un pacto con el sucesor del diablo

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UN PATO CON EL SUCESOR DEL DIABLO
Capitulo 24

Perdón
Arthur corrió hacia ellos con el ceño fruncido –Ya esta todo listo Señorita, el cuarto esta preparado para la Señorita Lena-
Yulia asintió –Entonces prepara el baño y arregla un cuarto para la Señora Rometch junto al cuarto de Lena-
-Si Señorita-
-También tendrá que comer algo-
-Me ocupare de ello-
La morena volvió a asentir en modo de agradecimiento, y subió con Lena. -¿Puedes subir?- Le pregunto a la pelirroja.
Lena cerró los ojos y asintió con la cabeza. No dijo nada, solo se limito a subir. Cuando llegaron, permaneció en la cama observando sus manos que reposaban sobre su regazo. Yulia la miro y dudó un segundo. Empezó a desabrocharle los botones de la chaqueta –Los chicos te están preparando un baño- Dijo la morena suavemente –Tenemos que quitarte esta ropa-
Lena le copio la mano. Sus ojos verdes miraron a Yulia –Estoy bien, puedo hacerlo sola-
-¿Segura?-
Lena trago saliva con dificultad –Si- Llego un par de chicas con un juego de toallas y ropa limpia. Yulia espero a que las mucamas lo depositaran en medio d e la habitación y luego se levanto para marcharse
-Le diré a la Señora Rometch que te ayude-
-Gracias-
Yulia fue en busca de la anciana. Luego aguardo en la puerta del dormitorio hasta que la Señora Rometch terminara finalmente y saliera de la habitación. -¿Cómo esta?- Pregunto Yulia.
-Esta durmiendo Señorita estaba agotada. Se quedo dormida antes d e poder probar bocado-
Yulia suspiro preocupada –Me sentare a su lado un rato, no quiero dejarla sola-
-Como quiera, solo cuídela- Contesto la anciana.
-Yulia entro sin hacer ruido en la habitación para no despertarla, y se sentó en un asilla junto a la cama. Lena dormía de forma irregular y parecía tener malos sueños. Cada vez que Lena se movía inquieta, Yulia le cogía la mano. Cada vez que lo hacia, La pelirroja se tranquilizaba y volvía a sumirse en un profundo sueño.
Lena durmió toda la tarde y prácticamente toda la noche. Yulia se dijo que no saldría de la habitación antes de que Lena se despertara y pudiera darse cuenta de que se encontraba allí. Pero poco antes del amanecer, Yulia se durmió. Soñó con Lena y, en sus sueños, le sonería del modo en que lo hacia en San Petersburgo.
La luz de la mañana se colaba a través de las cortinas bañando los parpados de Lena. Parpadeo varias veces para evitar que la luz la deslumbrara. Finalmente abrió los ojos. Su cabellera desprendió un fuerte olor a lilas. Bajo la mejilla tenia una almohada blanca y las rodillas estaban cubiertas por una suave sabana de algodón.
Por un momento Lena pensó que estaba soñando, pero luego se acordó d e Yulia. La había ido a ver al hospital y ahora se encontraba de nuevo en su casa. Empezó a incorporarse, y vio a la morena sentada en una silla junto a su cama, con los ojos cerrados y sus dedos entre los de ella.
Lena se emociono, verla durmiendo así le recordaba todas esas veces que luego de estar juntas, Yulia cuidaba sus sueños. A pesar d e todo lo que había y estaba pasando, era reconfortante verla.
Tras soltarse de la mano d e Yulia, La pelirroja de incorporo en la cama. La observo durante un momento. A Pesar de que Yulia respiraba de forma regular y profunda, parecía cansada como ella. Tenía ojeras y arrugas en la frente. Y aun así, Lena pudo distinguir, una suavidad que solo aparecía cuando dormía. Tenía el cabello despeinado y un negro mechón le colgaba d e la frente.
En aquel momento La morena se movió y abrió los ojos. Luego de incorporo rápidamente en la silla. –Lena… Lo siento debo haberme dormido-
-Si, eso parece-
Yulia la miro con sus ojos azules, algo preocupada -¿Cómo te encuentras?-
-Estoy mejor gracias-
-Eso me alegra mucho- Sonrío tiernamente –Le diré a la Señora Rometch que despertaste y que la necesitas-
-Gracias-
Yulia cruzo la habitación sin darse la vuelta y Lena observo confundida como la morena se alejaba. Volvía a encontrarse en el infierno. Suspiro y se levanto de la cama pensando en que debía hacer. Claro, pero ya no era la chica ingenua de antes. Conocía a Yulia, y sabia que no hacia nada que no fuera en beneficio propio ¿Qué precio tendría que pagar en aquella ocasión? Trato de no estremecerse.
Sentada tras el escritorio de su despacho. Yulia leía el periódico. Cuando Alguien abrió la puerta y Angus entro blandiendo un libro en la mano. –Las chicas tenía razón. Lena escribe de maravilla-
-Lo sé-
-Si supongo que lo sabes, de todos modos ¿Cómo esta ella?- Interrogo Nicolaj, mientras se sentaba frente a la morena.
-Mejor, despertó hace poco, Sabes pienso llevarla a la ascienda- Miro el techo –La Señora Rometch esta recogiendo sus cosas. Salimos dentro de una hora-
La puerta se abrió por segunda vez, en esta ocasión, fue Lan que irrumpió en el despacho. En los dos días que habían transcurrido desde que había llegado del hospital. Tras descansar en cama y con la mitad de los empleados d e la casa a su disposición, parecía completamente recuperada. Le brillaba la piel y el rojo de su cabellera resplandecía. Aquel día Lena parecía furiosa. Miro a Yulia con ira –Exijo saber lo que esta ocurriendo… La Señora Rometch dice que has pedido que recoja todas mis cosas, dice que me llevaras fuera de Moscú… Supondré que estar en esta casa me quita el derecho de tomar decisiones que influyan en mi vida. Si tu quieres salir fuera d e la ciudad hazlo, pero yo no me voy a ir contigo. Quiero volver a mi apartamento, ahora mismo-
Yulia copio el periódico –La cuarta Columna de abajo-
-Pero que… esto es mentira, nada es cierto… Por Dios Embarazada, Drogas… Dios mío solo fue un problema de presión-
Yulia copio el periódico que Lena sostenía en sus manos –Quiero alejarte de los chisporroteos, no son buenos para la salud-
-Pero y mi editor-
-Ya he hablado con él-
Lema la miro –No quiero deberte otro favor, ¿Cómo esperas que te lo devuelva?-
Yulia desvío la mirada sintiéndose culpable e incomoda por aquella acusación. Lo único que quería de ella era ver una sonrisa, oír como pronunciaba su nombre con suavidad. No quería otra cosa –Iras allí en calidad de invitada, nada mas. Solo quiero asegurarme que estarás bien-
-¿Poe que? ¿Por qué lo haces?-
-Por que me importas ¡**** sea! ¿Tanto te cuesta entenderlo?-
Lena pareció asombrada. Yulia la miro fijamente y sintió una mezcla de ira y otra extraña emoción que no pudo reconocer-
A Pocos metros, Nicolaj murmuro algo y luego se aclaro la garganta –No las quiero entretener, Pero es un viaje largo- Le dijo a Lena –A veces no queremos ver las cosas. Ve con ella. Con el tiempo todo se aclarara-
Lena permaneció un buen rato en silencio. Después asintió. Yulia se sintió aliviada. –Tengo que hacer algo antes de salir- Dijo –Nos encontraremos en una hora en la entrada-
Lena no volvió a decir nada, salio de la habitación y cerro la puerta con cuidado.
-Yo me ocupare de todo aquí- Se ofreció Nicolaj –Si necesitas algo dímelo-
Yulia sonrío a modo de agradecimiento –Gracias- Se sentía afortunada de tener un amigo como él.
La morena observo como Nicolaj abandonaba su despacho y luego se concentro para terminar lo que estaba haciendo en su escritorio. Por mucho que lo intentara no pudo concentrarse y las líneas de la página aparecían borrosas antes sus ojos. Tras apartarse los papeles, Yulia abrió el último cajón del escritorio. En el fondo había una pequeña caja de terciopelo, olvidada como si no tuviera más valor que un pedacito de papel arrugado. Yulia saco la cajita y la abrió. Sobre el satén blanco, las brillantes esmeraldas le deslumbraron. A su alrededor, el blanco helado de los brillantes mostraron su esplendor.
Desde el momento en que Yulia leyó la primera carta de Lena había querido ayudarla. Peor en lugar de hacerlo la había utilizado y la había traicionado. La morena frunció el ceño al observar las piedras que brillaban dentro d e la cajita. Tener una relación formal con ella hubiera sido la peor traición de todas.
Yulia tomo el precioso anillo y lo deposito en la palma de su mano para inspeccionar todas las gemas. Su deseo había sido poder ofrecerle a Lena la brillante y perfecta vida que simbolizaba aquel anillo.
Pero Yulia no podía dársela. Ella no poseía brillo alguno, era un personaje oscuro. Lena era la luz, el fuego. De algún modo, Yulia incluso había logrado que Lena dejara de ser radiante.
La morena cerro los dedos alrededor de aquellas preciosas gemas hasta que las piedras se le clavaron en la palma de la mano. No abrió la mano, no intento habitar el dolor.
No lo hizo hasta que noto la humedad de su propia sangre corriendo entre sus dedos.
Nicolaj intercepto a Lena antes que esta subiera las escaleras -¿Señorita Katina? Lena…-
Lena se detuvo y se volvió para mirarle con expresión de preocupación. Nicolaj percibió la sombra que oscurecía sus ojos verdes –Tengo que arreglar todo. No tengo demasiado tiempo-
-Ya lose. Solo es que… Me he dado cuenta de que estas enfadada. Sé que ha sido un experiencia terrible para ti, pero Yulia también lo ha pasado mal-
Lena esbozo media sonrisa -¿Mal? ¿En que sentido? Supongo que no vas a decirme que se ha sentido sola. Imagino que habrá tenido a muchas mujeres que le hayan hecho compañía desde que me marche. Dudo que ni siquiera alguien como tú tenga dificultades en encontrar buenas compañeras-
-No a ninguno de los dos nos han faltado nunca mujeres- Lena se volvió y echo a andar, pero Nicolaj la agarro del brazo. –A Yulia no le interesan otras mujeres. No le han interesado desde el día en que te conoció ¿No lo ves? Tú eres la única que le importa-
Len desvío la mirada, miro hacia el suelo y examino las baldosas –Me da igual. No me interesa una mujer que no confía en mí, que cree que voy a ser infiel-
-Tal ves no te ha contado ¿Te ha hablado Yulia de Charlotte?-
-¿Charlotte?-
-Charlotte era una chica de la universidad, a veces se acostaba con los chicos para tener un poco de dinero. Pero cuando conoció a Yulia no lo volvió a hacer. O eso creíamos. Pero un día Yulia la encontró en la cama con Angus Malakov-
Lena abrió los ojos asombrada –Cuando te vio aquella noche, pensó que habías estado con Angus, igual que había hecho Charlotte, supongo que perdió los estribos-
A Lena le temblaron los labios, pero se limito a alzar la barbilla –Tendría que habérmelo preguntado. Haberme dejado al menos que explicara. Tendría que haber confiado en mi. Pero en lugar de confiar en mi, pensó que yo era como… Como ella. Y no soy así-
-Yulia se equivoco Lena. Cometió un error. Pero todos cometemos errores. A Yulia le hicieron mucho daño- Volvió su mirada al piso –Alkyon también la decepciono, desapareció de la noche a la mañana. A Yulia le hicieron mucho daño. Eso la convirtió en una persona cautelosa, mucho más que la mayoría. Pero no es entupida. Es una mujer que sabe aprender de los errores, No volverá a ocurrir-
Lena no dijo nada, pero en su mirada había un dejo de tristeza –Piensa en lo que te he dicho- Dijo Nicolaj, amablemente. Lena le siguió con la mirada mientras Nicolaj se marchaba.
Con un traje negro que mostraba gran parte de sus pechos blancos, Anastacia interrumpió en el elegante salón de la ascienda Popóvich. La luz del sol se colocaba através de unas altas ventanas de la parte delantera en la casa e iluminaba los delicados candelabros de cristal.
Anastacia sonrío al hombre rubio que la esperaba y que se lanzo a sus pies inmediatamente –Señorita Popóvich… Anastacia. He venido en cuanto he podido-
-Cariño Angus- Se inclino hacia delante para besarle ambas mejillas.
-Estas tan guapa como siempre- Angus sonrío –En Moscú no tenemos mucho tiempo. Desde que te fuiste no he dejado de pensar en ti-
Anastacia conocía a Angus Malakov desde hacia años, pero hasta entonces no le había prestado demasiada atención, durante su ultima visita a Moscú Anastacia había sido invitada a la casa de Cadbury para asistir a su cumpleaños. Angus también acudió y ambos bailaron toda la noche. Angus se había mostrado muy interesado por ella, muy atento y mas todavía cuando comprobó que ella le correspondía.
Ya le había demostrado a Anastacia con anterioridad que la encontraba atractiva, un atractivo que tal vez se viera realzado por la enemistad que existe entre Angus y Yulia. Hasta hacia poco tiempo, Anastacia había ignorado sus insinuaciones. Ahora se alegraba de haber esperado.
Anastacia era muy conciente de lo atractiva que resultaba a los hombres. Con su cabello negro, su piel blanca y aquellos ojos verdes pálido, desprendía un aire sensual que los hombres solían considerar irresistibles. Sus pechos rosados permanecían erguidos y su cadera delgada. Poseía todos los atractivos femeninos que un hombre como Angus consideraba atractivos, y el hecho de que además fuera una ex de Yulia no hacia mas que incrementar su belleza.
Después de aquella velada, Angus le había pedido que fueran a cenar juntos. Tras la segunda noche iniciaron una apasionada aventura.
Anastacia sonrío a Angus
–Tu llamada sonaba urgente, dijiste que teníamos que hablar de algo importante- Dijo Angus.
-Así es, Pero ahora que estas aquí creo que ya tendremos tiempo para eso mas tarde- Anastacia acaricio el rostro con suavidad y luego atrapo su rostro entre las manos y tiro de el para poder besarle. A Angus se le acelero el corazón. Anastacia noto la erección de Angus y le dedico una sonrisa. -¿Por qué no subimos un rato? Tal vez… mas tarde… tengamos ganas de mantener una conversación seria-
Los sensuales labios de Angus se curvaron –Es una buena idea- Volvió a besarla, esta vez con mas pasión, Deslizando su lengua en el interior de la boca de Anastacia, al tiempo que presionaba su cuerpo contra la erección entre sus piernas –Si, es una idea estupenda-
Hasta tres horas mas tarde no mantuvieron la conversación para la que Anastacia lo había llamado. A Anastacia le gusto descubrir que Angus se mostrara incluso mas dispuesto de lo que ella había imaginado.
Ambos salieron del dormitorio y regresaron al piso inferior cogidos de la mano. Anastacia había imaginado que pasarían una agradable tarde, pero en aquel momento llego un mensaje y se vio obligada a cambiar de planes.
El viaje a la ascienda Volkova transcurrió prácticamente en silencio. Yulia no estaba de humor y Lena divagaba en sus pensamientos “¡Por que me importas! ¿Tanto te cuesta entenderlo?” Las palabras de Yulia resonaron una y otra vez en su cabeza. Dos semanas atrás Lena no hubiera podido creerle. Estaba convencida entonces de que ella únicamente se preocupaba por si misma, de que era una mujer malvada y cruel que se había divertido utilizándola, pero eso fue antes de que Yulia fuera a su departamento para rogarle perdón. Antes que fuera al hospital y de que le hubiera cuidado con el rostro tan lleno de autocompasión. Antes de despertarse y haber encontrado a la morena cogida de su mano. En aquel momento recordó las historias de Nicolaj. De un a Yulia fuerte que llego a ser la esperanza de los chicos del internado, de Charlotte la mujer que traiciono y de ella misma. Además su madre la había abandonado y su padre la había despreciado ¿Quién la había querido?............... Únicamente ella.
Lena se sentía herida. En una ocasión la había amado. Ahora aquel amor había desaparecido y estaba tan profundamente y estaba tan profundamente enterrado que jamás podría recuperarlo. De hecho no deseaba recuperarlo ¿O tal vez si?
Bajo sus pestañas, Lena examino la dura expresión en el rostro de Yulia y recordó como aquel serio rostro se ablandaba cuando dormía, llegando a parecer una niña. Recordó la mirada protectora cuando le dijo que todo estaría bien. El tierno modo en que la miraba cuando pensaba que no le veía.
Lena negó con la cabeza. Estaba fantaseando, imaginando cosas, fingiendo que Yulia era algo que jamás seria. Aunque la morena se preocupara por ella, no la amaba. Yulia era incapaz de amar. Sencillamente no poseía ese tipo de emociones.
Los turbios pensamientos se sucedieron en su menta hasta que empezó a sentir un fuerte dolor de cabeza. Cero los ojos y apoyo la cabeza en el asiento mientras escuchaba el ruido del motor. Convencida que debía pensar en otra cosa.
Intento concentrarse en lo que haría en cuanto el escándalo hubiera desaparecido y volviera a encontrarse sola. Estaba segura de que Yulia la apoyaría. Al menos sabía que le había dicho la verdad. Lena no quería pensar en nada mas.
Había algo cierto: No podía bajar la guardia, si siquiera por un instante. Si lo hacia, aquella penetrante mirada le traería recuerdos que no quería desenterrar. Recuerdo de lo que Lena había sentido cuando Yulia la besaba, la acariciaba y le hacia el amor. Como le hervía la sangre cuando hacían el amor. Si pensaba en todo aquello Lena volvería a desearlo, y desearla supondría volver a amarla. No quería arriesgarse a que volviera a ocurrir. Ya había sobrevivido a su amor en una ocasión. No podría volver a hacerlo. Lena no soportaría otro engaño.
La ascienda se veía mas majestuosa de lo que Lena recordaba. Con tres pisos de alto, con aquellos majestuosos tejados y chimeneas. El automóvil se detuvo detrás de un porche blanco descapotable. Cuando llegaron un mayordomo abrió la puerta. Unos anchos peldaños de piedra conducían a la entrada principal de la casa. Lena noto como Yulia apoyaba la mano en su cadera mientras ella subía y cruzaba las enormes puestas abiertas de par en par.
-Bienvenida Señorita Yulia-
-Gracias Señora Pope-
La mujer sonrío amablemente, mientras Yulia hablaba con la Señora Pope. Lena examino la casa –Esta más hermosa de lo que la recordaba-
Los fríos ojos de Yulia mostraron una mirada mas suave –Si tanto te gusta, podemos dar una vuelta-
Se oyó entonces la voz de una mujer furiosa irrumpiendo el vestíbulo y Lena recordó a quien pertenecía tan estruendoso tono.
-Veo que llegaron puntuales. Yulia cariño eres tan predecible que resultas incluso aburrida-
Yulia no cambio de expresión –Ya que esa es tu opinión, podrías irte-
Anastacia arqueo una ceja. A Pesar de mostrar una coqueta sonrisa, no hubo nada de amable en ella. –De todos modos supongo que no necesitaras campaña mientras estés aquí. Sobre todo teniendo en cuenta que te has traído a tu preciosa putita para no aburrirte ¿Para que ibas a molestarte?-
Yulia se mostró furiosa. Sus ojos se oscurecieron, cerro el puño y apretó los dientes con fuerza. Le dedico una penetrante mirada a Anastacia –Te equivocas “Cariño” Lena no es una prostituta- La morena miro a Lena durante un fugas instante. Acto seguido miro a Anastacia de forma gélida –Pronto será mi esposa-
Lena que no era conciente de estas aguantando la respiración, soltó el aire de golpe. Yulia volvió a mirarla y en esta ocasión no desvío la mirada. Lena leyó el ruego en la mirada de Yulia. Era una mirada mucho mas evidente que cualquier palabra que pudiera añadir “No digas que no. Deja que lo haga por ti” Aunque hasta que entraran a la casa, Yulia no había mostrado intenciones de casarse con ella, no cabía duda que lo estaba diciendo enserio. Se casaría con ella. La protegería.
Yulia no la amaba pero le aseguraría un futuro, su nombre y su reputación. No dejo de mirarla un rato y Lena pudo ver aún mas en sus ojos, algo inesperado, muy fuerte y poderoso que la obligo a hacer un esfuerzo por mantener el equilibrio.
Lena no se equivoco al mirar aquellos oscuros ojos. No podía evitar notar la silenciosa ocasión que Yulia pronunciaba para que Lena le dijera que si. Aquello fue para Lena como una ráfaga de viento helado y, en aquel precioso instante, Lena supo que el amor que había sentido por Yulia en realidad no había desaparecido nunca permanecía en su corazón como siempre.
Lena la amaba y, al observar su rostro, al ver la conmovedora y esperanzadora mirando bajo de aquella fría e insensible fachada, comprobó que no tenía otra opción que casarse con ella. Lena estaba dispuesta a arriesgarse, por muy grande que fuera la apuesta, por peligrosa que fuera, con la esperanza de que tal vez llegara un día en que la morena también la amara.
A Lena se le llenaron los ojos de lágrimas. No fue capas de decir nada y aunque hubiera querido no habría podido. En lugar de hablar, Lena se aproximo a Yulia y le dio la mano. Los dedos de ambas de entrelazaron, apretando casi hasta sentir dolor. La morena coloco un brazo alrededor de su cintura, miro a Anastacia –Lena pronto se convertirá en Lena de Volkova-
Anastacia mostró una salvaje expresión y esbozo una tímida sonrisa -¿Y cuando tendrá lugar ese maravilloso acontecimiento?-
-Arreglaremos todo enseguida- Yulia miro a Lena y por segunda vez en pocos minutos. Lena no reconoció aquella mirada. De pronto comprendió que s e trataba de esperanza.
-Entre tanto- Dijo Yulia dirigiéndose a Anastacia –Podrías irte de mi casa, me esta molestando que llegues aquí sin avisar-
Anastacia miro hacia arriba –Tu cuarto tendrá acción como cuando lo compartiste conmigo-
Yulia apretó los dientes pero no añadió más comentarios. Se volvió hacia uno de los sirvientes –Lleva a la Señorita Popóvich a la salida-
-Si Señorita- El chico castaño se apresuro a hacer lo que la morena había pedido-
Con un gesto de enojo Anastacia siguió al chico hasta la entrada y hasta que se hubo marchado.
-Señora Pope, por favor lleve a Lena a su habitación, esta muy canasada y necesita descansar. Yo quiero comer algo, y luego creo que también me retirare a descanzar un poco-
-Claro Señorita-
Lena siguió a la mujer escaleras arriba. La puerta del dormitorio esta abierta y una chica estaba terminando de ordenar la habitación.
Mientras la Señora Pope deshacía el equipaje, Lena se sentó. Estaba agotada. Estando frente a la chimenea encendida comenzó a pensar “ ¡Dios mío! ¿Qué he hecho?” A pesar de que la habitación era calurosa, Lena sintió un escalofrío. Todo había ocurrido muy deprisa. Yulia le había dicho a Anastacia que iban a casarse. Y con su silencio, sin pensarlo, ella había aceptado ¡Dios tenia que estar completamente loca! ¡Demente!.
Visualizo el rostro d e Yulia, pero en aquella imagen no aprecio anhelo, ni apenas rastro d e la necesidad que anteriormente había visto en la expresión de la morena. ¿Y si solo eran imaginaciones suyas? ¿Y si se casaban y Lena descubría que Yulia era la mujer fría y despiadada que parecía ser? Lena necesitaba hablar con ella, saber lo que Yulia pensaba. Tenia que asegurarse se que no se equivocaba. Cruzo la habitación y se sentó detrás de un pequeño escritorio que había en la esquina para escribir una pequeña nota en la que pedía a Yulia que se reuniera con ella a las 10 en punto en el jardín. Le entrego la nota a la Señora Pope y le pidió lo hiciera llegar a la morena.
Tras una felicitación, la Señora Pope se fue y Lena se metió en la cama. Estaba convencida de que si descansaba un rato vería las cosas con rayos de claridad.
Peor dos horas mas tarde Lena seguía despierta y tan confundida como antes.
Yulia paseaba por el jardín. Pensó que era agradable caminar por allí aunque hiciera un poco de frío. Se dirigió hacia la fuente de mármol que brotaba en el centro del jardín y se sentó en uno de los bancos de piedra que la rodeaban. No estaba segura por que Lena la había citado. Se coloco bien el cuello de la blusa y jugueteo con la mascada.
Había mantenido la esperanza de poder dedicar el tiempo que le quedaba antes d e la cita a pensar en que le diría a Lena cuando llegara pero no se le había ocurrido nada. No estaba segura por que la había citado. Ni siquiera estaba segura de que Lena estuviera de acuerdo en casarse con ella. Permaneció sentada, a oscuras y recordó una carta de Lena:
“Hay muchos nervios en la facultad, Olya, va a casarse. Ella esta muy contenta. Imagino lo maravilloso que debe ser enamorarse, casarse y formar una familia. Me pregunto si seré tan afortunada como ella”
Yulia recordó la carta y se pregunto si Lena se consideraría afortunada de poder casarse con ella. En una ocasión había dicho que la amaba. La morena se pregunto si era cierto lo que dijo o solo fue para disuadir a Angus. Intento pensar en quien la había querido realmente. Charlotte no, por supuesto. Su madre tampoco, al menos no lo suficiente para dejarla en el internado y abandonarla para siempre. La chica del internado, había desaparecido sin dejar rastro. Su padre, el la había despreciado hasta que la necesito.
Miro hacia la casa mientras buscaba a Lena por entre los desiertos caminos. El jardín estaba tranquilo y únicamente se oía el ulular de un búho y el ruido del agua de la fuente. Hacia frío y la noche era clara. La morena deseo que Lena se hubiera acordado de ponerse una chaqueta.
A oír unos pasos, Yulia se puso de pie, nerviosa e insegura ¡Dios! ¿Qué iba a de decirle?
-¿Yulia?-
-Estoy aquí en la fuente- Lena se volvió y se aproximo a ella con una expresión tan confusa en el rostro como la de la propia Yulia. Permanecieron un rato en silencio. Luego iniciaron la conversación al mismo tiempo y volvieron a quedarse en silencio.
-No se por donde empezar- Dijo finalmente Lena mirándola.-¿Lo que dijiste a Anastacia era cierto?-
-Deberías saber que si-
-¿Por qué? ¿Por qué ibas a querer casarte conmigo?-
Yulia no sabia como contestar, de hecho ni siquiera sabia que debía contestar –Tendría que haber sentado cabeza hace tiempo –Era la mejor razón que s e le ocurrió –Necesito una persona a mi lado. Tú necesitas quien limpie tu reputación. Seria la solución a nuestros problemas-
-Pero dijiste que no estabas hecha para el compromiso-
-Tal vez lo pensaba… Pero la vida avanza y las personas cambian. Jamás había pensado en esa posibilidad, pero tal vez me precipite-
-Comprendo- Pero Lena no se mostró demasiado entusiasta con la idea. Tal vez Yulia no había sido lo suficientemente explicita. Lena se dirigió a la fuente y deslizo un dedo a lo largo de la fría superficie del agua –Si vamos a casarnos tendría que vivir contigo y…-
-Te quiero Lena. Siempre te he querido. No pretendo que esto sea tan solo un acuerdo-
Transcurrieron unos largos segundos –No voy a mentirte Yulia. Estoy asustada, llegue a confiar en ti. Me asusta volver a hacerlo-
Yulia se sintió apenada. Tras acercarse a la pelirroja le sujeto la barbilla entre sus dedos y le hizo volverse lentamente. Para que la mirara –No puedo borrar el pasado. Solo puedo prometer que jamás volverá a ocurrir nada parecido-
Los ojos de Lena, examinaron el rostro de Yulia -¿Me amas Yulia? ¿Aunque solo sea me quieres un poco?-
Yulia sintió una fuerte presión en el pecho. Le habría gustado poder decir lo que Lena deseaba escuchar. Poder hacer que sus sueños se hiciesen realidad, pero Yulia no sabia que era amar a alguien, y no estaba dispuesta a mentir de nuevo a Lena –Me importas Lena, mucho más de lo que pensaba que podría importarme nadie. Pero ¿Amar? No se amar. En realidad no creo sea capaz de tener ese sentimiento. Solo puedo decirte que cuidare de ti y haré todo lo que pueda para hacerte feliz-
Lena se mordió el labio inferior –No… no lo se-
Aquellas palabras no le agradaron a la morena. Sintió como crecía la presión en el pecho. Llego a pensar que le cortaría la respiración –Deja que cuide de ti, que me ocupe de ti. Por favor, Lena te necesito. Di que serás mi esposa-
Lena la miro directamente y Yulia se pregunto que podía leer en sus ojos que secretos rebelaba su expresión. Fuera lo que fuese, los ojos de Lena se llenaron de lagrimas –Me casare contigo Yulia-
La morena no tenía previsto besarla. En principio se limito a observar aquella bonita mirada, pero no pudo evitarlo. Atrapo el rostro de Lena entre sus manos, se acerco a ella y la beso en los temblorosos labios con toda la pasión de la que era capaz. El perdón de su traición se mezclo con el reconocimiento de que pronto seria suya y su necesidad por ella aumento. El deseo irrumpió como un volcán en erupción en su sangre.
Por un momento Yulia permitió que su pasión se desatara, la abrazo, la beso ardorosamente, notando los dedos de Lena en sus hombros. La beso de nuevo y acto seguido se aparto de ella antes de que todo fuera demasiado lejos, antes que pudiera hacer algo de lo que luego tuviera que arrepentirse. Se esforzó por recuperar el control, sumida en un escalofrío. Su pecho subía y bajaba como si hubiera corrido una carrera
–Creo que será mejor que entres- Dijo con un suave tono de voz –Si no lo haces me sentiré tentada a romper la promesa que me hice cuando vinimos aquí-
Lena la miro con el rostro encendido y los labios aún húmedos por el beso. Yulia vio incertidumbre en sus ojos y se odio por ello. Alzo una mano y acaricio la mejilla de Lena con mucha suavidad. Con una última sonrisa teñida de preocupación Lena se volvió y corrió hacia la casa.
Yulia la observo marcharse, el deseo aún hervía en su sangre. Había sido capas de controlarlo durante los últimos días. A hora que Lena había aceptado casarse con ella, el deseo invadía su cuerpo como si de una bestia en celo se tratara. La lujuria era una sensación familiar. Fue la ternura que sintió mientras observaba como Lena desaparecía en el interior de la casa lo que la asombro. Por un momento, ni siquiera supo de qué se trataba.
Volvió a sentarse en el banco y se froto la nuca con la intención de aclarar sus pensamientos. Ya había hablado con su abogado para que le facilitara una licencia especial. En pocos días estarían casadas. Yulia se miro la mano, cerró el puño y sintió como los músculos de su antebrazo se tensaban. A lo largo de los años, Yulia se había mantenido física y mentalmente fuerte. Había aprendido a no temerle a nada y había utilizado esa cualidad para aumentar su fortuna y arreglárselas sola.
Ahora miraba hacia un futuro que incluía una pareja estable y compromiso, La morena sintió un temor que jamás había experimentado con anterioridad. En realidad jamás había estado tan asustada como en aquel momento, sentada a solas entre las sombras del jardín, pensando en la extraña cadena de cambios que le habían conducido hasta aquel inesperado punto en su vida.
continuara...

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