Gotas cayeron suavemente sobre mis párpados. Me costó recordar qué pasó. Abrí los ojos y vi a Elian, despertándose en el mismo instante. Nuestras narices casi llegaron a tocarse, y aunque no pude ver su boca, sentí su sonrisa. No pude ni quise hablar, me gustaba el silencio y la comodidad que sentí teniéndolo frente a mí, aunque hayamos estado tirados en la tierra.
Pero la calma estaba lejos de llegar. El caos todavía no abandonaba el lugar, el futuro seguía siendo confuso, y sentí el final está cada vez más cerca. No entendía, si detuvimos la amenaza... ¿No?
Elian tocó mi cara bruscamente, molestándome, pero no quería verlo.
— No te duermas. — Susurró.
Me limité a sonreír, aún con los ojos cerrados, un poco más inquieto quizá, cuando sentí la punta de su nariz acariciando la mía. Sentía que estaba reviviendo aquella noche en mi casa. El magnetismo que sentí no pudo ser asimilado, no pude dejarme llevar, no debía hacerlo. Fue sólo uno de esos momentos en donde él se sentía débil, pero cuando recuperara la fortaleza, sabía que se alejaría, como ya lo hizo antes.
Bañados en sangre, sucios y olorosos, no importó, esta secuencia fue perfecta a pesar del millón de defectos, y el pasado y el futuro no debían importarme con un presente tan hermoso. Él era mi musa, y como tal, su destino fue destruirme.
Reuní energía, y apretando mis puños con todas mis fuerzas, me senté en el lugar, cuando vi todo con aún más claridad. La ciudad estaba en llamas, a pesar de la lluvia. No había ni un sólo sonido.
Sólo lo vi a Lempo, mirándonos fijamente, del otro lado de la vía, acercándose sin prisa.
Mi corazón latió como nunca antes lo hizo. Estaba demasiado débil, tanto que al intentar levantarme, si no hubiera sido porque Elian me sostuvo, me caía.
— ¿Sabés cómo conseguí mi espada? — Preguntó, mientras me acomoda entre sus brazos.
— No.
— Viajé en el tiempo para aprender más sobre esto. Creía que alguien en el pasado sabía, y estuve recorriendo muchos lugares. ¿Sabías que en este mismo lugar había un reino grandísimo? Ahí encontré a un anciano, quien al verme me abrazó, ¡Estaba llorando de alegría! No me quiso decir su nombre, pero me llevó la cima del cerro, donde había una roca muy grande. — Parece que no va a detenerse, ni caminando ni hablando. — Y la espada estaba sobre ella. Él dijo que me pertenecía.
— ¿Excalibur?
— No sé. La cosa es que pude sacarla, y desde ahí la llevo conmigo. Es como si tuviera vida... Ahora me está pidiendo salir.
— Es que la tiene.
Sacó la espada, y aquél bronce sangriento se desvaneció, convirtiéndose en oro puro. Agarró mi mano y la sostuvo con la espada, que no dejaba de resplandecer.
Como si un estallido de energía surgiera del interior de mi corazón, me sentí vivo otra vez, y noté que no sólo está lloviendo, sino que estábamos en el medio de una tormenta.
— ¿Lo ves? — Pregunté, señalando a la entidad de casi 3 metros.
Cada vez se acercaba más, estaba a menos de cien metros de nosotros, con su capa intacta, y la niebla mucho más oscura y notable de lo que recordaba.
— Sí. Tenemos que irnos.
— No. Es bueno. — Respondí.
— No... — Hizo una pequeña pausa que no esperaba. — Yo lo vi. Esa tarde en tu casa, lo vi por tu ventana. No habló pero me hizo ver muchas cosas... Creí que eran mambos míos...
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Eón
Fiksi UmumAiden es un joven de 17 años que puede controlar el tiempo, lo que lo lleva a lidiar con lo absurda que se volvió su vida desde que obtuvo sus habilidades, hasta que resurgen sus pesadillas.