La siguiente semana se convertiría en la semana más agitada de toda mi vida. El curso escolar ya estaba agonizando, las vacaciones de verano estaban próximas.
Mark me invitó a salir aquél lunes, pues ese día cumpliríamos el año de relación, si se le puede llamar así.
Pasó por mí a las 6 de la tarde y fuimos al cine. Durante toda la película Mark se la paso abrazándome y susurrándome al oído, me decía que me amaba y que le hacia el hombre más feliz del mundo, yo simplemente acariciaba su cabello con la mirada perdida en la pantalla frente a nosotros. Intento buscar mis labios un par de ocasiones, pero esquive todos sus intentos dándole simplemente un beso en la frente como consolación.
Al salir fuimos por un helado, subimos a su auto y nos fuimos.
Dimos vueltas por todas las avenidas, las luces de las farolas iluminaba el interior del carro, yo me perdía en el paisaje, Mark atento a la carretera pero me miraba de reojo de vez en cuando. Mientras Mark disfrutaba su noche de aniversario, yo sólo tenía a una persona en mi mente. Monse.
Aquellos días Monse había estado muy distante de la sociedad, había momentos en el que nadie sabía de ella, el grupo de las chicas se disolvió. Enid se cambió de escuela. Dulce se enredó en una relación a distancia tóxica, lo que provocó que las demás empezarán a no tomarla en cuenta, pues se la pasaba en el celular. Anahí se consiguió a su novio popular que anhelaba, y desde entonces se olvidó de los amigos. Nailea en cambio reveló su relación con Mónica, después de un problema que hubo con un grupo de chicas de segundo semestre y una chica nueva que llegó a la escuela. Y yo, igual que Monse, perdidos en los recuerdos.
Mark detuvo el auto en el estacionamiento de un parque que se encontraba totalmente vacío, apago el motor y se volteó hacia mí. Yo lo mire y cerré los ojos.
Sentí los labios de Mark recorrer mi rostro, besar mi cuello y erizar mi piel, su mano con firmeza recorría una de mis piernas, tomó mi mano y la posó sobre su pene ya erecto, el me seguía besando mientras yo lo masturbaba, intentó varias veces hacer lo mismo conmigo, pero no lo dejé, tenía que conformarse con eso. Finalmente con un alarido de placer terminó eyaculando manchando sus pantalones, tome una servilleta y limpie lo poco que me llegó a caer en la mano.
Al llegar a mi casa, alrededor de las 10 de la noche, no dude en meterme en un baño de agua caliente. Aquél baño habría sido el más relajante que no había tendido en meses, dormí como si no importará nada, dormí sin tomar en cuenta lo que la vida me preparaba para el siguiente día.
La mañana de martes sería como cualquier otra, el sol salía por detrás de edificios como una inmensa bola de fuego amenazado con caer sobre la ciudad, tome el transporte a la misma hora de siempre, llegue a la escuela y subí al salón. Las clases corrían hasta llegar a la clase de historia, el maestro mando hacer un proyecto, una cartulina, por problemas en trabajos anteriores está vez el formó las parejas, mi suerte no sé si quiso darme una señal o sólo quería burlarse de mí. Monse era ahora mi pareja de equipo. El trabajo era para mañana así que me tenía que reunir con ella para trabajar. Me acerqué lentamente hacía su lugar, un camino que no cruzaba desde hace un año, un camino corto que se hizo eterno, al llegar, a un metro de distancia de ella, mis pies se detuvieron, ni la inercia pudo moverme centímetros de más, los ojos de Monse me miraron de nuevo, esos ojos tan hermosos que me robaron sueños, me provocaron ilusiones, de nuevo estaban frente a mí, en ese instante olvide, lo olvide todo, y le sonreí. Sabía a lo que iba, se limitó a asentir con la cabeza, después su mirada se volvió a perder por los suelos y aquella magia terminó tan rápido como empezó.
Madre detuvo el auto enfrente de la reja de la morada de Monse, aquella reja no pensaba que la vería de nuevo, bajé del auto y me despedí de mi madre, la vi alejarse por la calle, cuando me di la vuelta Monse ya me esperaba con la reja abierta, pero la mirada de nuevo pérdida en el suelo, entre a la casa, Monse me seguía, al cruzar por la sala su madre me saludó y se despidió pues se iba al casino, mire a su madre salir por la cochera y de pronto la escuché, su voz, algo que ya había olvidado.
-En mi cuarto, ahí tengo los materiales- me dijo poniendo un pie en el escalón.
Yo con la mitad de mis facultades le seguí, estaba encantado con escuchar de nuevo su voz, llegamos a su cuarto, estaba totalmente diferente, obscuro, desechó, los rayos de sol luchaban a muerte por cruzar las gruesas cortinas que cubrían las ventanas, nos sentamos sobre la cama y trabajamos sin cruzar palabras alguna, el único ruido era el del aire acondicionado y el de los plumones trazando líneas sobre la cartulina.
El trabajo era sencillo, debimos haber tardado una hora o menos, cuando vi el trabajo ya terminado sonreír, me levanté y mire a Monse, ella enrollaba la cartulina, me la tendió, yo la tome y la deje sobre una cómoda que estaba cerca de la ventana. Le mire de nuevo, ella, sentada sobre la cama, con la mirada perdida en la pared, tan bonita.
-Supongo que ya es todo lo que hay que hacer- dije casi entre susurros, Monse no hizo movimiento alguno -Entonces yo me retiro- dije bajando la mirada y acercándome a la puerta.
-Si vas a decir algo, dilo ahora- escuché a Monse decir a mi espalda, me di la media vuelta, ella seguía con la mirada perdida, me acerqué lentamente, toque la cama con una de mis manos y me senté a un lado de ella, sería la primera vez en meses que estaría tan cerca de ella de nuevo.
-Lo siento- dije con la voz quebrada -Me haces mucha falta, me hace falta tu luz- dije dejando caer lágrimas sobre las sábanas.
Monse me miró a los ojos, seco mis lágrimas con una de sus manos y me acomodo las cejas. Nos observamos, ella supo la verdad con tan sólo verme, sabía que no mentía, que realmente estaba muriendo por dentro, y sabía que ella pasaba por lo mismo. Sabíamos que nos necesitábamos.
-Te necesito- dije finalmente. Nos acercamos y nuestras frentes se toparon.
No recuerdo quien beso primero a quien, pero lo que nunca olvidaré será el recorrido que hice con mis manos sobre sus piernas, el sonido de su ropa deslizándose por su piel, recordaré la suavidad de su morena piel, recordaré haber besado todos y cada uno de sus poros. En aquella revelación de amor Monse y Yo caímos sobre aquellas sábanas moradas, el cuerpo desnudo de Monse se encontraba entre mis brazos, la penetre de forma tranquila, despacio, quería disfrutar aquel momento, sus senos palpitaban y su piel sudaba, los suspiros de placer no tardaron en llegar.
Aquella tarde nuestros cuerpos se hicieron uno, nuestro corazón enfermo sano, aquella tarde mi mundo había vuelto a conocer el día.
Permanecimos abrazados, juntos, desnudos aún por un tiempo, ella me miraba con una sonrisa, sus ojos brillaban más hermosos que nunca, era perfecta, me beso y me apretó con fuerza.
-Te amo, siempre lo hice- me susurró en un oído. Yo no dije nada simplemente la besé.
Me retiré tarde de su casa, platicamos y aclaramos todo los que teníamos que aclarar.
Yo sabía lo que tenía que hacer.
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Yael/Yael ©
De TodoAlguna vez se han preguntado ¿Qué pasaría si entro a mi nuevo colegio y miento diciendo que soy Gay? Bueno pues esto es lo que paso por mi mente cuando me hice a quella pregunta. Aquí les narró la historia de un chico de preparatoria quien al no te...