𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖓𝖚𝖊𝖛𝖊: 𝕯𝖆𝖎𝖗𝖆

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CAPÍTULO NUEVE: DAIRA

Narra: Nirvana.

Despierto desorientada en mi habitación, acostada y tapada en mi cama.

¿Todo fue un sueño? ¿No le conté nada a Liam?

Me levanto de mi cama y decido tomar una ducha, luego de eso me pongo mi pijama calientito, pues hace frío.

Bajo las escaleras y me sorprendo.

Liam está comiendo con mi familia.

Daira está en casa.

Subo rápidamente las escaleras y cambio de ropa, me pongo unos jeans, una camiseta, un suéter, mi abrigo, unas botas, mi gorro, mi bufanda y unos guantes.

En sí, todo lo necesario para salir al frío de la ciudad.

Bajo rápidamente las escaleras, mi madre me toma por un brazo y me habla.

—Tu amigo está aquí, no seas grosera y come con nosotros, él fue muy amable al traerte sana y salva a casa y aún más al subirte a tu habitación, no seas así.—suplica mamá.

—Sabes perfectamente que el problema no es con él, es con ella.—susurro con los dientes apretados de puro coraje.

—Es tu hermana.—habla mamá conteniendo las lágrimas.

—No me interesa, no la quiero ver, no quiero comer con ella, no la quiero cerca, lo siento, pero enserio no quiero tener nada que ver con ella, si fuera mi hermana no me hubiera abandonado.—contesto furiosa.

Nos miramos fijamente durante algunos segundos hasta que algo, o más bien, alguien, nos saca de nuestra guerra de miradas.

—¿Pasa algo? ¿Quieres que me vaya?.—pregunta Liam y yo niego con la cabeza.

—Liam, esto no tiene que ver contigo, de hecho, agradezco que me hayas traído a casa y todo eso, y no me incomoda tu presencia, sin embargo no quiero ver a Daira.

Con esto salgo de la casa, dando un portazo.

Camino hasta un parque cercano, al que siempre vengo cuando me siento triste y quiero llorar.

Voy hacia los columpios y ahí me entretengo balanceándome.

Después de un rato, una silueta se acerca a mí, es Liam.

—Hey.—saluda con una sonrisa.

—¿Qué necesitas?.—pregunto con una fingida furia.

—Nada de tí, perdedora, quería ver cómo lloras.—contesta en el mismo tono.

Ambos reímos y él me observa.

—Tu madre dijo que podrías estar aquí.—habla.

Suspiro y pateo una piedra aún sobre mí columpio.

—Lo siento por incomodarte, es sólo que no soporto ver a mi herm... Daira.—hablo corrigiéndome, no quiero ni decirle hermana.

Liam se sienta en el columpio de mi lado y se balancea un poco para después sacar vaho de su boca.

—¿Puedo preguntar por qué no quieres verla?.—pregunta suavemente, en un susurro, cómo sí estuviera lamentandose de haber preguntado.

Ahora soy yo la que se balancea en el columpio, después de algunos segundos decido dejar de hacerlo.

—Antes de que le diagnosticaran cáncer a Amira, las tres éramos muy unidas, Daira tenía que ir a la Universidad y había decidido ir a una cercana a casa, para no tener que mudarse y estar lejos de nosotras.

—Eso es genial.—interrumpe Liam.

—Esa idea nunca la realizó, cuando nos enteramos de la enfermedad de Amira nos destrozó a todos, sin embargo, Daira, cobardemente eligió la Universidad más lejana de casa, dijo que no soportaba ver a Amira, le rogué que se quedara, que no me dejara, que podíamos salir juntas de esto, porque éramos un equipo, pero no me escuchó, la mañana antes de irse a la Universidad se lo advertí, le dije que si salía por esa puerta y subía a ese avión, yo jamás, jamás la volvería a querer, que toda nuestra amistad y hermandad se iría al caño.

Liam pasa el pulgar por mí mejilla para limpiar una lágrima que no sabía que estaba ahí.

Sorbo por la nariz y termino de limpiar las lágrimas.

—Lo más doloroso fue lo que contestó, dijo que era un sacrificio que estaba dispuesta a sufrir, y me dejó ahí, sola y triste, sin nadie en quién apoyarme.

—Tenía miedo.—trata de justificar Liam.

Lo miro mal y con más lagrimas en mis ojos.

—Yo también, papá y yo fuimos los que más sufrimos, los que iban en las madrugadas por más medicamentos para que Amira dejara de llorar del dolor, los que tenían que obligarla a comer, tanto a ella como a mí mamá, pues estaba tan deprimida que no quería comer, ¿ella dónde estaba?, en fiestas, disfrutando con sus amigos, ajena a todo el dolor que estaba sufriendo su familia, y ni tan ajena, lo sabía, y aún así no quiso volver, huyó como una cobarde, y ahora viene hipócritamente queriendo finjir que nada a cambiado, ahora que Amira ya está casi curada, pero no, yo no la odio, pero no la puedo perdonar, detesto que piense que las cosas siguen igual cuando no es así, por lo que a mí respecta, sólo tengo una hermana, Amira, mi luz y la mejor persona que conozco.—hablo e incluso siento mi garganta seca por todo lo que he dicho.

—Lo lamento, realmente no sé qué decir.—se disculpa apenado Liam y yo sonrío negando.

—Gracias por escucharme, esto no se lo había dicho a nadie, ni siquiera a Ericka, mi mejor amiga, y eso es porque también era muy amiga de Daira.

Él sólo atina a jalar mí columpio hacía él y abrazarme de lado, haciendo que mi cabeza descanse en su hombro.

¿Por qué tenías que regresar, Daira?

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Hola panquecitos, ¿cómo se encuentran?

Este capítulo fue relativamente rápido de escribir, aunque quiero destacar que no puedo entender cómo se siente Nirvana, no tengo a una hermana enferma ni nada parecido.

Sólo tengo dos bellos hermanos, y el que va a la universidad, sigue viviendo en mi casa y conviviendo con nosotros.

¿Cómo les pareció el capítulo? No olviden hacérmelo saber con su comentarios y votos.

¡Nos leemos pronto! Besos a todos mis panquecitos

Esclavo de CupidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora