Rescatando a Erik

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Tras la decisión de mi hermano por ayudarnos a dar con Raven, y rescatar a Erik en el proceso, procedimos a trazar un plan.

–La celda donde lo retienen se construyó durante la IIª Guerra Mundial, cuando había escasez de acero. –nos informó Hank–. Los tabiques son de hormigón y arena. Nada de metal.

–Está retenido cien pisos por debajo del edificio más seguro del planeta. –comenté yo, observando los planos que Hank había colocado sobre la mesa de la sala de estar.

–¿Y por qué está ahí? –nos preguntó Logan, su tono curioso y a la vez desconfiado por la personalidad de Erik. Ante su pregunta, Hank, Charles y yo intercambiamos una mirada.

–¿Se olvidó de contártelo? –inquirió mi hermano con un tono irónico, antes de comenzar a reírse.

–Eh... JFK. –respondió Hank.

–¿Él mató a...? –comenzó Logan, antes de ser interrumpido por Charles, quien ahora sonreía con ironía.

–¿Cómo se explica que la bala milagrosamente hiciera una curva? –dijo mi hermano–. A Erik siempre se le dieron bien las pistolas.

–Eso no lo sabemos, Charles. –intercedí yo, dispuesta a defenderlo–. Puede que no fuera lo que pasó.

–Sí, y yo soy la Reina de Inglaterra, (T/n). –comentó Charles, su tono frustrado–. Incluso ahora te empeñas en defenderlo... Cuando sabes igual que yo de lo que Erik es capaz de hacer.

–Logan, ¿seguro que quieres seguir con esto? –le pregunté a nuestro amigo tras dar un largo suspiro exasperado–. Como ves, no estamos en demasiada sintonía, que digamos. –al escuchar mi comentario Charles soltó una carcajada irónica.

–Tranquila (T/n). Podré soportarlo. –sentenció él–. Sigamos. Es vuestro plan, al fin y al cabo. No el mío.

–No tenemos recursos para entrar ahí. –indicó Hank.

–O salir. –apostilló mi hermano mayor–. Solo estamos, Hank, (T/n) y yo.

–Conozco a alguien. –comentó Logan con un tono lleno de confianza–. Ahora será un chaval. Se crio a las afueras de Washington.

–Yo también lo conozco. –indiqué yo, recordando–. Puede entrar en cualquier parte, pero necesitamos saber dónde vive. –comenté antes de mirar a Charles a los ojos–. ¿Lo intentamos con Cerebro? –ante la pregunta, mi hermano dejó ver en su rostro una total desconfianza, por lo que miré a Logan–. Yo podría intentarlo.

–Ah, no. De eso nada, (T/n). –rebatió mi hermano con rapidez–. No puedo dejar que te expongas a ese peligro. Podrías descontrolarte y desatar tu poder más letal.

–¿¡Eso es lo que soy para ti, Charles!? ¿¡Una bomba de relojería a punto de estallar!? –pregunté, indignada por su poca fe en mi.

–Eres mi hermana. No quiero que te pase nada.

–¡Oh! ¡Ahora te preocupas por mi! ¡Menuda novedad! –exclamé yo, alzando las manos al cielo.

–Vamos, chicos, calmaros los dos. –intercedió Logan.

–También tenemos una guía de teléfono. –indicó Hank.

***

Empresas Trask

El señor Trask caminó al interior de su compañía. Éste hombre, quien estaba a punto de provocar la creación de los Centinelas en un futuro, y quien sería responsable de la muerte de millones de mutantes.

–Señor Trask, creía que estaba preparándose para su viaje. –indicó la secretaria, levantándose de su asiento al verlo entrar en la estancia.

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