NaruHina: Pide un deseo

Capítulo 11: La Kunoichi bruja

Lo que Sayuri más deseaba en el mundo era estar al lado de Naruto, por eso, no podía soportar cada minuto que éste pasaba junto a Hinata. ¡Odiaba verlos juntos, lo odiaba con todo el corazón! Le parecía nefasto ver cómo se sentaban uno al lado del otro en clase o de vez en cuando en el jardín, en la azotea y peor ¡cuando se iban al final de la escuela camino a casa!

—¡Qué desperdicio!—decía en voz baja cada que pasaban inadvertidos por su lado.

Después de lo que sucedió la última vez con Naruto, Sayuri no volvió a acercarse a él y por ello, no aguantaba verlos tan unidos cada día.

Tenía que hacer algo o las cobras que le devoraban el alma la iban a dejar sin ella.

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—¡Taraaan! Admiren mi platillo—dijo Naruto mostrando al resto de la clase el delicioso guisado de carne con papas que hizo en las lecciones de cocina. Las prácticas que había realizado (algunas de ellas con ayuda de Hinata) le estaban dando resultados: ya no se limitaba a los ramens instantáneos sino también a un buen preparado. Los demás tuvieron que aplaudirle, pues era toda una hazaña en verdad.

—Mira Hinata ¿quieres probar?

Su chica asintió y probó un bocado. Las cejas se le dispararon de la impresión.

—Cielos Naruto. Esta vez sí que te luciste—dijo. El rubio le respondió con una enorme sonrisa.

Sayuri los miraba desde su sitio como hacía cada que estaba en esa clase. Crujía los dientes como castañas aplastadas.

"Ya no lo soporto ni un minuto más..."

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Ryoko era miembro del club de taijutsu. Esa tarde había tenido una práctica agotadora. Se sentó un lado del dojo y tomó un poco de agua de su frasco. Sayuri, de repente y de la nada, se le apareció.

—Hola linda ¿qué tal?—saludó sin reconocerla—¿Viniste por un autógrafo?

Sayuri ignoró el comentario y preguntó:

—¿Eres Ryoko Imaizumi?

—El mismo que viste y calza—respondió caballerosamente.

—Necesito hablar contigo.

Ryoko alzó una ceja, ¿qué tendría que hablar con él? De repente recordó que ambos estaban en las mismas clases mas nunca antes se habían tratado.

—¿Hablar? No sé de qué se trate pero no le doy un no como respuesta a una bella chica como tú.

—Ve a esta dirección—le entregó un papel—. Nos vemos esta noche.

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Ryoko se detuvo frente a una enorme casa en cuya parte delantera decía "Familia Inagaki". Era una de esas casonas de doble piso de estilo tradicional, que se asemejaba a un castillo del período Nara. El chico sonó la campanilla de la entrada.

—¿Sí?...—respondió una voz de la nada.

—Eh... Soy Ryoko, vengo a ver a Sayuri.

—Adelante...

Las puertas se abrieron solas, como por arte de magia. Un shinobi de élite se apareció ante éste.

"¿Un shinobi de élite?" se dijo un tanto asombrado.

El shinobi lo acompañó por un amplio y largo pasillo. La casa estaba rodeada de varios objetos de valor como estatuas bañadas en oro, espadas antiguas y retratos antediluvianos.