CAP 7

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Bajó del caballo avestruz y corrió hacia la escena, rompiendo una vieja madera y poniéndose delante de ella.

Y entonces comenzaron a pelear. Ella, el avatar y el príncipe. Luego llegaron varios chicos más, entre ellos una mujer y un hombre vestidos con los colores de tribu del agua, una chica vestida con los colores tierra, y un viejo que parecía ser maestro fuego también.

Pelearon y pelearon, hasta que todos acorralaron a la princesa de la nación del fuego, quien se quedó analizando a todos, hasta que lanzó un rayo que dio al viejo. Luego la princesa se fue rápidamente.

El príncipe atacó al avatar y a todos los otros, comenzando a gritar que se fueran, lo cual hicieron. Entonces yo dejé a la bestia atada a una casa y corrí hacia él y el viejo, quien estaba en el suelo y parecía haberse desmayado.

–¡Zuko! –Exclamé, llegando a su lado.

–¡Vete! ¡Largo! –Gritó, lanzándome fuego. Él estaba lastimado sentimentalmente porque lágrimas caían por sus mejillas sin permiso.

Alejé el fuego con fuego control y sin importarme nada corrí y me arrodillé junto a su tío. Tomé la única botella de agua que me quedaba llena y con agua control traté de sanarlo.

Por favor, no me falles ahora, arte de la sanación.

Creo que me resultó bien, ya que la herida dejó de sangrar. Había logrado salvar al viejo que parecía significar mucho para el príncipe.

Cuando terminé, el príncipe me miró con preocupación, pero en el fondo, noté un destello de esperanza y agradecimiento en su mirada.

–Llevémoslo adentro. Será una noche larga para él. –Sugerí, y ambos lo arrastramos hasta una de las casas abandonadas. Prendí fuego a una pequeña fogata improvisada mientras él salía para conseguir más agua.

–Gracias. –Dijo, sin mirarme.

–No fue nada. –Respondí, con una leve sonrisa en los labios.

Noté que había comenzado a hacer una especie de té y arqueé una ceja, mirándolo un poco divertida. Un príncipe haciendo té. Realmente nunca en mi vida voy a ver nada igual.

–¿Te gusta el té? –Pregunté con un toque de diversión al notar cuánto empeño le había puesto para hacer el té.

–A mí no. –Negó levemente.- A mi tío.

–Le haces té para cuando despierte, ¿Cierto? –Sonreí, él asintió.- Qué tierno de tu parte.

–No soy tierno. –Dijo, y noté que sus mejillas se encendieron un poco.

Vaya, vaya. El príncipe también se sonroja, es bueno saber que tiene sentimientos.

–¿Quiénes eran los otros? –Pregunté.

–El avatar y sus amigos. –Respondió.

–¿Por qué peleaste con tu hermana? –Pregunté, confundida.

–Siempre me ha odiado. –Suspiró.- Ha sido siempre la favorita, todo en su vida lo ha conseguido fácil. Papá siempre me repetía que ella nació con suerte, y que yo tuve suerte de nacer, me decía que jamás podría vencerla en una batalla, y que...

–Detente. –Lo callé, colocando una mano sobre su hombro.- No debes escuchar lo que otras personas digan de ti. Solamente tú sabes cuánto vales, no dejes que otros te hagan sentir menos, no les des esa dicha.

Él pareció quedarse sin palabras, simplemente asintió.

–Descansa, Zuko. Necesitas dormir. –Dije, y él asintió.

Poco después, también caí dormida. 

El príncipe y la akiva (Príncipe Zuko)Where stories live. Discover now