un pacto con el sucesor del diablo

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UN PATO CON EL SUCESOR DEL DIABLO
Capitulo 23

El rey y la princesa.

-Señorita tiene una invitada ¿Hago que pase?- Pregunto Arthur desde la entrada del estudio.
-Claro deja la pasar- Dijo Yulia sin muchas ganas.
-Con su permiso Señorita- Agrego el anciano antes de marcharse
Yulia se apoyo contra el respaldo de la silla. Cerró los ojos mientras mas trataba de olvidar mas recordaba. Había visitado junto con Nicolaj un bar, varias chicas se le acercaron, pero ninguna fue de su agrado. A excepción de una pelirroja, pero todo se arruino pues no era Elena Katina.
Yulia se puso del pie, se maldijo a si misma y maldijo a Lena por lo que había hecho.
Cada vez caminaba por la casa, algo le recordaba a la pelirroja. De vez en cuando, como aquella tarde se acordaba de la mujer con la que había hecho el amor, en la que había confiado como nunca había confiado en otra mujer y sintió un gran dolor en el pecho.
Yulia apretó los dientes. Inspiro profundamente y dejo escapar el aire lentamente. El toque de la puerta la despertó de sus pensamientos –Con permiso Señorita- Dijo Arthur antes de abrir la puerta –Madam por aquí por favor-
Yulia giro sobre sus talones, y se topo con la dulce mirada de una regordeta anciana, vestida formalmente de marrón. –Señora Rometch, que gusto, por favor pase y tome asiento- Yulia rodeo el escritorio y quedo frente a la anciana –Arthur por favor trae café y tarta para la Señora-
El mayordomo respondió con una reverencia y se retiro.
-Veo que mi niña no es la única devastada- Dijo de la nada la anciana mirando a Yulia de reojo, mientras se quitaba el abrigo.
-Disculpe Señora Rometch, pero no deseo hablar de Lena- Dijo cortante Yulia. Mientras se sentaba en el sofá, junto a la anciana.
-No se preocupe Señorita Volkova, solo he venido a contarle una historia- Dijo sonriente la mujer.
-Señora Rometch, ya soy una mujer adulta como para que me cuente historias infantiles- Dijo Yulia con una amplia sonrisa.
-Silencio niña- Dijo simulando molestia la anciana cogiendo la mano de Yulia –Solo necesito que escuches mi cuento-
La mirada suplicante en el rostro de la Señora Rometch, silencio a Yulia. Tal vez si hubiera tenido la oportunidad, le habría gustado tener una abuela como la anciana.
-Esta bien la escucho-
La anciana se acomodo en el sofá y comenzó a narrar –Hace muchos años en un reino muy lejano, había un magnifico rey. Este hombre era gruñón y frío, pero jamás había decepcionado a su reino. Era justo con ricos y con pobres-
La mujer acaricio la mejilla y el cabello de Yulia de una forma cariñosa, como si de una pequeña niña se tratara –a Nuestro rey no le gustaban las demostraciones de gratitud, ni que sus súbditos supieran que sentía, así que siempre ocupaba una pesada armadura, Por eso era conocido como el rey de acero. Nadie conocía su rostro, ni siquiera sus mas cercanos-
La anciana sonrío tiernamente y continuo –Un día llegaron al reino tres hermosas princesas, buscando asilo, por que su reino estaba en guerra. El rey de acero las acogió en su castillo. Con el pasar de los días, se enamoro de la mayor de las princesas, por fin sentí que podía sacarse la armadura y mostrarse tal cual era, pero la princesa estaba prometida a un rey muy lejano. El rey de acero muy triste lloro, y lloro hasta que sus lágrimas oxidaron su armadura. Con el pasar del tiempo Se enamoro por segunda vez, en esta ocasión de la segunda princesa, pero esta no le correspondía, pues amaba a un noble cortesano. El rey se volvió esquivo, malhumorado. Además sus lagrimas oxidaron su armadura a excepción de un pequeño trozo de su casco.- La narración se detuvo, Arthur entraba al despacho con una bandeja con café y tarta.
-Gracias Arthur, puedes retirarte- Sonrío –No te preocupes yo serviré el café-
Apenas Arthur se retiro, la Señora Rometch le quito la bandeja a Yulia d e las manos –Una reina no puede hacer esto-
-¿Una reina?-
-¿Cuantas de azúcar Señorita?- Pregunto la anciana tomando el azucarero.
-Tres por favor- Yulia miraba interrogante a la anciana, acaso ella era el  rey de acero.
-Niña te va a dar diabetes, solo le pondré dos- Dijo entre risas la anciana, pasándole la taza ala morena.
-Gracias-
-De nada- En silencio por un rato ambas bebieron café. Pero Yulia quería saber que seguía en la historia -¿Qué ocurrió con el rey?-
La anciana sonrío y continuo con la historia –Paso mucho tiempo, El rey creí que ya no volvería a enamorase, pero la tercera princesa lo enamoro. Vivieron hermosos momentos juntos, la princesa era una mujer muy dulce. Paso el tiempo, y el rey creía que podría salvarse, pero no lograba quitarse la armadura, el oxido de sus lagrimas pasadas, hacia imposible que se desprendiera. A la princesa no le importo, a pesar de la capa de acero que los separaba se quedo junto al príncipe. Pero un día la primera princesa, al ver a su hermana tan feliz, sintió envidia y le dijo al rey que la princesa estaba enamorada de otro hombre y solo estaba con el por su riqueza. El rey ciego por la furia lloro y cubrió por completo de oxido su armadura. Expulso a la princesa del reino sin escucharla, pues el oxido no le dejaba escuchar nada.- La mujer se detuvo y bebió el resto del su café, suspiro profundamente y continuo.
-La tercera princesa destrozada, volvió a su reino, allí su padre la busco un príncipe de tierras lejanas con el que se caso y reino muchos años. El tiempo logro que se abriera una pequeña abertura entre el oxido y el acero, pero ya el rey estaba viejo, entonces Pudo escuchar, y la primera princesa le pudo decir la verdad sobre su engaño, entonces el rey desesperado busco a la tercera princesa ahora reina, pero cuando la encontró se dio cuenta que la había perdido. Rogó su perdón y juntos lograron desprender al fin la armadura. El rey era un hombre muy hermoso, pero con la mirada triste, pero la reina no lo amaba, el tiempo había hecho que todo el amor que sentía se borrara. Ahí el rey volvió a su reino solo, ya sin su armadura. Pasaron unos cuantos años más y en su lecho de muerte, lo ultimo que logro articular, fue el nombre de su amada tercera princesa-
Yulia tenia la mirada empañada, El rey era ella estaba segura -¿Por qué ha venido a contarme esto?-
-¿sabes que es lo que hizo mal el rey Yulia?-
-No se saco la armadura y no confío en la princesa- esas palabras resonaron en su cabeza “No confío”. La Señora Rometch se puso el abrigo y se dirigió a la puerta, tomo el pomo y antes de salir, miro a Yulia y agrego –Mañana are tarta de manzana, quizás le gustaría probarla- Agrego antes de cerrar la puerta tras de si.
Pasadas las 5 de la tarde el día siguiente, Yulia se decidió a ir al departamento de Lena, Había pensado toda la noche en el rey y en ella misma. Sin darse cuenta, estaba frente a la puerta de Lena. Su mano tembló al tocar la puerta, quiso irse, pero no lo logro, sus pies no le respondieron.
Cuando la puerta se abrió la anciana la saludo con una confortante sonrisa –Pase y tome asiento, le traeré café y trozo de tarta, La Señorita Esta en el balcón, cuando le dije que esperaba a una amiga, insistió en no molestar, confío en que el olor de la tarta la atraiga- Guiño un ojo a la morena.
Pocos minutos mas tarde, se escucho una puerta al interior de la casa abrirse, y al momento después, Lena salía por el pasillo, en dirección a la cocina, pero se topo con la imagen de la morena en su camino. -¿Qué haces aquí?-
-La Señora Rometch me invito a comer tarta- Fue todo lo que puso articular. Lena se veía triste, mas pálida d e lo normal y un leve tono rojizo en sus ojos indicaba que había estado llorando –Te vez pálida- Dijo la morena sin pensar.
-Eso no te compete, por favor retírate de mi casa- La frialdad en sus palabras era evidente. Lena no hablaba de esa forma jamás.
-Por que luces así, ¿Y Angus? Creí que-
-¿Creíste que?- Lena no fue capaz de disimular su enojo. Ni siquiera lo intento –Por favor dímelo. Me encantaría saber que demonios Creíste- Los movimientos de sus manos mostraban el sarcasmo con el que hablaba.
-No estoy para juegos Lena. Los vi juntos la noche en que te encontraste con el en el invernadero, los vi desde mi cuarto, jamás salí de casa-
Lena no podía creer lo que oía. Se había esforzado en olvidarlo y tardo un rato en recordar la escena. Entonces comprendió que Yulia había creído que ella había acudido a la cita para encontrarse románticamente con Angus y se le hizo un nudo en la garganta. Estuvo apunto de echarse a reír producto de la histeria. Y la furia que sentía aumento -¿Nos viste aquella noche? ¿Enserio? ¿Quieres decir que viste como nos metíamos al invernadero? Es una lastima que la noche y las plantas no te dejaran ver lo que ocurrió dentro. Si lo hubieras visto, sabrías que le dije a Angus que me dejara en paz. También habrías visto lo furioso que se puso. Estaba tan furioso que intento- Lena trago saliva con dificultad –Forzarme… Si no hubiera sido por el Señor Mcgregor, tu jardinero, seguramente lo habría logrado. Y ahora si me haces el favor retírate-
Lena intento pasar por su lado, pero Yulia se coloco frente a ella –Mientes-
Lena alzo la barbilla. Se le llenaron los ojos de lagrimas -¿Eso crees? Tú eres quien miente Yulia. Todo lo que dijiste, todo lo que hiciste fue una gran mentira. Me alegro de haberme alejado d e ti. Solo Dios sabe cuantas mentiras mas me hubiera creído de ti- Tras tarde la vuelta, esforzándose por recuperar la visión normal, Lena entro en su cuarto a toda prisa.
En cuanto cerró la puerta, escucho el ruido de la puerta principal cerrarse, lo que decía que Yulia se había marchado.
No quería pensar en ella, nunca más. No quería recordarla tan bella…
El automóvil subió a toda prisa por el callejón de detrás de la casa, levantando una nube de polvo. Yulia salto de el antes que se detuviera por completo. Y se dirigió al invernadero. -¿Dónde esta Mcgregor?- Dijo agarrando al mas joven de los jardineros.
El chico se hecho a temblar al comprobar la mirada de Yulia –Esto… Esto- Trago saliva –Creo que esta en su habitación-
Yulia se encamino hacia allí en cuanto oyó la voz del escoses –Estoy aquí Señorita- Se limpio las manos con un trapo -¿Quería verme?-
Yulia hecho un vistazo y vio a varios jardineros en el lugar –Necesito hablar contigo… En privado-
El escoses indico a Yulia su cuarto –Podemos ir a mi cuarto-
Yulia asintió –Muy bien-
Ya dentro de la humilde estancia, Yulia se volvió para mirarle a los ojos –Quiero saber que ocurrió la noche en que la Señorita Katina estuvo aquí con Angus Malakov-
El escoses se mostró cauteloso –Prefiero que se lo diga la chica-
-La Señorita Katina no esta aquí. Ahora cuéntame que paso-
Mcgregor rasco su cabellera rojiza y dejo escapar un suspiro –Esa noche no podía dormir. Oí unos ruidos, pensé que debía echar un vistazo-
-¿Y que viste exactamente?-
-Los vi a los dos, el tipo rubio, Angus creo lo llamo ella y la Señorita. Ella hablaba en un tono agradable, le decía que no le gustaba, y que mejor se marchara por que a usted no le gustaría verlo allí-
-¿Qué mas?-
-Le dijo… Le dijo que estaba enamorada de usted-
A Yulia empezó a darle vueltas la cabeza. Era imposible. Pero el escoses jamás había mentido. A Yulia pareció detenérsele el corazón. Por un momento pensó que estaba enferma -¿Estas seguro de que fue eso lo que dijo?-
-Si Señorita “Estoy enamorada de Yulia” Eso dijo la chica-
Yulia empezó a sudar. En el invernadero hacia calor y su barbilla estaba empapada de sudor -¿Qué ocurrió después?-
-Decidí subir. No era asunto mío. Y no quería escuchar a escondidas. Pero entonces oí que el tipo decía que iba violarla le gustara o no- Yulia negó con un movimiento de su cabeza –No soy uno de esos a los que no les importa que un hombre trate mal a una mujer-
Yulia cerró los ojos y sintió un fuerte dolor en el pecho.
-Lo aparte de ella- Prosiguió el hombre –Lo golpee y cayo contra unos estantes, le dije a la Señorita que regresara a la casa- El hombre sonrío- Entonces lo golpee de nuevo-
Si hubiera podido Yulia habría sonreído también, pero estaba segura de que jamás volvería a sonreír –Gracias Mcgregor, por haber contado la verdad… Y por haber cuidado de ella- Yulia se dirigió a la puerta, se detuvo y se volvió –Una última pregunta-
-Si Señorita-
-¿Por qué no se lo dijiste a nadie?-
-El tipo era hijo de un empresario, me amenazo con 20 años de cárcel. La chica le dijo que seria mejor que no dijera nada o se lo contaría a usted. Dijo que ninguno debía decir nada. Y eso he hecho hasta que usted vino-
Yulia se limito a asentir con un movimiento de cabeza. Lena había acudido a Angus para decirle que la amaba. Su honestidad la había llevado a estar a punto de ser violada y en lugar de protegerla, en lugar de preguntarle por que se había encontrado con Angus, Había asumido que la había traicionado y la había despreciado.
Pero Lena jamás la había traicionado. Había sido ella, Yulia Volkova, quien la había traicionado a ella. La había utilizado aquella mañana en su despacho, y la había pisoteado como a una flor con su zapato.
Yulia se detuvo a la mitad del camino que conducía a la casa. Tenia la frente húmeda y sentía nauseas. Dio varios pasos fuera del camino. Agacho la cabeza y se apoyo en un árbol, sentía que estaba a punto de vomitar.
Intentando volver al paraíso.
Lena trataba de concentrarse, debía escribir algo, de lo contrario tendría muchos problemas con su editor. Pero hacia mucho no lograba idear algo. Cambiar de posición tampoco la estaba ayudando.
-Siento interrumpirla Señorita pero alguien la busca- La Señora Rometch sonrío –Se trata de una m uy buena amiga mía. No querrá hacerla esperar ¿Verdad?-
A Lena se le hizo un nudo en el estomago ¿Una muy buena amiga d e la Señora Rometch? Eso le olía a azufre. Pero la noche anterior Lena no había podido dejar de pensar en Yulia. Parecía una increíble coincidencia. Se le acelero el corazón. Yulia no podía volver, ya no la deseaba. Ella no le importaba en lo mas mínimo. Pero no podía ser otra persona. Y de ser ella ¿Qué querría?
Le temblaron las manos al dejar el lápiz sobre la mesa, para dirigirse a la sala. Se retiro un mechón de cabello que le caía encima de la mejilla y se lo coloco detrás d e la oreja. Atravesó el pasillo hasta llegar a la sala. Lena se detuvo en la entrada de la sala, inspiro profundamente y entro. Yulia se dio la vuelta en el momento en que la oyó. Pero en lugar de encontrarse a la atractiva y desafiante Yulia que había aparecido la tarde anterior en su casa, la mujer que permaneció frente a ella estaba pálida y tenia oscuras ojeras bajo los ojos, hundidos e hinchados.
-Gracias por atenderme- Le dijo la morena –Temía que no quisieras verme-
-Vivo aquí. Además la Señora Rometch dijo que era una buena amiga, así que te atenderé solo por ella-
Yulia asintió y desvío la mirada –Tengo algo que decirte. No tengo ni idea de que opinaras al respecto o si hay alguna posibilidad de que me creas-
-Habla estoy escribiendo-
-Esto me resulta difícil- Yulia agacho la cabeza y luego volvió a levantarla. Parecía muy nerviosa. Lena jamás la había visto así –Lo que tengo que decirte no es fácil para una persona como yo-
Lena no dijo nada. Había algo en los ojos de Yulia, algo tan horrible que Lena no pudo dejar de apreciarlo
-Siento mucho lo que te hice, mucho mas de lo que llegaras a saber- Yulia se paso la mano por el rostro –Mira la noche que tenia que ir a la junta de los accionista, sabia que me habías mentido. Quería saber por que. Aquella noche no Salí de casa-
Lena no se mostró sorprendida. Y menos entonces, pues ya conocía la extensión de los engaños de Yulia.
-Vi como Angus se dirigía al invernadero, y vi que lo seguías. Cuando saliste de allí con la ropa rasgada y el cabello alborotado, imagine lo peor- Yulia desvío la mirada –Estaba equivocada-
La voz de Yulia era ronca. Lena no hizo caso del modo en que la afectaba su forma de hablar.
-Quería hacerte daño- Prosiguió la morena –Quería devolverte lo que creía me habías hecho-
Por primera vez todo aquello empezaba a tener sentido. Hasta aquel instante, Lena no había querido volver a pensar en ello, había evitado volver a pensar en la morena, ni siquiera por un momento. Empezaron a temblarle las piernas. Temía no ser capas de mantenerse en pie. Lentamente se apoyo en el sofá.
-Cuando te dije que te marcharas de mi casa, creí que te irías con Angus. Sabia que el te deseaba. No pensé que… Simplemente no pensé-
-¿Por qué me vienes a decir esto?- Pregunto Lena con un tono de voz amargo –Tu ya habías conseguido lo que querías. Te cansaste d e mi. Me lo dijiste esa mañana en tu despacho. Dijiste que…- A Lena le tembló la voz y, a pesar de sus esfuerzos, se le llenaron los ojos de lágrimas.
Yulia se coloco a su lado y se arrodillo mientras Cogía los helados dedos de Lena entre sus manos. La mano de Yulia estaba incluso mas fría que la de ella. –Tenías razón. Te mentí aquella mañana, pero no como tu imaginas. Mentí acerca de las mujeres. No hubo ninguna otra, Peor aun, te mentí cuando te dije que no te quería. Siempre te he querido Lena. Desde el primer momento en que te vi te he querido. Ahora te miro y se que te quiero-
Lena evito mirarla –No quiero oírlo. No quiero ni una palabra mas- Lena se dirigió hacia la puerta pero Yulia le impidió el paso.
-No tienes por que perdonarme. No importa lo que pienses de mi, Solo acompáñame. Te voy a sacar de este departamento-
Lena intento mostrar su ira –Estas demente. No me voy a ir a ninguna parte contigo. No daría ni un paso contigo fuera de este lugar-
-Se que debes odiarme. Tienes razones para sentirte así, pero necesito mostrarte algo-
-No me voy a ir contigo, Yulia Volkova, ni ahora ni nunca-
Yulia estaba tensa y parecía mas delgada de lo que realmente era –Lena escúchame. Solo una hora y te traeré sana y salva-
-¿Me permitirás que vuelva a calentar tu cama? ¿Me harás el amor por una hora, para luego ir a por la otra? Deja que te diga algo Yulia. No tenia ninguna intención de tener absolutamente nada con Angus. Pero tampoco estoy interesada en ser algo tuyo- Lena miro fijamente a aquellos penetrantes ojos azules –Desde que he te conocí he aprendido algo. Jamás confiar en el heredero del diablo- Lena tenso los pómulos y algo parecido a un lamento apareció en su mirada. Sin atender al dolor que oprimía su corazón. Lena se volvió y se dirigió hacía el pasillo. En esta ocasión Yulia no intento interponerse en su camino. En cuanto Lena llego a su cuarto, con el pulso acelerado, noto como un fuerte peso en el pecho que le dificultaba la respiración.
Lena cerro la puerta tras de si. Ya había sufrido bastante en manos de Yulia Volkova. Fuera lo que fuera lo que le deparaba el destino, no tenía la intención de volver a verla nunca más.
Aquel día Lena estuvo trabajando hasta el agotamiento y cuando cayó la noche, una sensación extraña la invadió. Como si el cuerpo le pesara más de lo soportable, como si la cabeza le fuese a estallar. No quería pensar en Yulia. No quería recordar la lastima reflejada en su rostro.
Cuando logro conciliar el sueño, estos estuvieron plagados de dolorosas imágenes, imágenes de la mujer cariñosa que Yulia había sido cuando hacían en amor. La frígida expresión en su rostro, la frialdad que parecía envolver su piel. La mirada helada que la penetraba y la adormecía.
-Yulia…- Susurro en la oscuridad; el sonido de su propia voz acabo aquel terrible sueño.
Através de la ventana de su curto, pudo ver como salía el sol por el este. Lena se estremeció a causa del frío que hacia en la habitación, se coloco el cabello encima del hombro y lentamente se levanto. Unos minutos mas tarde se puso la falda negra y la camisa blanca y se dirigió al pasillo.
No desayuno, no se veía capaz de comer nada. Le dolía la cabeza y tenia los músculos agarrotados por la falta de sueño. Una nueva sensación de frío la asalto. Traspiro helado. Trataba de llegar a la sala cuando la Señora Rometch apareció desde la cocina, con su cariñosa sonrisa –Señorita tiene una llamad…-
No termino la frase, Lena se había desplomado a mitad de la sala, estaba demasiado pálida y respiraba con mucha dificultad. –Niña, ¡Dios mío! Ambulancia- La anciana corrió al teléfono.
Yulia entro en el pequeño comedor privado en uno de los restauranes preferidos de Nicolaj. No tenía hambre, había perdido el apetito. Algo que enserio llamo la atención de Nicolaj.
-Tienes un mal aspecto- Interrumpió el hombre –Será mejor que te sientes antes de caerte desplomada- Nicolaj llamo a una camarera y pidió algo del menú para los dos –Parece que  llevaras una semana sin comer-
Yulia suspiro cansada –No tengo apetito- Sentada en una silla de terciopelo rojo, en aquel elegante comedor privado. Yulia le contó a Nicolaj la historia de lo que había ocurrido con Lena, en el invernadero y el resto de la historia. –Admito que me he equivocado muchas veces en mi vida, pero jamás de semejante manera. No quiere verme. No me habla. No contesta mis llamadas. ¿Qué voy a hacer?-
-Tal vez deberías decirle simplemente lo mucho que te importa. Por que resulta evidente que te importa-
Yulia negó con la cabeza –No puedo, no quiere escucharme. Y aunque lo hiciera jamás me creería-
En aquel momento llego la comida. Tostadas, zumo de naranja, huevos, carne, pastel leche –Come necesitaras fuerzas para salir del lío en el que te has metido-
Yulia comió con desgana y en silencio, cuando una extraña sensación la invadió, como si algo estuviera mal. Y Nicolaj lo noto.
-Te sucede algo Yulia, te ves peor que hace 10 minutos- Dijo en burla el joven.
-No se Nicolaj una sensación extraña- Sonrío con nerviosismo –Tal vez no deba comer mas-
-Puede ser- Sonrío abiertamente –Pero así parecerás palillo, ya ni te veras- Dijo entre risas Nicolaj mientras se comía un trozo de pastel que apenas le cabía en la boca.
Yulia lo miro divertida, su amigo era un payaso y siempre podía animarla aunque fuera un poco. Pero el divertido momento fue interrumpido por el celular –Dame un minuto- Inquirió Yulia mientras se paraba a contestar lejos d e la mesa. –Bueno-
-Señorita Yulia, gracias a Dios, llame a su casa y a su oficina, le tuve que rogar a su secretaria para que me diera su numero- Dijo una preocupada y acelerada Señora Rometch.
-Señora Rometch por favor cálmese, que sucede- Respondió Yulia en tono calmo.
-Es mi Señorita, Esta mal, en el hospital, ¡Dios mío! Señorita Volkova, lleva una hora en urgencias y aun no se nada, no sabia a quien llamar…- La anciana rompió en llanto –Ella se desplomo derepente, no se que hacer, mi pobre Señorita…-
-¿En que hospital esta?- Dijo Yulia en tono nervioso.
-En el hospital general- Respondió entre sollozos la anciana.
-Muy bien estoy cerca- Calculo Yulia –Estaré allí en 15 minutos Señora Rometch, no se preocupe-
La morena se dirigió rápidamente donde Nicolaj –Me voy, Lena esta en el hospital- No dijo mas, y se marcho.
Cuando estaba en la entrada del Restaurante, escucho un grito de Nicolaj - ¡Mejor te vistes de enfermera tal vez así la reconquistes!-
Un fugaz sonrisa apareció en su rostro, pero se borro al instante, Lena estaba mal, no era momento de imaginar a Lena de enfermera. Entro a su automóvil, le dio las indicaciones al chofer y partieron lo mas rápido posible al hospital.
Por el trayecto Miles de cosas pasaron por su cabeza, Y si Lena estaba mal, Seria su culpa, Jamás se perdonaría si le pasaba algo. Lena era demasiado importante para ella, no podía perderla ahora.
-Señorita llegamos- La voz del chofer, la saco de sus pensamintos.
Yulia bajo rápidamente y se dirigió a urgencias, allí, Sentada con un pañuelo en las manos, estaba la Señora Rometch, con los ojos rojos, y aun húmedos por las lagrimas.
-Señora Rometch ¿Cómo sigue Lena?- Le dijo Yulia algo agotada mientras le tocaba el hombro.
-No se, no me han dicho nada, el doctor aun no a salido-
-Demonios, Y por que tardan tanto- Maldijo Yulia, caminando hacia la enfermera recepcionista. –Señorita quisiera saber sobre la Señorita Elena Katina, la ingresaron hace poco-
-¿Que parentesco tiene usted con la Señorita?- Respondió sin cuidado la enfermara mientras revisaba algunos papeles.
-Le pregunte como esta la Señorita Katina- Respondió molesta la pelinegra.
-Si usted no tiene parentesco no puedo darle ningún dato, disculpe tengo trabajo que hacer- La enfermera se paro, y le dio la espalda mientras revisaba unas gavetas.
-¿Sabe usted con quien habla?- Exclamo Yulia, evidentemente molesta.
-Con Yulia Volkova- Dijo una voz masculina detrás de ella –Por favor cálmese, Señorita, la enfermera no tiene la culpa que yo me tardara-
Cuando Yulia Volteo se encontró al doctor que atendía a su padre parado con los brazos cruzados y con evidente molestia –Doctor Hoffman, es usted, usted ¿Atiende a la Señorita Katina?-
-Así es, pero si no se calma no le diré nada- Se dio la vuelta y se dirigió donde la Señora Rometch –Esta joven a pesar de tener tanto estatus no tiene educación- Sonrío tiernamente a la anciana –LA Señorita Katina se encuentra mejor, fue una fuerte deshidratación, cansancio, y una gran baja de presión, pero ya esta estable, solo debe permanecer en descanso por lo menos una semana, esta noche la dejaremos aquí-
Giro sobre sus tobillos –Escucho Volkova, ahora pida una disculpa a la enfermera-
Yulia se volvió y fulmino a la enfermera con la mirada –Ella comprende mi situación no es cierto-
-Si.. Si doctor no se preocupe, no me ofendió ni nada- El tono nervioso de la enfermera dejo en evidencia las intenciones de Yulia.
-Deja de amenazarla y discúlpate, de lo contrario, no dejare que veas a la Señorita Katina- Dijo el doctor en tono de regaño.
-Señorita enfermera, mis mas sinceras disculpas, perdón por haberla ofendido, y hablarle de una forma tan mal educada- Dijo de inmediato Yulia con una leve reverencia.
-Muy bien, igualita a tu padre- Rió el doctor –Señora por favor sígame, Lena esta dormida, así que por favor no la despierten, va por ti también Volkova-
-Señora Rometch le molesta si voy yo primero- Dijo Yulia mirando a la anciana.
-Claro que no, me imagino estas mas ansiosa que yo de verla- Sonrío amablemente.
-No se imagina cuanto- Tomo las manos de la anciana, y las acaricio, esto lo confirmaba, si tuviera una abuela quería que fuera la Señora Rometch.
-Sigue por el pasillo en el cuarto 220- Dijo el doctor acercándose a una enfermera –Si se despierta, llama alguna enfermera inmediatamente-
Yulia con un movimiento de la cabeza, asintió. Se dirigió al pasillo y lo atravesó. Al final de este, una puerta blanca con el numero 220 en letras negras indicaba que hay estaba Lena. Cogió el pomo, y lo giro.
Cuando entro la primera imagen que vio fue a una Lena dormida, apaciblemente. Una sensación de ternura que jamás había sentido inundo su interior. Era cierto la quería mas de lo que ella misma pensaba, pero Lena no la quería ver, no la quería escuchar.
Se acerco hasta el borde de la cama, allí, se arrodillo. Observo a Lena y recordó las muchas veces que luego de hacerle el amor, mientras La pelirroja dormía, dedicaba horas enteras a contemplarla. Esa mujer pelirroja tendida en una cama de hospital era su niña pelirroja, su hada… No quería perderla, no podía. Pero como lograr que Lena le creyera. En estos momentos debía odiarla.
Cogió la mano de Lena, la acerco a su rostro y la beso sutilmente. Jamás había rezado, ni siquiera en el internado, ni cuando su padre murió. Peor la idea de no tener a Lena la estaba matando. “Dios no suelo hablar contigo, Tu no me agradas y yo no te agrado eso lo tengo claro. Pero te pido que Lena me escuche, que me perdone. No me quites lo que por primera vez me hace feliz”
Una pequeña lagrima rodó por su mejilla. Cuando levanto la cabeza.
-Yulia- Escucho en un susurro.
-¿Lena?- A la morena le dio un vuelco en el corazón -¿Lena? ¿Puedes oírme?- Al ver que Lena no respondía, llamo a las enfermeras con afán, Pero al girar donde Lena, noto como esta abría los ojos.
-Lena, cariño soy Yulia ¿Puedes oírme?-
Lena movió los ojos y miro a la morena -¿Yulia?-
-He venido a verte mi hada- Yulia se acerco a ella y acaricio su rostro. –No te esfuerces- Se le hizo un nudo en la garganta –Todo ira bien- Dijo la morena en un tono amable, al retirar un mechón rojizo de su cara –Ahora estas bien. No te preocupes. Todo ira bien-
Lena parecía tan débil, tan frágil… Emitió un débil gemido y Yulia se acerco para abrazarla con fuerza. Susurro unas palabras de aliento y la fue soltando de a poco.
-¡Mi niña! Esta bien ¡Dios mío gracias!- La Señora Rometch entro corriendo junto con dos enfermeras –Que alegría Dios mío, estaba muy asustada- La anciana se acerco a Lena y la abrazo-
-Señora Rometch me legra verla- Dijo suavemente Lena –Quiero irme a casa-
-Te iras a mi casa Lena- Dijo Yulia con una sonrisa en su rostro.
-Señorita Volkova, yo…- Trato de hablar la anciana.
-Usted se vendrá con Lena, se quedaran allá un tiempo- Miro a Lena de reojo –Estarán allí, por lo menos hasta que Lena este bien-
-¡Me niego!- La voz de Lena resonó en la habitación –Antes muerta que volver allí-
-Lo siento Señorita, pero debo apoyar a la Señorita Volkova, yo no podré cuidarla sola, no estoy en edad, ya estoy vieja-
-Señora Rometch…- Lena dio un suspiro de Resignación –Esta bien- Dirigió una mirada a Yulia y agrego –Jamás volveré a tu cama Volkova, primero me suicidó-
Yulia sonrío picadamente –No te obligare- La miro –Hay muchas camas en mi casa mi hermosa hada-
-Señora Rometch, prométame no me dejara sola con esta mujer- Rogó Lena tomándole las manos a la anciana –Es un demonio-
Yulia río a carcajadas, giro sobre sus talones y se dirigió a la ventana. Suspiro, esta era su oportunidad, miro a lo alto del cielo y rogó a Dios por que Lena la escuchara, rogó por que la perdonara… Rogó por ser amada.
continuara...

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