Capítulo LI

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"La tormentosa idea de perderte de nuevo"

Había una vez un hombre codicioso que deseaba tener todas las riquezas del mundo, y lo consiguió, todo tipo de riquezas pero entonces conoció a una mujer muy astuta que se acercó a él por su dinero, ambos se casaron y tuvieron cuatro hijos, cada hijo poseía belleza, inteligencia, carisma y un don especial, tan diferentes y únicos entre sí pero a la pareja le hacía falta algo...

El hombre, que poseía todas las riquezas gastó más de media fortuna para poder cumplir el sueño de su esposa: El hijo perfecto. Por fin, la mujer quedó embarazada de nuevo y dio a luz dos niñas, la mujer estaba furiosa porque este no era varón y mucho más porque eran gemelas, no había nada único en ellas, ambas eran castañas y de piel clara pero cuando abrieron los ojos una los poseía color avellana y la otra de un bonito color azul. La mujer mandó a encerrar a la castaña de ojos avellana, no quería una mancha en su familia y se llevó consigo a la niña de ojos azules. Las investigaciones continuaron por orden del hombre y pronto comenzó a agarrarle cariño a la pequeña "imperfección" tanto, que se volvió su gran adoración por encima de todos sus hijos.

La niña creció hasta los tres años de edad en aquellas instalaciones solo con la compañía de su padre que con cada prueba de sangre que le hacía a la pequeña quedaba más que maravillado. Un día fatídico la pequeña salió sin permiso de su habitación y fue a buscar a su padre en los laboratorios, triste por no hallarlo subió el ascensor que estaba prohibido, entonces tocó la puerta de la primera habitación y llamó a su padre más nadie contestó, al abrir la puerta había una persona conectada a muchos aparatos, el estruendoso gritó que pegó alertó a los guardias cercanos que de inmediato encerraron a la niña. Su padre no regresó desde ese momento hasta que un chico fue arrojado a su misma habitación, completamente ensangrentado y con moretones, su rostro expresaba ira y entonces el niño que no parecía pasar de los cinco años de edad gritó a quien lo encerró una grosería que la pequeña no entendió. Ambos comenzaron a hablar y los eternos días en que su padre no se presentaba se pasaron tan rápido. Su madre que había escuchado los rumores de que su hija "imperfecta" estaba al lado del hijo de un plebeyo le molestó aún más, cegada por la ira y de tener a una hija tan inútil decidió sellar el destino de la niña para siempre. Tomando como base las investigaciones de su esposo abrió una nueva investigación donde el par de niños serían conejillos de indias. Pronto la investigación dio muchos frutos y encontró un gen interesante que quería solo para la más perfecta de sus hijos y entonces después de mucha muerte lo aplicó en su amada hija, el experimento no resultó como debía y la chica sufrió varios cambios en su anatomía, robando todo musculo y grasa de más en el cuerpo pero para aumentar sus males su hija no pudo volver a entrar a la ciudad donde no existe el dolor.

Aún más molesta usó primero al muchacho como rata de laboratorio pero lo único que provocó fue un estado de coma en él, llena de rabia utilizó a la chica imperfecta y aplicó por última vez el experimento pero esta vez, sucedió algo milagroso, los ojos antes imperfectos ahora eran de un tono ámbar que encantó a la madre de inmediato, su piel se volvió morena y resaltó así la belleza natural de la chica que nadie más que aquel muchacho que ahora estaba en coma pudo ver. Enojada porque esa imperfección había logrado sobrevivir al experimento cobró venganza con el muchacho, obligandolo a sufrir y olvidarla, dejándola en eterna soledad. 

Un año después con la niña cumpliendo cuatro años de edad el muchacho volvió a ser arrojado a la misma celda, la niña lo miró compasiva observando las profundas cicatrices que este poseía, la mujer volvió para terminar su venganza y a ambos los ató, fue entonces que a ambos les tatuó un emblema que ninguno debería olvidar, entonces, como si de un maleficio se tratara pronunció: Al cumplir los veinte años de edad su destino será inevitable. Ambos chiquillos sonrieron y prometieron en la fría celda, casi en susurro volver a encontrarse y vivir para cuidarse el uno al otro. El niño fue llevado y no supo su paradero, por su parte ella entró a la ciudad donde no existe el dolor para cumplir una promesa que no sabe que tiene.

Virtual Life [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora