Capítulo 19 - Isabella

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Después de la conversación con Ann, intenté atender las clases, pero pasaron las horas y los profesores y no conseguí retener nada, mi mente simplemente estaba en una especie de vacío.

Por un lado, mi padre últimamente ha estado enfermándose mucho, tanto que empiezo a preocuparme, porque, aunque él y yo no tengamos la mejor relación del mundo o la más normal, lo quiero mucho y aunque no lo demuestre, me afecta y preocupa todo lo que le pase, sin contar que necesito a mamá de vuelta.

Y por otro lado está este nuevo estado en el que me encuentro, cuando empecé este último año ni siquiera tenía fe en que un chico se fijará en mí, ahora resulta que no sólo tengo uno sino dos chicos interesados en mí. O eso creo, porque realmente espero que Nill no sea de esos idiotas que solo juegan con las chicas, lo último que quiero es romperme el corazón.

Al terminar mis clases me dirijo a la cafetería en compañía de Ann. Le pedí que me acompañara porque como la completa cobarde que soy, no siento la suficiente confianza para llegar sola hasta el encuentro post–beso con Nill y ella como lo buena mejor amiga que es, vino a darme apoyo moral.

Llegamos a las puertas y me detengo para tomar una fuerte exhalación, estoy tan nerviosa.
Ann me ofrece una sonrisa divertida animándome a entrar y me dice que va a esperar afuera como lo prometió.

Abro la puerta y mi corazón se detiene, los dos únicos hombres que se han interesado en mí parados se encuentran parados frente a frente mirándose.

No tengo idea de si han estado hablando o apenas iban a cruzar palabra, intento esconderme para averiguar, pero no me fijo bien y me doy un fuerte golpe con uno de los estantes llamando la atención de ambos que corren hasta mí.

– ¡Demonios!
Exclamo desde el piso, tocando mi frente.

Yo como siempre de torpe.

– ¿Bella, estás bien?
Alejandro me mira preocupado tendiendo una mano hacia mí.

– Eso creo.
Respondo con poca seguridad viendo cómo su mano danza frente a mis ojos.

– Qué gran entrada, linda.
Comenta Nill con una sonrisa burlona, entonces me toma de la cintura y me ayuda a levantar.

– Que chistoso.

Intento sonar sarcástica y aparto sus manos de mi porque su contacto me hace erizar, cuando lo hago el techo me da vueltas y termino en sus brazos, de nuevo.

– Oye ¿Estás bien?.
Con su cara a centímetros de la mía, se arruga en una mueca.

Asiento y él se relaja luciendo una hermosa sonrisa y trabando su mirada con la mía.

Lo miro y me ahuevo completamente entrando en ese vacío que ambos creamos cada vez que nos miramos así hasta que un ruido sordo nos hace separarnos, giro mi cabeza hacia el sonido y noto que es Alejandro que se aleja enfadado y ha tirado una silla en el camino.

Siento una rara sensación recorrer mi cuerpo porque algo me dice que sus sentimientos esta vez son reales, pero otra parte de mí se niega a confiar y es por eso que niego con mi cabeza y me obligo a ignorar la situación caminando hacia cocina para tomar un trapo y empezar a limpiar.

Nill me sigue, tomando la escoba y también saca de su bolsillo su celular y un altavoz para enseguida poner música. Me río cuando lo veo mover la cabeza al ritmo de la música, pero minutos después lo hago con él.

Pasan las horas y entre los dos limpiamos todos y cada uno de los rincones de la cocina y el resto de la cafetería bajo el ritmo de diferentes electrónicas.
En un momento dado subo a una escalera que encuentro para limpiar sobre los estantes y encuentro unas hermosas tijeras doradas por lo que me subo en lo más alto del lado izquierdo de la escalera para intentar cogerlas, pero cuando descubro que no alcanzo gruño de frustración.

Mi mejor accidente, TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora