Capítulo 10

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— Un momento, por favor —el pelirrojo se aclaró la garganta antes de comenzar a dictar su parte—. Como todos habéis escuchado: ella es lesbiana.

El muchacho sí se atrevió a mirar al público: todos alucinaban, perplejos y totalmente callados. Ya ni si quiera se escuchaban murmullos. Probablemente no se lo terminaran de creer.

— Y sólo quiero que sepáis que yo también soy gay.

Silencio.

Un segundo.

Dos segundos.

Tres, cuatro, cinco.

Diez.

¿Contaba muy deprisa?

La parte trasera del salón estalló en vitoreos, soltando variedad de alaridos de euforia en los que Shôto no se tomó la molestia de prestar atención. Irrumpían el paso entre los asientos. Venían hacía él.

Echó un vistazo a su familia: Fuyumi se agarraba al brazo de su marido, Natsuo miraba a su madre con expresión preocupada, ya que esta lloraba a mares mientras trataba de detener a su esposo, que se zafó de ella con facilidad antes de dejar su asiento echando humo.

Recordó que tenía que decir algo más.

— Ah, por cierto —exclamó, esta vez, dirigiéndose a los periodistas—, ¿veis a ese viejo asqueroso de ahí? Sí, ese que se ha levantado y viene hacia aquí con cara de querer matarme. Pues ese desgraciado es un maltratador que nos ha pegado a mí, a mi madre y a mis hermanos desde hace años. Gracias.

Una manada de fotógrafos y redactores se abalanzó encima del señor Todoroki, exigiendo explicaciones.

También sobre los Yaoyorozu y el resto de su familia.

— Ah, y felicidades a Bakugô y Kirishima y eso —fue lo último que le permitieron decir.

Él se habría quedado ahí con gusto, disfrutando del espectáculo de su padre siendo linchado por la prensa, pero una treintena de cuerpos a toda velocidad subió al escenario, sacándolo en alzas de este, justo a tiempo para dejarle comprobar que no quedaba rastro de Momo.

Lo sostenían entre Kaminari, Satô, Kirishima y Tetsutetsu y lo pasearon hasta algún sitio donde ya no había bancos para sentarse. Todos, los que consideraba sus amigos y los que no, los que solo había visto pasar de refilón por los pasillos y los que incluso juraría no haber visto en su vida; todos sus compañeros gritaban lo mucho que lo apoyaban.

Armando tal alboroto que los demás invitados a la fiesta se retiraron casi al completo, dejando allí a un puñado de jóvenes adultos que se comportaban como niños, pero que demostraban una actitud muy madura a la vez.

Lo dejaron por fin en el suelo y nueva avalancha se cirnió sobre el pelirrojo: decenas de personas dándole abrazos, codazos, empujones. Todos "amistosos". Aunque al heterocromático le parecían de todo menos eso. Casi preferiría estar en el escenario de nuevo. Tanto contacto físico con seres humanos de su edad lo abrumaba, aunque los conociera (a la mayoría).

— ¡Todoroki-kun! —le gritaba Uraraka, intentando alzar su dulce voz por encima de las demás— Sólo quiero que sepas que tienes todo nuestro apoyo. ¡Y también YaoMomo! Díselo si la ves.

Al muchacho no le daba tiempo de emitir respuesta, pues ni si quiera alcanzaba a pensarla, cuando ya tenía a otra persona encima.  

— ¡Tú sólo preocúpate de mantenerte siempre deslumbrante!—centelleaba Aoyama, mientras le guiñaba un ojo— ¡Comme moi!

— ¡Ya me parecía a mí raro que con lo guapo que eres YaoMomo no pareciera muy contenta! —esa no podía ser otra que Tōru.

El marido de esta miró al joven de la cicatriz con cierta... ¿envidia?

La pareja perfecta [MomoJirou|TodoDeku] - BnHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora