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Shuhua volteó confundida, seguro preguntándose quien era yo y cómo sabía su nombre.

Le dije que había encontrado su cuaderno azul.
Su rostro se iluminó por unos segundos cuando se lo mostré y se lo entregué.
Me dio las gracias.
No se molestó en preguntarme mi nombre, no era como si quisiera saberlo.

Nuestra primera conversación estuvo a punto de finalizar, no había otra razón para volvernos a hablar, ¿era ésta la única vez que hablaríamos? yo no quería eso. Entonces mi boca habló por sí sola.

–¿Tu escribiste esos poemas? – le pregunté antes de que se diera la vuelta y se marchara.

Me miró a los ojos, y su expresión no era buena para nada.
–¿Leíste mi cuaderno?

Fue la primera vez que lo vi realmente molesta, y yo fui la causa de su enojo.

Lonely | MiShu (G i-dle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora