Fácil.

Capítulo #13; ¡¿The Vampires Daires o Everybody hates Chris?!

Capítulo #13; ¡¿The Vampires Daires o Everybody hates Chris?!

Ahora mismo estábamos a principios de diciembre, faltaba una semana y media para salir de vacaciones y luego de eso, no tendría que volver a pisar esta cárcel hasta dentro de dos meses, en febrero.

¿Llevarás a Megan al baile de invierno?

Quizá.

Doblé el pedazo de papel y se lo pasé discretamente a Luke por debajo de la mesa.

Nos encontrábamos en clase de Química con la amargada maestra Murillo. Ella explicaba algún tema sobre suspensiones y coloides que en realdad no me interesaba en lo mínimo. Ni a mí, ni al resto de la clase.

Pase mi mirada por el aula y, a unas cuantas mesas, visualice a Megan. Estaba escuchando lo que decía la profesora y de vez en cuando bajaba la mirada hasta su cuaderno para tomar apuntes.

Recuerdo una vez haberle preguntado el porqué de tomar apuntes en esa clase, si la profesora la trataba peor que a todos y hacía hasta lo imposible para bajarle puntos, además de querer ganarle en las peleas verbales que se daban entre ambas desde el primer día.

Ella me contestó “Solo tengo mis apuntes y trabajos para defenderme; si no los tuviera, ella ganaría”. Por eso, era que ella se tomaba muy enserio esa clase. Siempre sacaba diez, se notaba que Murillo nunca encontraba la forma de bajarle de calificación.

Luke me paso de nuevo el papel arrugado.

No deberías pensártelo tanto, escuche por ahí, que Bruce se lo pedirá.

Fruncí el ceño. ¿Bruce?

No es que me callera mal… lo que pasa es que simplemente odiaba la idea de que respirábamos el mismo aire y, quizá, compartiéramos partículas de vez en cuando. Pero no, no me caía mal. En absoluto.

Se lo diré luego.

Devolví el papel y observé como Luke lo rompía y guardaba en su bolsillo con una sonrisa victoriosa en sus labios. Rodé los ojos.

Mi amigo tenía la estúpida idea en la cabeza, de que Megan podría ser esa chica que me haría cambiar y se volvería en mi novia y blablablá.

 Pues no.

Yo era mujeriego por naturaleza y eso no lo iba a cambiar nada ni nadie.

Así era como yo era.

A quién le gustara bien, y al que no, también.

[…]

–¿Ya se lo dijiste?

–No.

–¿Por qué?

Suspiré.

–No puedo –contesté.

–¿Cómo de qué no puedes? –preguntó Luke.

Era la misma pregunta que llevaba haciéndome casi una semana entera. Era martes y el viernes era el baile, el mismo día que empezaban las vacaciones. Había intentado preguntárselo, pero las palabras no salían de mi boca cuando las requería.

–No sé –simplifiqué. Tampoco es como si le fuera a decir todo eso a Luke.

–Solo llega y dile, así muy a lo tú: Hey, nena. ¿Quieres ir al baile conmigo? –dijo.

Solté una carcajada por la cara que puso.

–¿Nena? –pregunté, aún con una sonrisa.

–¡Oh pues así como tú le haces!–. Movió las manos y me señaló completo, con una sonrisa tirando de los labios.

–Bien, bien–. Dejé de reír–. Volviendo al tema de Megan –Suspiré–; tú mejor que nadie, sabes que nunca le eh pedido a ninguna chica ir a ningún lado. ¡Ni si quiera a la esquina! –medio grité. Luke sonrió. Sabía que era cierto.

–Bueno, eso sí–. Asintió.

–Hoy pasaré la tarde en su casa; mañana está el examen de matemáticas y ella me va a ayudar–. Luke asintió.

–Luna me ayudará con el de historia –comentó. Yo asentí.

[…]

Megan bajó de Clara y se quitó mi casco, agitó el cabello de forma dramática y este se acomodó perfectamente sobre sus hombros.

–Se sintió como película de acción –comentó. Yo reí y negué divertido con la cabeza.

Todo el tiempo que había estado pasando con Megan, me hizo darme cuenta de que era una chica extremadamente inmadura. Bueno, cuando quería.

Entramos a su casa y ambos aventamos las mochilas en el sillón para caminar directamente a la cocina. Había pasado tanto tiempo en su casa que ya andaba por ella como si fuera mía.

Lo que más me sorprendía era que los últimos meses había visto apenas dos veces a los padres y hermanos de Megan. Todos parecían muy distintos a ella.

La pequeña Cindy, de cinco años, portaba ropa muy bonita y elegante, para una niña de cinco años y siempre cargaba con tu iPad, nunca la soltaba, o por lo menos cuando estaba yo.

Vic, era un chico de quince de años que no hacía más que jugar video juegos. Las veces que lo vi sentado en la sala de estar, estaba jugando Call of Duty y gritando por lo que parecía un micrófono con auricular; como los que utilizan los pilotos de aviones.

Ni que decir de los padres de Megan, ambos eran relativamente iguales; Sara, la madre de Megan no despegaba la vista ningún momento de su BlackBerry y su padre, Will, igual.

Se podría decir que Megan era la oveja negra de la familia.

Pero a pesar de todo, ella no se mostraba distante ni fría. Los saludaba como una chica normal saluda a sus padres después de no verlos por un largo tiempo. Recibió un iPod de última generación, ropa elegante y varias cosas más.

La ropa quedó guardada en el fondo de su armario, las cosas debajo de la cama y se podría decir que lo único que utiliza es el iPod y solo para escuchar música.

–¿No hay pollo del otro día?

–Mira en el horno.

Cerré la nevera, abrí el horno y efectivamente ahí estaba el pollo que Megan y yo habíamos preparado. Y debo decir, que nos quedó delicioso.

–¿Té? –preguntó.

–Con hielo, por favor.

Calenté el pollo en el microondas, mientras Megan quitaba todas las cosas de la mesa de la sala y servía té en dos vasos. Ambos nos acostumbramos a comer ahí, sentados en la alfombra y viendo cualquier programa que encontráramos en televisión.

–¡¿The Vampires Daires o Everybody hates Chris?! –preguntó Megan, desde la sala.

–¡Everybody hates Chris! –contesté.

Serví pollo en dos platos, una porción mayor para mí y otra más pequeña para ella. Guarde la comida sobrante en el horno de nuevo y caminé a la sala para sentarme junto a Megan y su vaso de té ya debajo de la mitad; siempre tomaba mucho antes de comer.

–Gracias –dijo.

–De nada. 

[...]

Hola, gente detras de las computadoras, ¿como estan?

Bueno, watevah; espero que les guste el capitulo(:

Pasence por mi nueva novela; M&M.

¡Adios!

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-WordsFromMe xx.