Capítulo 19.

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Perrie

No sabía en qué momento había sucedido todo esto, había pasado todo con suma rapidez que apenas recordaba todo. Lo único que me quedaba claro era que ahora estaba en la misma habitación que Michael, con el vestido desgarrado, el cabello revuelto y sintiéndome exhausta.

No era exactamente una habitación, era un sótano, que sino fuese por el foco que colgaba un poco del techo, estaría totalmente oscuro.

El miedo que pude sentir por el hombre que estaba frente a mí se había esfumado, no sentía absolutamente nada que no fuera repugnancia. Y era momento de la venganza.

19 horas antes.

Sábado. 8:45 a.m

- Vamos, bonita -ronroneó Zayn depositando pequeños besos en mi cuello- Arriba.

- Vete a la mierda -gruñí tomando una de las cobijas, empujándolo y cubriéndome hasta la cabeza.

Escuché cómo reía y sólo me dieron ganas de amordazarlo para que me dejara dormir. No estaba precisamente de buen humor, era sábado y Zayn quería que me levantara temprano. Estaba operado del cerebro sí creía que eso iba a pasar.

Despertar temprano por las mañanas en un fin de semana nunca había sido mi fuerte, ya era suficiente con lograrlo de lunes a viernes. Zayn lo sabía y, sin embargo, aquí estaba intentando arrastrarme fuera de la cama para sabe Dios qué. Imbécil.

- Pero tengo un problema -me tomó de la cadera y me pegó a él haciéndome sentir su erección contra el trasero.

Me destapé un poco y lo miré con los ojos entrecerrados. Era tan floja que me negaba a abrirlos por completo, aparte de que mis párpados aún pesaban por el sueño que tenía.

- Usa la mano, Zayn. Usa la maldita mano y deja de molestarme -me volví a girar y a cubrirme con la cobija dispuesta a volver a dormirme.

Maldito pervertido, me quería para aliviar sus problemas pero yo estaba exhausta por el día anterior y me negaba a moverme. A menos de que quisiera que a mitad de acto sexual me quedara dormida, claro.

El día anterior había sido el más ocupado de todos. Ni siquiera sabía cómo era que no había mandado a todos a la mierda a mediodía, o cómo había sobrevivido. Pero aquí seguía, sin sentir las piernas pero viva. Y todo era culpa de cierto par que me ponía de nervios: Louis y Harry.

Entre su boda, la fiesta y mi próximo evento me habían arrastrado hasta el limite del estrés. Y, por un segundo, me había propuesto atar a ambos chicos para poder continuar con mi evento y mi fiesta y después liberarlos.

Y es que aún recuerdo como habían llegado a mi oficina con varias carpetas y se habían plantado frente a mí diciéndome que debía ayudarlos con los colores, pues todo tenía que combinar a la perfección. Pero ambos habían sido tan acertados que habían llegado en el momento en el que atendía una llamada de Richard, el chico que me ayudaba con mi siguiente presentación para la línea de verano, y en la sala de espera estaba Taylor, la chica que me ayudaba a que la fiesta quedase perfecta.

Jamás había visto a ese par montar un drama de semejante tamaño, pues me reclamaron que ellos eran mis mejores amigos y tenía prioridad. ¡Faltaban cuatro meses, por dios! ¡Cuatro! Y para los otros dos eventos faltaba menos.

Pero después de ese drama, Zayn se los había llevado a otra sala y se había quedado con ellos hasta que yo pudiese terminar con todo lo que estaba haciendo y eso no fue hasta las cinco de la tarde. Después de eso, el resto de mi día había estado con ellos de un lado para otro, eligiendo telas y colores.

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