Capítulo 11

3K 255 33
                                    

No entiendes cómo ha podido pasar de nuevo. Incluso cuándo uno intenta hacer las cosas como se deben, la vida es tan injusta, que de todos modos termina castigándote de alguna manera.

Has sido presente de cómo le han maltratado, incluso con una simple mirada.
Fuiste testigo de cómo su padre lo dejó abandonado a su suerte, por el simple hecho de que nunca lo vio con ojos de amor.
Claramente su madre no tuvo derecho a objetar; Y ¿Él? está contigo ahora, en la Tierra, dónde a partir de ahora, será su nuevo hogar.

Thor ha hecho un trato con los Avengers y los agentes de Shield.
El dios se quedará contigo, y si se mete en problemas, por más mínimo que sea el asunto, regresará a Asgard, para ser aprisionado por toda la eternidad.

Hace una semana llegaron a tu departamento, y Loki sólo habla en raras ocasiones. Sólo se sienta a leer por horas, o simplemente se mantiene encerrado en su habitación. Sabes que nuevamente se siente traicionado, por su propia familia. La única en la que puede confiar es en su madre, y ella se encuentra a billones de años luz en estos momentos.

Se debe sentir derrumbado, al igual que su madre.
Y te carcome viva el saber que no puedes hacer nada para ayudarlo; el dice que necesita estar solo, que pronto todo volverá a la normalidad, y el viejo Loki que conociste en aquel bar regresará.

Te encuentras sentada en el sofá de tu sala leyendo un libro, intentando no pensar en todo lo que ha sucedido en este último periodo de tiempo, después de todo, siempre es bueno regresar a casa.

- Hola, mortal -Oíste a Loki bajar las escaleras, y posteriormente escuchaste su saludo, observaste como el dios se pone de pié a un lado del sofá para observarte.

Él tiene tantos problemas, que no entiendes cómo es capaz de aún mantenerse de pié, sólo.

- Hola -Intentas sonreir alegre-. Qué sorpresa, no te esperaba aquí.

- ¿Qué lees? -Ignoró por completo tu comentario, sentándose a tu lado. Sin tu consentimiento, tomó el libro de tus manos, y lo regresó a la primer página, para comenzar con su lectura.

- ¿Te gustan los poemas? -Preguntas divisando el libro, el asiente.

- De vez en cuando dedico mi lectura a ello -Respondió sin despegar la vista del escrito.

Repentinamente Loki cerró el libro, hizo una mueca, y lo depositó sobre la mesa de café que se encuentra frente al sofá. Lo observas atentamente, sus ojos están acuosos, y no tardará en romperse.

Entendiste que el jamás dirá que necesita ayuda. Jamás dirá que se siente ahogado en sentimientos de los cuales no puede deshacerse. Simplemente por orgullo, y honor.

- Loki... ¿Quieres hablar-

- Ya no insistas -Interrumpió-. No necesito el apoyo moral de una simple mortal para estar bien, sólo-

No permites que termine su oración, y lo jalas del brazo atrayéndolo hacia tí. Posicionas su cabeza delicadamente sobre tu pecho, pasas una de tus manos hacia su espalda, mientras que con otra acaricias su cabello. De inmediato el dios se tensó, pero pronto se aferró a tí, dejándote casi sin aire.

Y lloró.

Lloró por todas las veces que no se lo ha permitido, estas segura de ello. Sus lágrimas se desbordan de sus ojos, y caen sigilosamente, para deslizarse sobre sus mejillas, ya húmedas. Pero no emitió ni un sonido, solo se desahogó en silencio.

Luego de poco tiempo, finalmente se calmó, y acomodó su cabeza sobre tus rodillas. Lo observaste con pesar, sin dejar de brindarle caricias en su cabellera negra, y de vez en cuando masajeas su cuello, y hombros con delicadeza.

- No es bueno dejar que tus demonios te devoren a ti mismo -Acotaste con una voz cálida, y serena.

El príncipe no respondió, mantiene sus ojos cerrados, aunque sabes que escucha atentamente tus palabras, y sin necesidad de una contestación, continúas hablando.

- No estás solo -Susurraste-. Mal que mal, me tienes a mí después de todo.

El dios esbozó una sonrisa de lado, y suspiró. No se movió de tus brazos durante un largo rato, se quedó allí acostado, permitiendo que lo mimes, y mientras lo haces, le cuentas historias sobre tu vida de cuándo eras pequeña, o cosas tontas que te han sucedido, para levantarle el ánimo. El se dedica a escuchar, aunque no acota ningún comentario, lo ves reirse cuando le comentaste sobre aquella vez cuando una abeja te picó en el trasero cuando reposabas en la playa.

Reparaste tu mirada en su sonrisa, después de todo lo que sucedió, habías olvidado por completo lo que sientes por aquél muchacho que se encuentra acostado en tu regazo. Un leve sonrojo se hizo presente en tus mejillas, y por un lado, te alegraste de tenerlo en casa, pues te hacía falta un poco de compañía en el departamento.

Aunque esperas de corazón que todo remonte vuelo.

Mí Bella Mortal [Loki Laufeyson y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora