Preludio al conflicto

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Esa misma noche, todos los mutantes se encontraban muy nerviosos por el conflicto que iba a preceder a la revelación de los mutantes al mundo de los humanos. Chronos por su parte se encontraba junto a Caos, ambos tomando algo en la habitación de la manipuladora del tiempo.

–¿Sabes? Nunca había conocido a alguien como tú. –le indicó Alex–. Siempre sabes qué decir... Y eres muy amable.

–Gracias Alex... –replicó Hanon, jugando con su mecha de color lunar–. Yo me siento aliviada de que no me encuentres extraña por mi indiferencia en algunas ocasiones... Es solo que, al tener el dominio total del tiempo, me resulta todo tan predecible que...

–No te preocupes. –la interrumpió Alex, sonriéndole–. Tú también has pasado por mucho, ¿no es así?

–Ya lo sabes... –apostilló ella, tumbándose a su lado, apoyando su cabeza en su pecho tras dejar el vaso en la mesilla–. Mi padre abusaba de mi, pero por suerte podía usar mis poderes para volver atrás y evitar el conflicto, aunque no siempre era posible. Era tan inexperta que en muchas ocasiones no funcionaba, e incluso creaba un bucle temporal en el que me veía obligada a revivir el mismo instante una y otra vez durante horas y horas, inclusive días hasta que al final lograba detenerlo.

Alex abrazó a la joven de ojos celestes, calmando su cuerpo, el cual se había tensado solo de recordar aquellos momentos. A los pocos segundos ambos se durmieron por el cansancio, ya que tras tantos días de entrenamiento ambos estaban agotados.

Por otra parte, Raven se encontraba en su cuarto, con su habitual apariencia humana, llevando una bata blanca, cuando alguien tocó a la puerta.

–¡Adelante! –exclamó, entrando por la puerta Hank con algo en sus manos.

–Hey, te traigo una sorpresa... –dijo el joven mientras le sonreía a la metamorfa, entregándole lo que traía en sus manos.

Raven cogió lo que Hank le tendía y abrió la caja: dentro de ella había un collar de perlas, y al verlo, los ojos de la joven se abrieron con alegría, antes de observar que Hank traía otra caja con él. En el interior de ésta sin embargo, se hallaban dos jeringuillas con un liquido verde en su interior.

–Hank, el collar es precioso pero... ¿Qué es eso? –inquirió, confusa, tras ponerse el collar.

–He aislado el marcador de tu muestra de ADN. –comenzó a explicarse Hank mientras ambos se sentaban en unas sillas que había junto a la cama–. Éste suero es como un antibiótico. Ataca a las células causantes de nuestra mutación física. No afectará a nuestras capacidades –indicó antes de mirar a Raven a los ojos–, si aún quieres hacerlo, claro.

Raven asintió, antes de proceder a inyectarse la jeringuilla, siendo detenida por Hank, lo que provocó que ella lo mirase confusa. Éste sonrió.

–Creo que deberíamos esperar a inyectar la muestra... Ya sabes, quizás hoy sea... El último momento de paz que tengamos, y...

Raven sonrió ante el aparente nerviosismo por parte de Hank, pero comprendiendo sus intenciones y estando de acuerdo con él, la muchacha guardó las muestras y depositó la caja de las jeringuillas en la mesilla de la cama, antes de proceder a besar a su nuevo novio, quien comprendía lo que ella sentía, y aún así la amaba por ello.

***

Me encontraba en la cocina, preparando una taza de té para Charles, un café para Erik y un chocolate para mi. En mi mente aún estaban demasiado recientes los eventos que se habían sucedido aquella mañana, lo que provocaba que mi mente se distrajera por momentos, por poco echándole sal al café en vez de azúcar. Suspiré, intentando calmar mis nervios, pues ahora me había quedado claro que Erik sí correspondía mis sentimientos, sin embargo, no sabía cómo podría mirarlo a los ojos tras lo de la mañana. Tras colocar las tazas en la bandeja me dispuse a llevarla a la sala de estar, cuando escuché hablar a Erik y a mi hermano, cerrando mi mente para que Charles no escuchase mis pensamientos. Me quedé inmóvil en el pasillo, escuchando su conversación.

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