Rose

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Él se deleitaba en ese banquete, su lengua regordeta relamía el plato de lo delicioso que estaba. Dejó correr algo del vino sobre mi abdomen, recorriéndolo hasta llegar a mi vagina y succionar completa la poción. Luego de penetrarme se acostó a mi lado. Yo bebía desde la botella, estaba recordando a mi esposo muerto y cómo me hacía el amor mejor que este decepcionante hombre que tenía mucha belleza y miembro para lo que en realidad era.

—Entonces... ¿Qué averiguó hoy, inspector Rey?

—No mucho, belleza. Arcadio es el único del que tenemos una pequeña pista. Ninguno ha soltado prenda de nada.

—¿Continuarán con las averiguaciones mañana?

—Por supuesto, el secuestrador debe estar acá aunque no lo hallamos a él ni a los secuestrados. Según los guardias y los registros nadie más entró a la isla ¿Sabes lo que pasó en este lugar antes de que los dueños y la iglesia católica la tomara? Este lugar fue el recipiente de la maldad de los humanos. Cada vez que intentaron rehacerla de los cimientos, la isla se defendió envenenando a los habitantes para que hicieran cosas malas. Este sitio, aun con lo que hizo la iglesia para apartar los malos espíritus, está plagado de fantasmas sedientos de venganza.

—O sea ¿Tú de verdad me estás diciendo que fueron fantasmas quienes los raptaron?

—Solo digo que cabe la posibilidad de ello, si cree en lo sobrenatural, claro está. Usted no lo es, por supuesto. Todas las demás creo que sí lo son. Hemos venido acá encubiertos, belleza. Somos Inquisidores, cazadores de brujas. Has estado viviendo en una bomba de tiempo. Pero eso es hasta hoy, mataremos a todas esta noche. Mis hombres se encuentran en estos momentos interrogando a la directora Helena. Teniéndola sola se nos hace más fácil matarla, solo esperan mi señal. Es quien dirige el aquelarre, y están tratando de hacer un ritual que las hace indetenibles. Se registró la ausencia de la mujer hace unos años en donde se presume que realizó un Ascenso en una finca en la frontera Colombovenezolana.

—Qué lugar más extraño para hacer esas cosas ¿no? ¿Y no han registrado otros de esos rituales?

—Claro, hace unos años en Londres. — Las piernas me temblaban ante la sensación de derrota. Pero debía conservar la calma y rogar que este hombre no me descubriera.

—Tengo que ir al baño, Rey. En un momento salgo. — Entré sacando el bote de la poción de muerte y lo froté en mi vagina, ya no necesitaría hacerlo cambiar de parecer. Tenía que matarlo pero para ayer.

—Sal, belleza— Le grité que en un momento lo haría—. Salga, Rose.

Di un último respiro antes de abrir esa puerta. Salí con las manos arriba, el hombre apuntándome con el bastón plateado que semejaba estar vivo por esos movimientos innatos como si miles de engranajes se estuvieran preparando para disparar. Sonrió sabiendo que nos iba a matar a todas.

En una esquina oscura de la habitación, el cuerpo de Rebeca salió sigiloso de las sombras y con rapidez se le fue acercando sin que lo notara. Se aproximó a él con el puñal en las manos. Él se volteó ante la presencia y creyó tenerla en sus manos, efectuando un disparo a un cuerpo que ya no estaba allí y que ahora estaba al otro lado de la habitación. Rebeca me pasó el cuchillo y rápidamente logré clavárselo entre las costillas. Una fuerza invisible lo hizo aproximarse a las sombras sin poder luchar. Rebeca hizo con sus manos el gesto con el que se mata a una gallina para despescuezarla, haciendo que la cabeza del hombre diera una vuelta imposible en su propio eje y terminándose de desplomar frente a nosotras. Había que ir con Helena. 

La Danza de las Hermanas I : Santuario de BrujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora