Aquella mañana de lunes me levanté como un niño en Navidad, con esas ganas de querer abrir los regalos.
Ese día volví a peinarme, iría a la escuela peinado por vez primera, tomó el transporte que me llevaría a la escuela, durante el camino me puse los audífonos y me puse a escuchar aquella canción que había compartido con Monse, los recuerdos del beso, de su cuerpo junto al mío, el olor de su cabello, todos ellos invadieron mi mente, al llegar a la escuela bajé emocionada, camine con prisa hasta el salón, no sentí la subida de las escaleras, entre al salón y ahí estaba Nailea con Enid, sentadas en una silla, platicando, Enid me miró y me señaló con uno de sus dedos.
— ¿Te cortaste el pelo o algo te hiciste?— me dijo acercándose a mí.
—Qué no lo vez tonta, se ha peinado, y eso sólo significa que algo pasó anoche— dijo Nailea casi amenazando.
Enid toca mi cabello, tome su mano y les sonreí a ambas —Si, pasó algo anoche—
— ¿Mark?— pregunto Enid con emoción.
—Enid y si mejor me ayudas a buscar a Mónica, quiero decirle unas cosas— le ordenó Nailea a Enid.
—Hay sí muy chula, ¿porque no vas tú?—
—Porque te lo estoy pidiendo— dijo Nailea cambiando su rostro amable por uno llenos de amenaza y peligro.
— Está bien, yo sólo preguntaba— dijo Enid retirándose.
Yo sólo mire aquella escena sin borrar mi sonrisa, Nailea me tomo del hombro y me sentó sobre una de las sillas. —Entonces que pasó, cuéntame— me pidió Nailea.
Le conté los hechos, con emoción y sentimientos, le describí cada una de las acciones, ella sólo me miraba con una sonrisa, al terminar me dio un pequeño golpe en el brazo, me revolvió el pelo con su mano y se levantó de su asiento.
—Me alegro por ti mi amigo, creó que es hora de que se sepa la verdad, ¿No crees?—
Me levanté y la mire con firmeza —Es hora— dije seguro. Ella sonrió y se fue.
Me di la media vuelta y acomode la mochila en la parte trasera de ni asiento, saque una pluma y la deje en el escritorio, de pronto unos brazos me rodearon el cuello, sentí el aliento de la persona en la nuca, seguido de eso un beso en el cachete, cerré los ojos y pensé en Monse, me di la vuelta y la tome de la cintura, sentí su frente chocar con la mía, un silencio invadió el salón, abrí los ojos y entonces, me topé con la mirada de Mark, sentí el puñetazo de la vida, sentí como mis entrañas se derramaban entre los huesos, intente separarme pero Mark me tenía bien agarrado, mire a mi alrededor, toda la gente nos miraba intonitos, mire hacia la puerta y ahí estaba, con una mirada llena de rabia y lágrimas de sangre en los ojos, Monse me miraba, aún lado de ella Enid con la piel tan pálida como la de un muerto. Monse se secó las lágrimas con la muñeca de su suéter y se alejó del lugar, forcejee con Mark hasta librarme de él y correr tras Monse.
La busque por un tiempo pero nunca di con ella, ya había perdido unas cuantas clases, me sentí rendido y me senté en una banca del patio, el aire aquel día corría como un niño, iba y venía, las hojas de los árboles le seguían el juego, los árboles cantaban, las nubes hacia su espectáculo de sombras, el sol brillaba alegre, aquel día podía haber sido el mejor, pero mi estupidez no lo permitió, al cerrar los ojos me venía a la mente el rostro de Monse totalmente destrozada, engañada. La ira en mi crecía, tanto que no pude contenerla y termine lanzando un grito que resono hasta el más pequeño rincón de instituto.
Dos horas antes de terminar las clases, Monse se volvió a aparecer, sus ojos había perdido aquel brillo que me llenaba de ilusiones, su rostro se veía tan cansado. Intenté acercarme para hablar con ella pero Dulce me detuvo.
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Yael/Yael ©
RandomAlguna vez se han preguntado ¿Qué pasaría si entro a mi nuevo colegio y miento diciendo que soy Gay? Bueno pues esto es lo que paso por mi mente cuando me hice a quella pregunta. Aquí les narró la historia de un chico de preparatoria quien al no te...