Salió al exterior, pues necesitaba tomar el aire.
Existía un lugar al que le encantaba ir. Al que acudía cuando sentía que el mundo se le venía encima, cuando sentía que no podía más. Y no, no era la biblioteca.
Salió al jardín. Entre cuyos setos podría resultar sencillo perderse, pues se hallaba ubicado un pequeño laberinto de rosales. Hasta se podía encontrar un pozo de los deseos en su centro, tal y como en los cuentos de hadas.
Sin embargo, esta no era una historia de príncipes y princesas, sino más bien de dos guerreras que se reencontraban.
Una pequeña silueta de tonos violáceos le daba la espalda, iluminada sólo por las luces de la luna y las estrellas. Y por las que provenían de la mansión, para que engañarnos.
Estaba recostada sobre aquella poza de ensueño. Giró la cabeza cuando notó unos suaves pasos acercándose. Kyôka tenía un oído muy fino.
Se volteó y Momo sintió que le sacaba una espina clavada en el corazón al mirarla fijamente con esos pequeños y oscuros ojos, frunciendo el ceño un segundo y luego relajando la expresión hasta tornarse de una sorpresa que camufló rápidamente.
— Y-Yaoyorozu... —la joven pronunció a duras penas su nombre, estupefacta.
— Hola, Jirô —la saludó, arrastrando las palabras del mismo modo que arrastraba los pasos.
El vestido de marca estaría ensuciándose al refregarse contra el césped. No obstante, en aquellos momentos, su ropa era la menor de sus preocupaciones.
Ya estaba llorando a mares, pero encontrarla precisamente a ella, precisamente allí, no había provocado precisamente el cese del llanto.
— ¿Qué haces por aquí? —le preguntó a Kyôka; casual, pero con un enorme deje de tristeza.
Era increíble que llevaran más de tres años sin hablarse. Parecía que no la veía desde hacía décadas, o, por el contrario, que nunca se había separado de ella. Era un sentimiento contradictorio.
— Pues... salí a pedirle un taxi a Kôda para que se fuera a casa, porque le había dado un ataque de ansiedad. Podría haberme ido con él, pero aún me quedaba algo por hacer... Y antes tenía que fumarme un pitillo —respondió exhalando el humo del cigarro. Tenía encajada una sonrisa nostálgica en el rostro.
— ¿Fumas? —aquello la pilló por sorpresa. Y mira que un cigarrillo, manchado levemente de su pintalabios negro, descansaba sobre sus dedos índice y corazón.
Parecía otra persona. Y a la vez, la misma de siempre. Más contradicciones.
— Sí... —contestó con pesadumbre— Es un mal vicio que me han pegado mis compañeros de la banda. Estoy intentando dejarlo —añadió, antes de dar una última bocanada de aquel aire tóxico.
— Ya veo...
— He salido hace ya un rato. Me he metido aquí y luego no he podido encontrar la salida —soltó una carcajada sarcástica—. He escuchado gritos dentro de la casa, ¿me he perdido algo importante? —inquirió; obviamente haciendo referencia a las lágrimas de su antigua amiga.
— No realmente —se secó la cara con el pañuelo de seda que llevaba en la mano—. Sólo a mí saliendo del armario públicamente.
El cigarro resbaló de los oscuros labios de Kyôka, rebotando contra el bordillo del pozo, rodándo y, finalmente, apagándose al caer al agua.
— ¿...Qué?
— Jirô, soy lesbiana.
Esta vez no le resultó tan difícil. Quizás una se acostumbraba rápido.
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La pareja perfecta [MomoJirou|TodoDeku] - BnHA
Hayran KurguEn el fondo, Momo Yaoyorozu siempre supo que tarde o temprano sus padres le buscarían un joven adinerado y de buena familia para casarla y continuar con la estirpe. Lo que no esperaba es que fuera su antiguo compañero de clase, Shôto Todoroki. Porq...