CAPÍTULO 13

579 34 1
                                        


Era vagamente consciente de que el policía que estaba sosteniéndome estaba gritando órdenes y fijándome contra la pared, poniendo su cuerpo frente al mío, hubo un disparo y a continuación todos los policías corrieron hacia delante. Agarraron a Daiki casi tirándolo al suelo, literalmente saltaron sobre él, inmovilizándolo mientras el tironeaba y trataba de levantarse gritando como un loco.

Nada de eso se registró adecuadamente en mi cerebro. La única cosa que estaba registrando era que el cuerpo de mi marido se deslizaba lentamente por la pared, su rostro era un cuadro de dolor. Sentí mi corazón rompiéndose y no podía moverme, no podía llorar, no podía siquiera respirar. Todo mi mundo estaba derrumbándose a mí alrededor, todos mis sueños y esperanzas estaban desvaneciéndose lentamente en la nada. Todos los planes que habíamos hecho estaban desapareciendo lentamente con cada centímetro que descendía al frío piso de baldosas.

Todo mi cuerpo se sentía adormecido, mis piernas se sentían como gelatina y amenazaban con ceder en cualquier segundo y seguía sin respirar. Todo seguía pasando en cámara lenta. Shaoran seguía cayendo al piso y no podía hacer nada para ayudarlo. No podía retroceder, no podía regresar el tiempo y hacer que el cuchillo atravesara mi piel en su lugar, no podía salvarlo de esa expresión de dolor grabada en su rostro. Era inútil.

Daiki había herido a Shaoran por mi culpa, lo apuñaló por mi culpa, incluso el cuchillo que uso estaba allí porque yo lo había dejado a un costado cuando estábamos cocinando. No podía ser más culpable a menos que le hubiera clavado el cuchillo yo misma. Había matado a mi esposo, mi mejor amigo, el amor de mi vida, y tendría que vivir sabiéndolo por el resto de mi vida. Ni siquiera quería pensar en vivir ahora que estaría sin Shaoran ¿cómo podría? Él era todo lo bueno que había en mi vida, mi vida entera desde que lo conocí había estado centrada alrededor de él y ahora se había ido. ¿Cómo podría vivir así? Sabía la respuesta a esa pregunta, no podía.

Shaoran cayó el suelo con un golpe que pareció helar la sangre en mis venas, podía sentir mis manos temblando. Se había ido. Estaba sola. Lo había perdido.

De pronto su brazo se crispó y él gimió. Mi corazón saltó en mi pecho y mis ojos se abrieron en estado de tragué el sollozo que estaba tratando de salir y me empujé lejos de la pared pero el policía me empujó hacia atrás sujetándome allí.

-¡Déjeme ir! ¡Esta herido, tengo que ir con él!- grité, pataleando contra él, tratando de salir de la pequeña jaula que parecía haber hecho contra el muro.

Negó con la cabeza.

-Sólo espera a que el atacante tenga puestas las esposas- ordenó con severidad.

Esposas ¿Qué? No iba esperar a que Daiki tuviera puestas las esposas, ¡tenía que ir con Shaoran! Shaoran se quejó de nuevo y sentí la esperanza burbujear en mi interior.

-¡Quítese de encima! ¡Déjeme ir!- grité mientras trataba de pasarme por debajo de su brazo.

Me restringió fácilmente, era muy fuerte. Él miró sobre su hombro y yo entrecerré los ojos en dirección a Daiki. Dos policías seguían tratando de someterlo mientras él gritaba que no era su culpa, que Shaoran se lo merecía, que él había irrumpido aquí y lo había atacado y que había actuado en defensa propia. Escuché el chasquido de las esposas y a ellos tirando de él sobre sus pies, fijándolo de cara a la pared, haciéndolo sisear de dolor.

-Es seguro- gritó uno de los policías. Movió a Daiki ligeramente y vi una raya de sangre sobre la pared cerca de su pierna. ¿Era su sangre? ¿Le habían disparado? Pensé que esas Taser que sostenían, no eran reales. ¿Si estaban armados porque no le dispararon antes de que lo apuñalara? ¡Pudieron haberlo detenido antes de que lastimara a Shaoran!

SIEMPRE TUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora