Conociendo a la abuela.

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-¿Huir? No sabes de lo que soy capaz.- le conteste agarrando su muñeca y caminando hacia la abuela que ya estaba en una de las mesas con sus amigas.

-Si te pones nerviosa me reiré.- me respondió entre risas.

-Callate.- dije soltando el agarre y él se incorporo a mi lado.

Sentí nauseas con cada paso que dabamos, si la suegra me daba miedo, la abuelita todavía más, tenia cara seria. Esto es muy mala idea.

-Espera, ya no quiero.- tome su antebrazo y pare.

-Jajaja te dije que correrias.- me contesto sin pena alguna.

--Te lo estoy diciendo enserio, siento nauseas.- confesé quedando un poco atrás de Emiliano apenada.

--No te voy a dejar, tranquila Jung.- me dijo.

Cuando me llamo por mi apellido, sentí que mi nube regreso a la tierra. Él se molestaría conmigo por como estoy actuando.

--Esta bien.- le conteste mirándolo a los ojos y como pude tome fuerza para caminar y no sentirme nerviosa.

Leila Jung podia ser muy aguerrida y poderosa en muchas cosas, pero hablar con personas importantes y verlas a la cara eran de los retos mas complicados que podia enfrentar.
Poseia una extraña fobia para ver a las personas de frente.
Él me alcanzo despues de un segundo.

- Lo haremos juntos, tranquila.- y me lanzó una encantadora sonrisa.
Lo juro, en los meses que lo conozco he visto muchas facetas de Emiliano, he visto su sonrisa sarcastica; esa que me dio cuando nos encontramos fuera de mi salón mientras lo fui a acosar.
La engreida; que me dio cuando fui a entregarle su credencial.
La divertida que fue cuando intercambiamos algunas palabras un dia de lluvia.
La coqueta que es la siempre regala a Jessica.

Pero esta sonrisa que me acabada de regalar fue un vendabal, me dio tranquilidad y me alboroto las hormonas, es un estado mental nada sano.

-Te dije la ultima vez que no hicieras eso frente mio.- tomo mi labio e hizo que lo dejara de morder. Nisiquiera me di cuenta que lo estaba haciendo, creo que es inersia. Solo alcanze a sonreirle y voltear hacia otro lado, no soportaba mas de cinco segundos mirarle a los ojos, y más cuando él tenia una mirada seria, la mirada penetrante que tanto me gustaba. Seguimos caminando y nisiquiera nos rozabamos, si estabamos cerca pero no lo suficiente.

-Abuela, te quiero presentar a la tercera mujer más importante en mi vida.- Emiliano le hablo a su abuela cuando ella habia volteado.

-Buenas tardes señora, me llamo Leila.- le estreche mi mano como saludo, pero antes que regresara el saludo primero me vio de pies a cabeza y viceversa, me asusté y muchísimo, ya decía yo que no todo iba a salir perfecto. Digo, le caigo bien a sus hermanos, su madre me acepto, alguien me tendría que odiar.

-Buenas tardes señorita.- me estrechó la mano.

-Un gusto conocerla.- conteste un poco asustada.
-Igualmente Leila. ¿ya te ofrecieron comer?.- estaba de frente observandome.
Por inercia tome el brazo de Emiliano, juro que estaba super nerviosa.

-Pues aún no, pero ahora me voy a servir.- le conteste.

-Ahora te voy a servir.- me dijo casi moviéndose de su lugar.

-No está bien, yo me puedo servir, Emiliano me puede llevar a la cocina y me atiendo, por cierto, muchas Felicidades, que Dios la siga bendiciendo con esta gran familia que la rodea y que siga cumpliendo muchos más.- y le Di un pequeño abrazo y le di un beso en la mejilla.

-Gracias Leila. Emiliano, por favor llevala a la cocina y ofrecerle de todo. Disfruten la fiesta.- y se volteó a sentarse con sus amigas.

Mire a pareja falsa y él sólo se estaba aguantando una risa, me di vuelta para caminar hacia la cocina.

Con las miradas del amor. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora