Capítulo #12; Halloween.

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Capítulo #12; Halloween.

30 de Octubre, Halloween.

¿No había mencionado que amaba ese día?

Bueno, Luke y yo lo amábamos.

¿Por qué?

Bueno, porque en Halloween puedes andar por la calle como quieras y nadie dice nada.

Una vez anduve por ahí solo con mis boxers y calcetines puestos. Según las personas, era un marido echado de casa por su mujer. Pero la verdad era que había olvidado comprar un traje y tuve que improvisar.

Además, ese día puedes hacer bromas a las casas en las que las personas no dan dulces. Y eso es genial.

Este año, me había vestido del Capitán Jack Sparrow de la película Piratas del Caribe y Luke era un Zombie; quizá el disfraz de mi mejor amigo sonara simple, pero no lo era.

El rubio había pasado dos horas frente a su prima –que era maquillista–, mientras esta lo pintaba de color gris y hacía heridas de mentira, que parecían verdaderas.

Luna había escogido un disfraz de sirena, que, para ser sincero, le quedaba muy bien. Mientras que Megan, se había convertido en una muñeca. Literalmente hablando.

Llevaba un vestido corto hasta los muslos, era pomposo de la parte baja y se ceñía en su cintura, tenía un escote nada provocativo y unos pequeños tirantes que pasaban por sobre sus  hombros. La prenda era a rayas de todos los colores y llevaba unas calcetas altas hasta por arriba de las rodillas que también eran color arcoíris.

Portaba unos tacones negros pequeños, muy poco altos, así que seguía siendo más baja que yo. Su cabello castaño estaba alisado y bien peinado, además de que era adornado por una diadema, también de todos los colores y a rayas.

Tenía la boca pintada de un color rojo intenso y en sus cachetes una bolita de color rojo hecha por un maquillaje del cual no sé el nombre. Sus ojos delineados con esa pintura negra que las mujeres usaban en los parpados y las pestañas llenas de mascara para pestañas –como me había dicho que se llamaba–.

Se veía sexy y tierna a la vez. ¿Cómo era eso posible?

–¿No somos un poco grandes para ir a pedir dulces? –preguntó Luna. Megan asintió dándole la razón. Luke y yo nos miramos.

Sí, puede que tuviésemos diecisiete años y que nos veamos un tanto ridículos al andar por la calle, con una bolsa –en mi caso una de papel– pidiendo dulces y haciendo travesuras, pero era algo que hacíamos desde tercero de primaria y nunca lo habíamos dejado de hacer.

Aunque hoy en día terminábamos en una fiesta para la media noche y con una gran bolsa de caramelos esperándonos en casa para pudrirnos los dientes todo el día siguiente.

–No –contestamos al unísono. Las chicas rieron.

–Bien ¿De qué se trata todo esto, entonces? –preguntó Megan. Mi mejor amigo y yo sonreímos.

–Tocas la puerta, dices dulce o travesura si dan dulces, pasamos a la siguiente casa pero si no…

–Se hace una travesura –terminó Luke por mí. Yo asentí.

–Suena simple –dijo la pelirroja y Megan le dio la razón.

Luke y yo nos miramos y sonreímos maliciosamente.

El que sonara simple, no significaba que lo fuera.

[…]

–¡Mierda, Megan! ¡Corre más rápido!–. Jalé su mano y ella casi cae.

Fácil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora