CAP 2

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¿Cómo era que Lee se había hecho amigo de él sabiendo cuánto odiaba a la nación del fuego?

Y la respuesta era, quizás no sabía quién era el hombre al que había ayudado.

El príncipe de la nación del fuego se quitó el sombrero y bajó de la bestia, para acercarse a los guardias, quienes se interpusieron entre él y Lee.

–Dejen ir al chico. –Habló el príncipe. Tenía una voz... no sé cómo describirla, pero emanaba confianza e ira.

El líder de los guardias soltó una risa y miró al príncipe con superioridad.

–¿Quién te crees que eres? ¡Nadie nos dice qué hacer! –Dijo, furioso.

–No importa quién soy, pero yo sé quiénes son ustedes. –Respondió el príncipe.- No son soldados. Son bravucones abusadores de su poder, sobre todo con las mujeres y niños. No necesitan a Lee en su ejército, son unos cobardes que abusan de una familia que ya perdió a uno de sus hijos en la guerra.

–¿Van a dejar que un extraño se tome la libertad de insultarlos así? –Gruñó el líder de los guardias, mirando a los demás. Estos se pusieron en posición de combate, listos para atacar al príncipe.

Uno de los guardias se abalanzó sobre él, pero el príncipe fue rápido y con un fuerte movimiento de brazo y desenvainando su espada, lo hizo caer.

Los otros guardias se abalanzaron contra él, pero el príncipe se deshizo de todos y cada uno de ellos.

Y entonces fue momento de enfrentarse al líder, quien era un maestro tierra. El príncipe comenzó a enfrentarse con él mientras peleaba con su espada doble, y entonces yo aproveché de correr por atrás y liberar a Lee cortando las cuerdas que lo ataban al poste.

–¡Jazz! –Exclamó el pequeño, dándome un abrazo.- ¡Sabía que tú también vendrías!

–¡Cuidado! –Oí la voz del príncipe gritar, y miré rápidamente por el rabillo de mi ojo. Noté que el líder de los guardias había lanzado una gran roca hacia nosotros.

Sin pensarlo dos veces, empujé a Lee lejos del alcance de la roca, llevándolo conmigo. Logramos evadir la gran roca por poco, gracias al aviso del príncipe, que volvió a abalanzarse sobre el líder de los guardias.

El guardia continuó lanzando rocas hacia el príncipe, quien las evadía con su espada doble, hasta que hizo un camino de rocas y lo golpeó, lanzándolo contra un muro y haciéndolo caer. Creí que lo había dejado inconsciente, hasta que se levantó y con fuego control hizo retroceder al guardia.

Más guardias se unieron a éste para pelear, y lograron apresar al príncipe en una especie de jaula de rocas. Y supe entonces que debía actuar, no podía dejar que los guardias mataran a aquel tipo, porque aunque él era el príncipe de la nación del fuego y yo debería odiarlo, había ayudado mucho a Lee.

Y yo sentía que debía ayudarlo.

–Perdona, Lee. –Le dije al pequeño, antes de correr hacia los guardias con un grito de guerra.- ¡Ya déjenlo en paz! –Grité con todas mis fuerzas, mientras una bola de fuego se armaba en mis manos y la lanzaba hacia el líder.

El príncipe y la akiva (Príncipe Zuko)Where stories live. Discover now