Abrí mis ojos, y el cielo se tornó rojizo, como si estuviera teñido de sangre. No sabía qué hora era, pero sabía que era de noche. Estaba en las vías del tren, y lo vi a lo lejos.
Era Lempo, aún más grande de lo que lo recordaba, y aunque no podía distinguir su rostro, sabía que me estaba mirando. Como siempre lo hizo, desde mi infancia. Levantó su mano derecha, y miles de personas se levantaron del suelo, para luego arrodillarse y mostrarle reverencia.
Cuanto más me acercaba, más intenso era el cántico de sus seguidores.
Al acercarme lo suficiente, me di cuenta de que era dolor, en su máxima expresión. Casi sin vida, con el último esfuerzo que les quedaba, suplicaban piedad. Pedían por sus hijos, su familia...
Lempo sacó una guadaña y comenzó a decapitarlos, uno por uno.
La lluvia se largó, y no era de agua, sino de sangre. Fuego caía sobre las montañas, y mis manos se teñían de rojo carmín.
Miré hacia atrás, nadie me seguía. Cuando reaccioné, grité el nombre de Elian, y corrí hacia la ciudad en su búsqueda.
Todo estaba destruido, en llamas, y las personas se arrastraban por el suelo.
Busqué mi celular, pero tampoco estaba, y comencé a desesperarme. Seguí gritando su nombre, y lo escuché a lo lejos.
— ¿Estás orgulloso de lo que hiciste? — Susurraba Lempo dentro de mi mente. — Todo esto es tu responsabilidad. Tu mejor obra.
Seguí caminando, sin reconocer el lugar que me rodeaba, mientras mis lágrimas se mezclaban con la sangre, y el hedor a muerte penetraba mis pulmones.
— Suplica a tu único dios, a mí, como lo hacen todos a tu alrededor. Sólo así llegarás a la salvación.
Los gritos sonaban cada vez más desgarradores, ya no distinguía lo real de lo falso, y me costaba concentrarme. Sólo necesitaba llegar hasta Elian.
El cielo se iluminó durante tres segundos, y pude ver a uno de los dragones de mi visión anterior, sobrevolándome, con algo en la boca, pero no alcancé a distinguir qué era.
— Esto es lo que logramos juntos. — Volví a escuchar dentro de mi mente, y desperté.
Me senté al borde de mi cama, todavía no amanecía y estaba sudado. Comprobé que Dagaz estuviera en el cajón y, luego de secarme el sudor de la frente, comencé a hacer diferentes bocetos de soportes para la piedra. Cada vez me preocupa más perderla.
Hace alrededor de una semana que llevo teniendo sueños así, supongo que desde la última vez que vi a Elian, la noche del incidente... En algunos sueños, sólo estamos acostados, mientras sujeto su mano, hasta que se desvanece. En otros, simplemente presencio su muerte; supongo que es mi método para aceptar que no va a volver a ser parte de mi vida.
Aparte de los bocetos, propuse diferentes teorías sobre Dagaz. Por ahora, sólo puedo controlar la trayectoria de los átomos a escala universal, pero, ¿es posible hacerlo sobre un objeto o un área en particular? ¿Puedo mantener duplicados de mí en el mismo espacio, pero de diferentes tiempos? ¿Puedo regresarme a mí mismo en mi cuerpo, y así viajar en el espacio igualmente sin crear copias innecesarias de mí mismo?
Terminé las ideas del soporte y la que más me gustó fue la de un guantelete articulado, con una ranura para Dagaz en la palma de la mano, y me propuse probar mi última teoría. Mentalicé 2015, mi estadía en Reino Unido, y un momento en particular; la merienda con Aleko.
Cerré los ojos, apreté a Dagaz con toda mi fuerza, y después de sentir un gran bajón de energía, abrí los ojos, mientras bostezaba.
— ¿No dormiste bien? — Preguntó Alexander.
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Eón
General FictionAiden es un joven de 17 años que puede controlar el tiempo, lo que lo lleva a lidiar con lo absurda que se volvió su vida desde que obtuvo sus habilidades, hasta que resurgen sus pesadillas.