CAPÍTULO 16

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SHAORAN

Observé su corazón romperse antes de que ella se girara y saliera por la puerta. Apreté la mandíbula con fuerza para no rogarle que volviera. No podía respirar, el dolor en mi corazón era unas cien veces peor que cualquier dolor físico que pudiera sentir. Acababa de perder lo único que necesitaba en mi vida, lo único que me importaba en la vida. No sólo la había perdido en realidad la había alejado. La hice marcharse cuando en realidad no quería y eso duele incluso más. El hecho de que estaba lastimándola por dejarla libre. Si pudiera tomar su angustia así como la mía lo haría. Daría mi vida en un instante por esa chica, siempre lo haría. Haría cualquier cosa que la hiciera feliz, incluso si eso me destruía en el proceso.

Ella superaría esto, encontraría a alguien más y le daría todo lo que yo no podría. El pensamiento dolía como el infierno pero no tenía ninguna otra manera. Sakura se merecía lo mejor en la vida y un marido en silla de ruedas no lo era.

La enfermera me quitó la máscara de la mano y la presionó de vuelta sobre mi boca y nariz.

-Trata de calmarte, si tu ritmo cardiaco va un poco más rápido te dará un paro cardiaco- dijo con severidad.

¿Un paro cardiaco? Un ataque al corazón, diablos eso sonaba maravilloso ahora mismo, esperaba que me matara así no tendría que vivir un día sin Sakura a mi lado.

Cerré los ojos tratando de bloquear el dolor pero no pude, todo lo que podía ver era a Sakura diciéndome que me amaba, flashes de nuestra boda y el día después cuando despertamos en el hotel y nos dimos cuenta que estábamos casados, pensamientos de cuando le hice el amor por primera vez. Todos esos recuerdos estaban atravesando mi cerebro haciéndolo incluso más doloroso.

He vivido cada día de mi vida haciéndola feliz pero no fue suficiente, no soy suficiente para ella ahora y estoy haciendo lo correcto al dejarla. No se merece una vida sentenciada a estar atada a un tipo en silla de ruedas. He pensado en esto desde el momento en que desperté esta mañana, al verla sentada en una silla dormida a mi lado, sabía que no querría irse, pero si no podía caminar de nuevo entonces no era lo mejor para ella.

Claro, todo estaría bien por un año o dos pero después de un tiempo comenzaría a resentirse por llevarme sobre su espalda y entonces me dejaría. Lo mejor era dejarla ir ahora y así podría aprender a lidiar con esto por mi cuenta, estaré solo tarde o temprano de todos modos ¿así que por que retrasar lo inevitable?

Después de un rato la enfermera quitó la máscara del rostro y me miró con compasión.

-¿Estás bien? ¿Puedo traerte algo? ¿Llamar a alguien?- preguntó amablemente.

Negué con la cabeza y forcé una sonrisa. No podía soportarlo por más tiempo. No quería a nadie aquí cuando perdiera el control.

-Estoy bien, ¿puedo tener un minuto?- pregunté, mi voz ronca y llena de emoción.

-Claro. Si me necesitas presiona el timbre ¿ok?- sonrió y puso el botón de llamada en la cama junto a mi mano.

-Ahora estoy bien, gracias- mentí.

Me echó un último vistazo antes de salir. Tan pronto como la puerta se cerró no pude soportarlo más, metí las manos en mi cabello y sollocé. Lloré por lo que había perdido. Lloré por darme por vencido. Lloré por lo que pudo haber sido. No había llorado desde que era un niño pero no podía parar. Rogué por la muerte porque eso habría sido más fácil que lidiar con esto, esto era como vivir en el infierno y no era lo suficientemente fuerte para ello.

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