Capítulo XXXV

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"Punto de quiebre"

Narrador omnipresente:

Marianne se encontraba en la habitación de Gerardo apreciando lo impecable que se encontraba, a su lado estaba Eric bastante nervioso, con muchas ganas de hablar  portaba una enorme sonrisa que su hermana adoraba. Por fin se levantó y abrazó a su pequeño hermano mientras este correspondía, Gerardo rió por los bajo sin imaginarse lo bien que se sentía ver de una forma completa, de forma real por fin a su hermana después de casi trece años.

— Me alegra verlos de nuevo —la indiscutible sonrisa de Marianne iluminó el rostro de Gerardo que minutos después se acercó y abrazó a su hermana que aún no se separaba de Eric.

— Estoy feliz de tener a mi hermana de vuelta —dijo Eric luego de un tiempo escuchando los latidos acelerados de su hermana.

— ¿Qué les pasa? Yo siempre he estado a su lado —se separó de sus hermanos para hablar bien con ellos.

— Tenerte a ti no es lo mismo que tener a Emily o... Ibis... —dijo Eric respondiendo a la pregunta de Marianne, poniendo las cosas incomodas.

— Pero ellas son parte de mi, ¿no las pueden aceptar? —Marianne se sentía un poco ofendida por dichas palabras, pensaba que tal vez sus hermanos la odiaban y ella lo entendía a la perfección.

— Perdón, no quise decir eso, solo pienso que mi hermana se fue de casa a los cinco años —Gerardo no quiso opinar en las palabras de su hermano, solo observó el rostro decaído de su hermano.— Tu sabes... Cuando vimos tu código roto y luego resultó que fue un truco para derrocar a mi padre —la expresión de Marianne cambió y sus ojos volvieron a cristalizarse pero esta vez forzó una sonrisa—, no me molesta, mi padre está totalmente mal y eso, sobre Seraphim y nuestro hermano Aldahir... Yo solo digo que extrañaba verte así con nosotros, platicar contigo, verte tan real y sentir que estás junto a nosotros sin que sea un sueño donde nos lamentamos por no haberte ayudado en todo este tiempo, por dejar que cargaras con nuestras penas... estoy feliz —las lágrimas del pelirrojo comenzaron a rodar por sus mejillas resaltando la sonrisa que portaba, Marianne tragó un poco de saliva.

— Anne, lo que quiere decir Eric es que verdaderamente nos sentimos felices de tenerte, de verte de nuevo y saber que nuestra hermana es una gran persona que no le teme a nada con tal de ver felices a los demás —Gerardo atrajo a su hermano hacia él y le brindó un cálido abrazo sin dejar de ver a Marianne.

— Gracias por esperar —Marianne ladeó un poco la cabeza mostrando una enorme sonrisa que perdió su verdad pero no su luminosidad—. Ahora, me gustaría preguntar donde han estado todo este tiempo, saber que ha sido de ustedes, hace cuatro años que no acoso a mis queridos hermanitos —bromeó sabiendo que en verdad no era una broma, sabiendo que aquello que veía con tal claridad pronto se opacaria porque no se necesitaban de excusas, solo sabía que les había ocurrido mientras ella estuvo ausente, sin embargo quería escucharlos decirlo de su propia boca.

— Eh... será mejor que hablemos de esto otro día —rió Gerardo al notar la impaciencia de su hermana.

— Anne, estuvimos cuidando de la base 5, Emiliano dijo que no había problema mientras mantuviéramos bien a los ciudadanos, que pronto te volveríamos a ver —contestó Eric bastante contento—, aunque claro, eso tú ya lo sabías porque eres muy buena acosando —rió el pelirrojo.

— ¡No lo digas así, me avergüenzo también! —gritó con un pequeño sonrojo apareciendo en sus mejillas.

Christian estaba observándolos desde hace un buen rato, se sentía aburrido pero no quería interrumpir pero justo ahora recordaba que Marianne todavía no había comido en todo el día, por lo que dudoso decidió entrar a la habitación, los hermanos se quedaron pálidos al verlo, especialmente el mayor— Serón... —su expresión demostraba miedo pero con sus mayores fuerzas tomaron de las bata a su hermana.

Virtual Life [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora