CAP 40

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Aang y Zuko estaban plácidamente dormidos, y yo no podía hacer más que estar angustiada por lo que se venía al día siguiente.

Y realmente necesitaba hablar con alguien en ese entonces, así que me acosté frente a Zuko y le hablé, tratando de despertarlo.

–Zuko.

Él abrió los ojos poco a poco, y se concentró en mí.

–¿Qué sucedió? –Dijo.

–No puedo dormir, tengo miedo de lo que sucederá mañana.

–No creo que sea tan malo. Creo que ese hombre nos hablaba metafóricamente.

–Eso espero. –Suspiré.

Él volvió a cerrar los ojos, y entonces recodé que él y yo debíamos hablar.

–Zuko. –Lo llamé de nuevo.

Abrió sus ojos de golpe.

–¿Sobre qué querías hablarme?

Él pareció tensarse. Entonces respiró hondo y lo dijo.

–Te oí hablando con Aang la otra noche. –Suspiró.- Y sí quiero redimirme contigo. Sé que no soy digno de ti, y probablemente nunca lo seré. Pero quiero que las cosas sean como antes. Quisiera volver en el tiempo a la noche antes de que fuéramos al castillo del rey tierra en Ba Sing Se.

Las mariposas aparecieron en mi estómago y no pude evitar que mis ojos se cristalizaran.

–Quiero que todo sea como solía ser entre nosotros. –Finalizó.

–Pero no lo será. –Dije, con un nudo en la garganta.- No será igual, Zuko, porque ahora todo es diferente. Sí, tienes tu segunda oportunidad, y quizás quieras redimirte conmigo también, pero aún es pronto. –Tragué con dificultad.- Tú me conoces mejor que nadie y sé que tú también lo sabes. Quizás mis sentimientos hacia ti no hayan cambiado, pero no puedo hacer esto. No mientras no confíe plenamente en ti.

–Me ganaré tu confianza de nuevo, Jazz. Lo prometo.

Le dediqué una débil sonrisa.

–Eso espero, Zuko.

Y sin decir más me di la vuelta y caí dormida.

Al día siguiente los guerreros del sol nos llevaron a una especie de montaña, donde ardía un fuego ardiente.

–Esta es la llama eterna. Fue entregada por los dragones a los primeros hombres. –Explicó el jefe de la tribu.- Cada uno de ustedes debe llevarles un poco a los maestros, para demostrar que son dignos de aprender fuego control de ellos.

Zuko y yo tomamos de la llama sin problemas. Aang dudó, pero logró tenerla en sus manos, aunque su llama era algo pequeña.

El jefe nos explicó el camino a seguir para llegar con los maestros, y comenzamos a emprender nuestro camino. Caminamos en silencio, Zuko y yo lado a lado, mientras Aang tardaba más.

–Aang, apresúrate. –Dijo Zuko, ya cansado.

–No puedo, si voy rápido mi llama se apagará. –Respondió el avatar.

–Es porque tu llama es muy pequeña. Confía en ti mismo. Tú puedes lograrlo.

Entonces Aang sonrió y su llama se agrandó un poco. Sonreí levemente.

Definitivamente este era el Zuko que amaba.

Llegamos a una especie de campo de entrenamiento al atardecer, y comenzamos a caminar para subir unas escaleras y enfrentarnos a los maestros fuego para ser juzgados.

Tenía algo de miedo, para ser sincera.

Caminamos subiendo las escaleras, y el jefe de la tribu habló.

–Ahora conocerán a los maestros.

Los tres asentimos y nos colocamos en posición, ofreciendo el fuego de la llama eterna. Aang mirando hacia una de las puertas, y Zuko y yo hacia la otra.

De repente, las puertas se abrieron y dejaron ver a los maestros.

Me quedé boquiabierta.

Porque los maestros Ran y Shao eran dragones.

Dragones reales.

Y de seguro nos iban a matar.

El príncipe y la akiva (Príncipe Zuko)Where stories live. Discover now