Cuando a la profesora de literatura se le acababan los temas, las ideas locas y sin sentido, que nadie se atrevía a debatir, se ponían en práctica en plena clase. De entre el centenar de actividades que había presenciado la de esa mañana era una completa tontería.
Me removí incómodo en mi asiento con la mirada perdida en el espacio en blanco. Llevaba más de media hora con la misma tarea y apenas había logrado escribir el título en la parte superior de la hoja con el objetivo de no olvidar las instrucciones. . «Como si fuera posible».
—Recuerden no dejar ningún espacio en blanco —repitió, por millonésima vez mientras recorría las filas inspeccionando nuestras caligrafías.
Había sido clara cuando dijo que no nos preocupáramos por los detalles, lo importante ahí era la sinceridad de nuestras palabras, pero su vena crítica no podía darle tregua. Es como si la vida misma estuviera en pleno examen.
Garabateé la esquina de la hoja en busca de creatividad o algo de suerte, cualquiera de las dos funcionaría, pero mientras más vueltas le daba al espiral que dibujaba tenía la sensación de que abandonaba el papel para hacerse presente en mi cabeza.
Suspiré al comprobar que faltaban diez minutos para que terminara la jornada, solo diez minutos para largarme de ahí. Era una alarma para dejar de hacerme el tonto. Lo mejor de la escuela es que las torturas no son eternas, siempre hay horario de salida.
«¡Lucas, pon a funcionar tu cerebro!»
Remarqué cada letra con la pluma, cuestionándome la manera de llenar la segunda columna. La primera había sido cosa de apenas unos segundos, la otra se resistía a darme un respiro.
A sabiendas que no aceptaría la hoja vacía anoté lo primero que vino a mi mente. No importaba lo descabellado o ridículo que pudiera sonar, incluso en un intento desesperado fisgoneé en las hojas de mis compañeros en busca de inspiración, pero eran recelosos y no la ponían nada fácil.
Menciona seis de tus defectos y virtudes.
—Las hojas sobre el escritorio, ya —ordenó deteniendo su paso al frente cuando las manecillas marcaban cinco minutos antes de la hora de salida. Nadie debatió, estábamos deseosos de acabar con eso.
Fui el último en entregar la plantilla porque había olvidado escribir mi nombre, prueba de mi nula concentración. Me fue fácil comprobar que era el que menos renglones había plasmado en mi escrito, por lo que huyendo de algún reclamo giré sobre mis talones para ocupar mi lugar junto al resto. Tomé mi mochila apenas la campana sonó, aceleré el paso al caminar al lado de compañeros y abandoné el aula no sin antes darle un último vistazo a la hoja que aún descansaba sobre el escritorio.
Menciona seis de tus defectos y virtudes
Nombre: Lucas Morales García.
Defectos.
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La chica de la bicicleta
Teen FictionHISTORIA GANADORA DE LOS WATTYS 2019. La vida de Lucas es un desastre. Después de la muerte de su padre, su existencia se ha dividido en el deseo de entrar a la universidad a pesar de los problemas económicos de su familia, el negocio de sus tíos q...
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