~Se acabó~

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Aquella mañana del miércoles sería la más hermosa que recuerdo, el cielo visto sus mejores atuendos, los pájaros cantaron sus sinfonías más hermosas, los árboles vestían un verde lleno de vida.

Al llegar a la escuela comencé buscando a Mark, ya estaba dispuesto a decirle toda la verdad, aunque eso lo destrozaría. Nunca lo encontré, al parecer no había asistido a clases.

Cuando regrese al salón, Monse se encontraba sentada en su lugar, tan hermosa, me sonrió, camine hipnotizado por su sonrisa hasta ella, le acaricie una mejilla y la besé, ahí en medio de todos, sin importar quién me viera, la besé como si no hubiese un mañana, al terminar aquel beso en donde todas mis emociones explotaron, mire a mi alrededor, al fondo, en una esquina del salón, Amando nos miraba con rabia, no le tome importancia. Ojalá lo hubiera hecho.

Todo aquel día me la pase con Monse, en verdad nos dimos cuenta que debíamos estar juntos. Reímos, jugamos, soñamos, nos abrazamos, nos besamos. Nailea se nos acercó tomada de la mano con Mónica. Platicamos sobre lo que había pasado todos aquellos meses en que nos dejamos, Dulce se nos unió, Anahí terminó siendo seducida por el reencuentro y de la misma manera se juntó, echamos de menos a Enid, nos reíamos de todas a aquellas estupideces que hicimos en el pasado. Mi día volvió a ser de colores, toda aquella maldad que crecía se empezó a pudrir.

Al siguiente día las cosas seguían igual de geniales, Mark faltó nuevamente a la escuela, o simplemente me olvidé de su existencia, no lo supe, aquel día entre abrazos y risas le propuse a Monse ser mi pareja para el baile de fin de curso, aceptó con un beso. Todo era hermoso de nuevo, y entonces, cuando menos esperaba el día acabó.

Y aquel trágico 10 de Mayo empezó a asomar sus luces.

Aquel viernes comenzó como cualquier otro, el cielo se vistió de gris, el viento se escondió, los árboles tristes apenas y se movían. Llegue al Instituto subí al salón y saludé a Monse quien ya se encontraba ahí, las clases corrían como de costumbre, aquel día por ser día festivo saldríamos una hora antes, bajamos al descanso, en tan sólo una semana saldríamos finalmente de clases, pero no todos se quedan a cursar esa semana. Nuestro grupo se juntó de nuevo, en aquella mesa en donde solíamos hacerlo, comíamos tranquilamente, platicábamos sobre lo que haríamos en el verano. Yo las observaba mientras comía mi torta.

-Voy al salón por algo, me acompañas- me dijo Monse tomándome de la mano.

-A medio camino necesito ir al baño- le dije, ella sonrió y asintió.

Camine con ella hasta los baños, ahí la besé en la frente -Te veo en la mesa-le dije, ella sonrió. La vi alejarse y subir por las escaleras.

Después de haber hecho mis necesidades, me dirigí hacia la mesa, Monse aún no se encontraba ahí, me senté tranquilamente, y seguimos platicando, Monse no llegaba, las chicas notaron mi ansiedad por no verla de regreso.

-A lo mejor te está esperando en el salón con algún regaló- dijo Nailea de forma seductora. Le tome la palabra y me fui al salón.

Las ilusiones empezaban a pasar por mi mente, que me estará esperando en el salón, las escaleras se me hacían largas, pero la emoción de llegar evitó que me casaría, doblaba por el pasillo del segundo piso cuando alguien se estrelló contra mí. Ambos caímos al suelo, me incorporé de inmediato al igual que el otro, me quise acercar para ver si estaba bien y entonces vi su rostro. Armando. Sus ojos tenían una sola expresión. Miedo. Apenas se puso de pie bajo las escaleras corriendo, lo mire, ¿ De que huía?, me quedé pensando, y entonces empecé a temer »Monse« susurre, corrí escaleras arriba, mi corazón latía a mil por hora, una gran presión en el pecho provocó que entorpeciera un poco, llegue al cuarto piso, corrí al aula, abrí la puerta y lo primero que vi fueron los pupitres tirados en el suelo, cuadernos regados por todas partes, una estuchera en el suero partida en dos y los colores a su alrededor como sangre, pero Monse no estaba ahí, la presión en el pecho empezó hacer más presencia.

Yael/Yael ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora