Epílogo

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Hace una semana en un test de personalidad me preguntaban que dentro de mis actividades favoritas cuál era la que más disfrutaba hacer y aquel día había contestado que escribir, pero recientemente he descubierto que aparte de eso, una de las cosas que más disfruto es montar en la moto con Nill. Y sonara un poco cliché, pero me gusta, porque cuando viajamos solo somos él y yo, porque su moto es su objeto más preciado y me halaga saber que solo lo comparte conmigo. Además, porque él parece tener una especial confianza cuando maneja y yo por mi parte, siento que guiada de él podría ir a cualquier lugar en el mundo.

Abro los brazos al viento y miro al cielo, la brisa golpea mi cara al tomar una curva y su aroma invade mi nariz. Hoy me siento diferente, siento que es un día especial.

Debido a que vamos a visitar a sus padres ambos estamos completamente vestidos de blanco; yo llevo un vestido largo con detalles de encaje y unas aberturas en ambos lados de las piernas que me permite tener la comodidad que llevo montada en la moto, mi cabello esta suelto y ondea con el viento. Él lleva pantalón, camisa y un gorro blanco.

Siento su mirada sobre mí y lo descubro observándome a través del retrovisor con esa forma tan especial con la que siempre me hace erizar y me saca una gran sonrisa.

Nos acercamos a un pequeño túnel y yo vuelvo a rodear a Nill con mis brazos. Me gusta que nuestros cuerpos están especialmente cerca, meter mi cara en su cuello, respirar su aroma y tocar la piel bajo su camisa.

Me pierdo en la infinitud del momento, y cierro los ojos hasta que un olor a mar llega a mis fosas nasales.

A nuestra derecha, abajo, en la carretera, a unos cuantos metros está la playa. Tomamos otra curva y yo veo por última vez las hermosas olas tomar forma y luego deshacerse en la orilla.

Llegamos a nuestro destino y nos detenemos en la entrada. Bajo el gran nombre del cementerio hay un anciano con un pequeño puesto de flores que por la manera en que le sonríe a Nill puedo asegurar que se ven seguido.

El hombre llamado Antonio, le vende un ramo de rosas blancas y me regala una flor de orquídea del mismo color.

– Para la señorita – Ofrece sonriéndome, le devuelvo la sonrisa. Nill la acomoda en mi cabello, mientras me ofrece una cálida sonrisa.

Nos permiten seguir en la moto hasta llegar a una pequeña colina donde hay dos grandes árboles. Nill asegura la moto, y toma mi mano para guiarme en dirección a los árboles.

Para ser sincera son bastante grandes y llamativo, no reconozco su tipo, pero su forma es hermosa, desde sus raíces hasta sus hojas tenía una forma enlazada como si fueran dos enredaderas.

Cuando estamos lo suficiente cerca, Nill me invita a agacharme para observar sus raíces. Lo hago.

– Estos árboles son muy especiales – Explica, ambos nos arrodillamos sobre las raíces y las hojas que han caído al suelo de los árboles – cuando mis padres murieron sus cuerpos fueron cremados y sus cenizas fueron esparcidas en la playa.

Lo observo atenta enterrar la caja de cigarros mientras me cuenta la historia – Siempre quisieron que fuera así después de morir. Sin embargo, pensando en que no tendrían un lugar donde sus familiares pudieran visitarlos, decidieron que luego de su partida se sembraría un árbol en su honor.

– Así que estos son sus árboles... – él asiente y yo admiro el árbol maravillada, es una idea increíble – Tienen una forma muy hermosa, como que están enlazados desde la raíz hasta las hojas.

– Así es, y estos de aquí eran sus nombres – Coloca sus manos en una placa ubicada en el piso entre las raíces de ambos árboles. En ellas se lee con claridad "En honor a Nill y Marie Tonminson"

Mi mejor accidente, TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora