— Shôto.
El nombrado despegó de mala gana la vista de su apetecible plato de fideos y contempló el rostro serio de Enji.
A nadie le parecería raro que un padre y un hijo conversaran durante la cena, pero en el hogar de los Todoroki hacía demasiados años que algo parecido a una familia había desaparecido sin dejar rastro.
O quizás, directamente, es que nunca había llegado a aparecer.
— ¿Qué quieres, viejo? —preguntó, mientras lo fulminaba con desprecio.
Estaban en el comedor de estilo tradicional japonés, ese que había visto tantas discusiones, peleas, gritos y más de un golpe. Y estaban completamente solos.
Hacía tiempo que Rei no salía de su habitación si no era estrictamente necesario, ni articulaba palabra, recluida como en una celda. Aunque aquella mansión siempre fue como una prisión para los que vivían en ella. Y Enji era el carcelero.
Natsuo no había vuelto a pisar la casa desde que se marchó a la universidad, al igual que Fuyumi, que incluso se había cambiado el apellido por el de su marido. Aunque, por supuesto, llamaban de vez en cuando y se había reunido con ellos un par de veces. Seguían queriendo a su hermano y a su madre.
Y Tôya... Bueno, estaba prohibido pronunciar su nombre siquiera.
Solo un par de fieles sirvientes aliviaban un poco la angustiosa soledad que rezumaba aquella casa.
Cualquiera se preguntaría porque demonios Shôto no había huido de aquel espantoso lugar nada más cumplir los dieciocho. Él mismo se lo preguntaba a veces. Pero entonces se acordaba de su madre y se le pasaban las ganas de irse. No podía dejarla sola, allí, en aquel infierno, con aquel monstruo. No podía.
— ¿Cómo te va en la universidad?
Nada le habría sorprendido más. ¿A cuento de qué venía ese repentino interés por su vida? Porque era obvio que quería algo de él; no iba entrometerse en sus asuntos por pura benevolencia.
— Bien. Supongo —contestó secamente antes de sorber otra tanda de su soba.
Todo lo bien que le podía estar yendo en una carrera que no le gustaba. No le resultaba particularmente difícil, pero empresariales le aburría mortalmente.
La única razón por la que optó por la misma era porque se lo había exigido el hombre que se cruzaba de brazos delante suya, pues su hijo menor era la única esperanza que le quedaba para que alguien continuara con la compañía de seguros que su familia había dirigido durante tantas generaciones y que tanto dinero les daba. Obviamente, a base de timar a gente humilde y pacientes moribundos.
Enji también era famoso por estar metido, de alguna u otra forma, en todos los chanchullos de los políticos. Aunque siempre se libraba de las sanciones, puesto que contaba con algunos de los mejores abogados del país y nadie se atrevía a testificar en su contra.
Lo mismo pasaba con el tema de la violencia doméstica.
— ¿Y sigues sin haber conocido a ninguna chica?
Ah, así que la conversación iba a ir por ahí.
Pues no. No había conocido a ninguna chica. Ni a nadie en general. Ni siquiera había hecho amigos desde que se graduó del instituto, como para tener pareja. Él no era del tipo de persona que se acercaba a los demás; los demás tenían que acercarse a él.
Y la mayoría de los que lo conocían se mostraban reacios a ello. Suponía que su cicatriz tenía que ver. Una quemadura que le ocupase casi la mitad de la cara podía espantar a la gente, sí.
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La pareja perfecta [MomoJirou|TodoDeku] - BnHA
FanfictionEn el fondo, Momo Yaoyorozu siempre supo que tarde o temprano sus padres le buscarían un joven adinerado y de buena familia para casarla y continuar con la estirpe. Lo que no esperaba es que fuera su antiguo compañero de clase, Shôto Todoroki. Porq...