treinta y uno

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うちは サスケ
blind, capítulo treinta y uno
«respuestas en los recuerdos»








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cuatro de julio








Diez con cincuenta de la mañana. Han estado encerrados en la oficina del Hokage desde la siete en punto, pero hasta ese preciso momento, siguen sin avanzar concretamente porque desplazan la conversación a temas irrelevantes que son ajenos al único que les interesa lidiar en ese instante: el caso Hyuga. Naruto está justo al lado de Sarada, esta última está de pie mientras que el Nanadaime está sentado escondiendo su rostro entre las manos, incapaz de sostener la vergüenza que siente por el mismo caso. Sin embargo, no son los únicos en la habitación porque ahí también se encuentran Shikamaru y el actual Hokage Temporal: Konohamaru Sarutobi, quien aún no puede procesar por completo todo ese cúmulo de información y sentimientos inusitados.

Sarada carraspea por sexta vez dentro de una hora y, meramente con eso, llama la atención de los tres varones de la oficina; se planta aún más firme y, con una inclinación al Hokage Temporal, le pide en silencio la palabra. Konohamaru es incapaz de negarle algo a su alumna favorita por lo que, sin más, acepta su petición, tal como accedió ayudarla a esa misión bajo la mesa que implica rescatar a Sasuke de las garras de personas inicuas.

—Pronto serán las once de la mañana y aún no hemos llegado a un acuerdo en el caso Hyuga —comunica Sarada con voz firme, aparentando tranquilidad cuando en realidad siente inquietud por lo expuesto—. Cedí ante la propuesta de mantenerlo en secreto, pero no permitiré que el Hokage salga impune por los delitos que cometió.

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