Capítulo 7

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Aunque intentó mantenerse apartada, no pudo librarse de las felicitaciones de todos, pues, a fin de cuentas, era la protagonista de la fiesta.

Llevaba allí, en el enorme salón de actos de su mansión, casi una hora, de pie, intentando mantener la sonrisa mientras les daba las gracias a personas que ni si quiera conocía.

Todo le molestaba. Para empezar, su indumentaria.

Estaba embutida en un ajustado vestido rojo, que dejaba al descubierto su gran escote. Momo no era muy fanática de la ropa tan provocativa, sin embargo, su madre le había dicho, en palabras textuales, que para algo bueno que tenía, había que mostrarlo. Coincidía con su progenitora en que le sentaba muy bien, pues efectivamente resaltaba sus curvas y el rojo era su color por excelencia, aunque quizás una talla más no le habría venido mal.

Pero, claro, una exmodelo no podía permitir que su hija usara más de una 40... ¡Y para una gala! ¡Qué horror! ¡Una deshonra!

No obstante, definitivamente, lo que más odiaba eran los zapatos. Ella ya estaba más que acostumbrada a caminar erguida con gigantescas plataformas, sin embargo, aquella noche lo que calzaba eran unos tacones bajos de una aguja finísima que le estaban cortando la circulación.

Hanako la instó a ponérselos, diciendo que si llevara unos más altos, Todoroki parecería más bajo que ella y eso era inaceptable. Con ese calzado y el pelo suelto, se veían los dos de la misma altura.

Porque sí, su madre también le había prohibido atarse el pelo en su habitual cola de caballo; en su lugar, llevaba la lacia melena negra cayéndole por los hombros, el pecho y la espalda. Descubrió que su clásico peinado le aportaba seguridad, pues sin él se sentía como si le faltase algo. Expuesta a la multitud. Como si estuviera desnuda.

El maquillaje también la agobiaba. Momo, a menudo, prefería optar por un look más sencillo, pero, por supuesto y una vez más, la señora Yaoyorozu le había embadurnado la cara de cosméticos y ahora se sentía como si llevara un pegote de crema encima. La asfixiaba. El eyeliner y el rímel resaltaban sus rasgados ojos azabache, mientras que le había aplicado un labial tan rojo como su vestido. Se sentía como una payasa de circo. De hecho, siempre se sentía así.

— Muchas gracias, un gusto conocerle —se despidió de Natsuo, el hermano mayor de Shôto.

Según tenía entendido, la familia tenía un cuarto hijo, pero este no se había presentado.

A quienes sí había recibido era a muchos familiares lejanos, cuyos nombres ya ni recordaba, y a socios de sus padres, a los cuales dudaba haber conocido alguna vez. También había evitado lo máximo posible a los periodistas, que se acumulaban en su zona reservada, frente al escenario al que en poco tiempo tendría que subirse.

Trató de convencerse a sí misma de que no todo era tan malo, que al menos... se había reunido de nuevo con sus antiguos compañeros. Porque, sí, todo el mundo se había presentado allí (menos Mineta, afortunadamente). 

Por estar, estaba hasta el que fue su tutor durante sus tres años de bachillerato, el cual, a juzgar por su alianza, parecía que, por fin había aceptado alguna de las numerosas propuestas de matrimonio de la apodada Ms. Joke, la profesora Fukukado; ahora señora Aizawa. 

Respecto a los de su edad, la mayoría de ellos, como Midoriya o Tōru, por ejemplo, se limitaban a felicitarla y hacerle algún comentario sobre lo segurísimos que estaban de que ella y Shôto eran la pareja perfecta (qué harta que estaba de esa expresión, por Dios).

No obstante, un par le hicieron bastante gracia, como Ashido, que le había dicho algo así como «Al final te llevaste al más sensual de la clase, chica lista», o Bakugô, que, obligado por Kirishima, se le había acercado y le había soltado un «Ese imbécil no se merece a una chica como tú».

La pareja perfecta [MomoJirou|TodoDeku] - BnHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora