Capítulo #9; Ya puedes subirte los pantalones, Alan.

3.9K 174 20
                                    

Capítulo #9;Ya puedes subirte los pantalones, Nate.

–¿Qué haremos hoy? –preguntó Luna

–No lo sé. ¿Qué quieren hacer?–. Luke miró a ambas.

–Nate y yo iremos a mi casa, como todos los días–. Encogió los hombros.

–¿Y si vemos películas y comemos pizza? –preguntó Luke.

–Por mi bien –respondió Luna.

–Yo igual, mi casa estará sola, de cualquier forma–. Megan volvió a encogerse de hombros.

Los tres me miraron, esperando una respuesta. Nos encontrábamos en la cafetería, sentados en una mesa cualquiera. Ellos llevaban ya un rato diciendo que no harían nada por la tarde.

Encogí los hombros. Como había dicho Megan, lo único que iba a hacer hoy, era ir a su casa, como todas las tardes y haríamos cualquier cosa, como ya nos era habitual.

Habían pasado un par de semanas desde la primera vez que había ido a casa de Megan por el tema del rubio –como yo lo llamaba– y se me había hecho costumbre llevar a la castaña a su casa, pasábamos toda la tarde haciendo cualquier cosa que se nos ocurriera y al anochecer me iba a mi casa.

Había dejado de intentar acostarme con ella, siempre nos interrumpían de todos modos. Así que, si, nos besábamos, un faje aquí o allá, pero nunca pasaba de ahí.

Pasaría cuando tuviera que pasar.

Aún seguía acostándome con otras de vez en cuando, pero no tanto como antes, ya que pasaba la mayor parte de mi tiempo en casa de Megan, con ella.

–Bien. Entonces los vemos en mi casa a eso de las cinco–. Luke y Luna asintieron.

La campana sonó y los cuatro nos levantamos para ir a clase, extrañamente, a nadie nos tocaba juntos así que partimos por rumbos diferentes.

[…]                                          

–Supéralo, Niall Horan es gay.

Metí un bocado de pastel a mi boca y mastiqué.

Nos encontrábamos en una cafetería que estaba de paso a su casa y como comeríamos pizza más tarde, decidimos comer un pequeño postre para no morir de hambre.

Megan me apuntó con su tenedor y me miró con los ojos entrecerrados.

–Vuelve a repetir eso y el que terminará siendo gay, serás tú, porque te voy dejar sin hombría–. Alcé las manos en rendición y ella volvió a su pedazo de postre.

–Solo daba mi opinión.

–Metete tu opinión, por donde te quepa –murmuró–. Además, si Niall Horan fuera gay, no me importaría en absoluto; una: porque yo lo amo como sea que es; dos: porque si es gay, mejor para mí, así me toca convertirlo en hetero–. Se mordió el labio.

¿Cómo es que siempre que dialogábamos de cualquier tema, ella terminaba teniendo la razón y yo amenazado a quedarme sin mi compadre?

Suspiré, dramatizando demasiado mi acción.

–Qué pena que él este a millones y millones de kilómetros de aquí, ¿No crees? –fingí tristeza.

–Pues ni tanto. Ellos están aquí en América, de hecho–. Fruncí el ceño.

–¿Aquí?

–Sí, están de gira–. Tragó su último pedazo de pastel y limpió su boca con una servilleta–. Hace un par de meses mis padres prometieron que me llevarían a un concierto, que darán en una semana–. Bajó un poco la mirada–. Hace días recibí una llamada suya diciendo que no regresarían hasta vacaciones navideñas –murmuró.

Fácil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora