"Prohibida"

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     Le fuiste infiel pero al final del día terminé yo conmigo y tú con él. No me olvido de lo que pasó hace días, pero de que vale recordar si en otros lugares puedo encontrar el placer. Ando deseándote y por más que pruebo otros labios no puedo saciar la sed. Fue mi error aferrarme a un capricho que ni siquiera debió suceder. Quiero tenerte pero al parecer nunca llegué a perderte ya que lo nuestro nunca fue. Tengo recuerdos en el carro, recuerdos en el motel, recuerdos de lo que nadie sabe y tampoco van a saber. Fui un estúpido al creer que te quedarías, te quedaste pero fue a su lado como si nada hubiese pasado, como si juntos no hubiesemos estado, ayer. Ando pensándote, ando con ganas de ti, de tu piel. A una mujer prohibida me aferré. Sentí un deleite a su lado, que maldición el sentir y que termine siendo en vano. El terreno llano de la noche a la mañana dió a luz montañas que no podría escalar. Me acostumbré a una mujer la cuál se suponía que solo debía tocar, no querer, no amar. Verás no era solo el sexo, no eran las llamadas en la madrugada pidiéndome que a dónde estuviese llegara, tampoco las veces que por verme se arriesgaba. Me quedé con ganas de sus besos y cuando la piel me erizaba, me quedé con ganas de lo que no llegué a tener por que ya con otro estaba. Lo nuestro terminó pero en esta ocasión lo que tuvimos fue sinónimo de nada. Algo que nunca existió, algo que nunca pasó, algo que entre gemidos y dos cuerpos hambrientos en una noche se evaporó, en una cama se plasmó y ni la Luna recordó. Me llamaste por tantos apodos pero de que valieron los apodos si nada significó. Salió el Sol y el dueño de tu cuerpo no era yo, era él, ese que aunque nunca te amó alguna vez te conquistó. Ahora estoy aquí pero contigo en un lugar dónde no nos puedan encontrar, estoy aquí, recordando todas las veces que te llegué a desnudar. Desnudé tu cuerpo, desnudé tu alma por más que lo intentes negar. Podrás decirte a ti misma que nunca sentiste pero eso no dijiste todas las veces que en mis hombros llegaste a llorar. Llorabas por él y yo te confortaba. Él cargaba tu mente y yo la despejaba. Supongo que ya de nada vale seguir escribiendote de lo que antes pasaba. Esta vez se acabó lo que se daba, sin final feliz por que esta historia nunca tuvo como propósito asemejarse a un cuento de hadas. Estuvo mal pero lo hicimos, no debimos pero quisimos. Ahora a la cara nos mentimos, ahora que nada pasó fingimos. Ahora recordamos y no nos arrepentimos, ahora tú eres Norte y yo soy Sur, tomamos diferentes caminos.
-Adrián Enrique Beer Medero

No son poemas, es poesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora