Capítulo LIII

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"Su nombre era Emily"

"Todos y cada uno de nosotros conoció a una chica distinta..."

Pensó el mayor de todos viendo como la fuerza y poder de las maquinas comenzaba a hacer efecto junto al cansancio que la mayoría cargaba, cuando su espada impactó contra el duro metal y este fue repelido al instante.

"Vimos tantas facetas, tan diferentes como extrañas, tantas personalidades que pudimos habernos rendido en comprenderla..."

Pensó el azabache bastante cansado, con el sudor resbalando por su frente en medio de la nevada, a mitad de camino con todos formando un circulo rodeados por completo.

"Pero en realidad, no era tan difícil de entender..."

Completó sin saber que sus pensamientos comenzaban a concordar con los de los demás, temiendo por su vida aquel castaño conocido como un hombre fuerte, un líder estaba viendo a la cara a su muerte.

"Solo bastaba ver cada batalla para saber..."

La chica misteriosa también lo sabía y por eso luchaba.

"que cada enseñanza..."

"Cada esfuerzo..."

"Cada dolor..."

"cada sonrisa..."

"Cada lucha y herida..."

"¡Todas y cada una de sus acciones se justificaban si su razón para vivir era entregarnos un mundo real. Si es por esa razón tampoco me importará morir intentando salvar a la mujer que nos entregó voluntad y fuerza para afrontar la verdad!"

No lo sabían pero cada uno tuvo el mismo pensamiento al ver que el número los derrotaría en cualquier momento, que el agotamiento y el miedo les comenzaba a corroer las fuerzas. Que la esperanza de salvar a la mujer que más admiraban se les escapaba de las manos cual mala broma, solo Christian sonrió al mirar como el brazo de aquella maquina atravesaba su cuerpo con toda su fuerza y después lo tiraba al suelo, pudieron ver como escupía la sangre en la blanca nieve y se intentaba levantar para seguir luchando, fue así como a través de él encontraron la perseverancia de Marianne. Reviviendo momentos distintos en que cuando su lucha estaba casi perdida ella se levantaba sonriendo al oponente y gritaba.

— ¡No podemos pensar en morir ahora! —se levantó impresionando a algunos cuando el agujero en estómago comenzaba a ser sanado.

— ¡Porque, Terra ad caelum ardere dolorem! —aquel grito de guerra hizo soltar un suspiro de alivio a la mayoría, era Marco abriéndose paso con su guadaña entre todas las maquinas con su esperada soberbia ganadora, sonrió perturbando a los que nunca lo habían visto de esa forma y dijo felizmente haciendo temblar a la mayoría— ¿les parece si corren a salvar a nuestra princesa y nosotros nos encargamos de estos molestos mosquitos? —detrás de él un escuadrón de refuerzos con rostros conocidos llegó cargando sus armas, ahí estaban todos en su última batalla para sobrepasar una vez más las adversidades que la realidad traía. Lucifer, Romina, Eduardo, Dulce, Víctor, Kurio... 

Al verlos desaparecer en la nieve el moreno asintió y levantó la guadaña esperando que su lucha comenzara. 

Habían tantas historias entrelazadas que no se acababan de contar aún, existían tantas realidades extremadamente peligrosas como posibles que solo una persona logró escoger sin hacer tanto daño

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Habían tantas historias entrelazadas que no se acababan de contar aún, existían tantas realidades extremadamente peligrosas como posibles que solo una persona logró escoger sin hacer tanto daño. Habían tantas palabras dejadas en el aire de cada estación, tantos sentimientos, tantos miedos, tantos pensamientos, emociones, criterios, risas, muecas y todas se reunieron en una sola persona.

Todos luchaban solo por salvar a esa persona, era incluso ilógico, pensar en arriesgar el futuro de la humanidad por una sola persona.

Mientras abría con lentitud los ojos la mirada profunda del mayor se centraba en las afueras de la nevada, las cadenas ya no estaban y la lejanía se hacía presente con solo observar la corta distancia que existía entre la castaña y el de ojos castaños color nuez, ella sonrió pensando en el parecido que tenía con los ojos de Abraham, realmente era el padre de... ¿De quién era? Se sintió fatal al olvidar a quien la protegió por tanto tiempo, y creer que olvidó las cosas más importantes, incluso a su verdadero amor por un poco de felicidad vahída.

— Es bonita, ¿verdad? —habló el mayor tranquilamente al escuchar los suaves pasos de su acompañante acercandose a la ventana.

— ¿qué? —el tono de igual forma, tranquilo hizo que Serón volteara a mirarla de forma compasiva y arrepentida.

— la nieve —la castaña miró con atención aquellos ojos destellantes en sangre, justo como los suyos se reflejaban en el cristal de la ventana.

— Si —sonrió para el mayor cuando su pecho sintió la opresión recorrerle por todo el cuerpo, por dentro de los huesos el dolor y el miedo a aceptarlo todo de repente.

— Las maquinas... no puedo detenerlas... —la quebradiza voz de aquel hombre hizo que el cuerpo de Marianne se quedara estático y al ver de forma atenta los labios temblorosos del castaño quiso seguir sonriendo pero solo volvió a sentir aquel dolor corroer desde adentro de su ser, opniendose a lo que siempre deseó: la verdad.

— Ellos, vienen por mi porque yo les enseñé a continuar y dar su vida en lo que creían pero yo, ¡No puedo aceptar lo que soy! —sus piernas flaquearon y cayó de rodillas al suelo intentando soltar lágrimas pero no había nada de eso, solo gimoteos que se asimilaban más a una rabieta.

— Emily, ¿me perdonarías si huyo cobardemente ahora? —la risa forzada hizo que la culpabilidad lo invadiera aún más.

— Pero si yo ya te perdoné, lo que le has hecho a mi cuerpo solo es producto de mi terquedad —levantó el rostro fruncido y maltratado con confusión haciendo que Serón no pudiera ni moverse de su lugar. Los acelerados pasos de sus compañeros comenzaban a sonar cada vez más cercanos y el miedo se alejaba con cada conexión que rápidamente llegaba a sus corazones.

— Cuida de ellos por mí —Marianne negó al momento en que Serón tomó la pantalla y comenzó a teclear su huida al imperio donde no existe el dolor.

— Su nombre era Emily, justo ahora, mi nombre es Alice pero sabes, ¿Sabes? de todos los nombres que me han dado siempre adoré más que me llamaran Anne, ¿sabes por qué? Porque hay una persona cuya promesa he olvidado y tengo tanta confusión, porque no se si cumplirla o no, mi corazón está de acuerdo con ambas opciones y no entiendo si mi instinto justo ahora solo quiere huir como tú —de pronto aquellos ojos secos comenzaron a derramar lágrimas pequeñas— no quiero decepcionar a nadie con este monstruo y estoy segura de que terminaré por lastimar a alguien nuevamente —las lágrimas comenzaban a inundar cada parte de su rostro y el botón de huida estaba listo.— Serón, dime, ¿Esta bien ser tan egoísta? —aquel hombre levantó el rostro y le dedicó una sonrisa a aquella niña perdida.

— Abandoné todo por cuidarte solo porque no busqué más pero yo creo fielmente que puedes seguir cada cosa que te diga tu corazón, ese que late verdaderamente en tu indestructible cuerpo. Anne, es lo mismo que yo me preguntaba,¿Seguirás diciéndome "te quiero" con una sonrisa o me olvidarás de nuevo? —las lagrimas no se detenían y entonces la puerta por fin fue abierta dejando ver el rostro lagrimeante de Christian debido a la conexión y entonces el botón de huida fue presionado en cuanto Marianne asintió.

— ¡Ten por seguro que será la primera opción! —gritó frente al cuerpo inerte de Serón, completamente vacío y sin vida. Todo se hundió en silencio cuando entre sus lágrimas logró levantarse del suelo y llegar a la pantalla donde yacía un casco extra conectado a una maquina de criogenización al lado activando todos los mecanismos.



Virtual Life [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora