CAP 13

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Cuando amaneció, supimos que era hora de partir. Subí primero a la bestia, Zuko subió detrás de mí, y luego Iroh, con algo de dificultad.

–¿A dónde vamos, exactamente? –Pregunté, girando para ver a Zuko.

–A donde el camino nos lleve. –Respondió Iroh, con una sonrisa.

Asentí levemente y volví a mirar al frente. De pronto sentí que las manos de Zuko se posaron en mi cintura, una corriente me recorrió desde ahí hasta el último cabello que tenía en la cabeza, y sin mi permiso, mi cara se puso colorada de la vergüenza.

Tragué con dificultad y preferí no hacer ningún comentario.

El caballo avestruz, alias la bestia, comenzó a caminar y poco a poco comenzamos a alejarnos del pueblo fantasma que nos había servido de refugio.

Luego de viajar la mayor parte del día, Iroh comenzó a quejarse exageradamente por el dolor de su herida que con suerte había logrado aliviar yo.

–Quizás deberíamos parar a acampar. –Sugirió Zuko, cansado de los constantes gemidos de dolor exagerado de Iroh.

–No, por favor. No se detengan solo por mí. –Respondió Iroh.

Luego de unos cien metros de avance, Iroh continuó quejándose de dolor. Zuko presionó levemente mi cintura y me estremecí. Mis mejillas se encendieron tornándose de un color rojizo, pero entendí lo que quería que hiciera, así que halé las riendas de la bestia y la detuve.

Iroh bajó, aliviado y se sentó en el tronco de lo que solía ser un viejo árbol. Zuko bajó y luego lo hice yo.

–Oh, que dolor... –Gruñó Iroh, quejándose de nuevo.

–Lo siento. –Susurré.- Desearía poder hacer más.

La bestia comenzó a hacer ruidos incómodos y Zuko se puso en posición de combate. Lo imité.

–¿Qué sucede ahora? –Preguntó Iroh, frunciendo el ceño.

Unos tipos nos rodearon, montados en más bestias, pero estas eran reptiles enormes. Iroh se levantó y sonrió.

–¡Coronel Monke! –Exclamó.- ¡Pero qué agradable sorpresa!

–Si te sorprende que estemos aquí, es porque el dragón occidental ha olvidado ser precavido. –Respondió el tal coronel no sé qué.

Los cinco tipos montados en los reptiles se armaron con distintos tipos de armas y se pusieron en posición de ataque.

–¿Ya los conocías? –Le preguntó Zuko a su tío.

–Claro. –Asintió.- El coronel Monke y sus rinocerontes son una leyenda. Cada uno de ellos se especializa en un tipo de arma, pero también son un grupo vocal muy interesante...

–¡No vinimos a dar un concierto! –Exclamó el tipo.- ¡Vinimos a aprisionar fugitivos!

Entonces uno de los cinco tipos atacó a Iroh con su arma y este la esquivó, lanzándosela a otro reptil para hacerlo caer.

Y entonces comenzamos a atacarlos y a esquivar sus ataques, hasta que Iroh montó el caballo avestruz y comenzó a cabalgar para escapar.

Zuko subió detrás de él y corrieron hacia mí, mientras yo peleaba contra el tal coronel. Sentí que alguien me cargaba como saco de papas y me montaba en el caballo avestruz, había sido Zuko. Me vi obligada a rodear su cintura con mis brazos para no caer de la bestia.

–¿Te importaría no interrumpir mi entretenida pelea? –Pregunté, arqueando una ceja.

–Es bueno ver viejos amigos. –Dijo Iroh, sonriendo.

–¿No tienes viejos amigos que no quieran matarte? –Preguntó Zuko, en un tono cansado.

–¿Viejos amigos que no quieran matarme? –Repitió Iroh, pensando.

El príncipe y la akiva (Príncipe Zuko)Where stories live. Discover now