana mayor de Wolfgang Amadeus Mozart. Nannerl te queda. –ladeó el rostro- Mozart, el músico que...

- Se quién es Mozart. –la chica rodó los ojos y señaló las placas de metal que descansaban sobre la camiseta añil del rubio- ¿Son reales?

- ¿Las placas de identificación? –jugó con ellas entre sus dedos, reconociendo al tacto el grabado y qué decía ahí: El nombre de su Academia, el suyo, su número de identificación y tipo de sangre- Si, lo son.

- Todos dicen que estuviste en el ejército alemán. –ella apartó el rostro, fingiendo desinterés.

Y Hänsel se entretuvo con la forma en que el peinado alisado y en puntas mostraba parcialmente el cuello de la chica.

- Ah ¿Si? –se sentó, estirándose para quitarse la pereza, mientras se retiraba el audífono para escuchar a la chica- ¿Dicen que iba a la guerra y mataba gente?

- Algo así. –Maria Anna no apartó sus ojos de las placas- Hay personas que dicen que eres un francotirador y viniste a matar al presidente. Otros dicen que tienes como veintitrés años y fuiste expulsado del ejército así que huiste aquí y ahora eres un mercenario. Los cursos superiores dicen que tienes tu propio ejército élite y vinieron a volar la Casa Blanca, así que esto, que estudies aquí, es solo una tapadera.

Cazando lo Desconocido [Cacería] «Hey Arnold!»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora