Capítulo 1: El indicio

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Capítulo 1: El indicio

Me desperté cerca de las 11:00 am, pero sentía que en realidad no había dormido, no recordaba nada de la noche anterior.

Lo único que me daba un indicio era una marca que vi en mi brazo derecho, era un círculo con tres triángulos negros en su interior, que indicaban a un punto rojo que estaba en el centro. Supuse que era un tatuaje temporal, por lo pensé que había estado en medio de una gran fiesta o una noche de copas.

Diez minutos después, me encontraba ya en la cocina, preparando una taza de café para despertar esas partes de mi cuerpo que un no respondían. Mientras estaba lista la taza de café, me dirigí a la computadora y decidí revisar mi correo y tenía decenas de mensajes de amigos preguntándome porque no llegue a clases ese día. Cuando el café estuvo, me lo tome de un sorbo, y fui a ducharme. Tarde 30 minutos en arreglarme y salir de casa a clase, aun tendría tiempo de llegar a algunas de ellas.

 Tenía que llamar a mis amigos e indicarles que me encontraba bien aunque no recordaba que me había sucedido,sin embargo lo primero que se me vino a la mente fue la imagen de Samantha.

Samantha ha sido mi amiga desde que estábamos en la guardería, es una chica hermosa, cabello rubio hasta la cadera, ojos cafés, que con el sol, tomaban una tonalidad verde, labios carnosos, una piel morena suave y brillante, y ni hablar de su cuerpo, cintura perfectamente definida por dos curvas armónicas, un busto llamativo pero no exagerado, glúteos con una firmeza natural y sus piernas, perfectamente tonificadas con dos horas de spinning cuatro veces a la semana.

Esa hermosura natural la tenía desde su niñez, nuestros padres se conocían, pero no se la llevaban muy bien, aunque entre ella y yo eso nunca importo, nos citábamos y encontrábamos a escondidas para jugar y contarnos historias.

Tan pronto subí al auto, llame a Samantha con el altavoz, solo timbro una vez y contesto:
— Hola – dijo con una voz preocupada
— Bon Jour Sammy – dije cambiando de idioma para intentar hacerla reír
— ¡SANTIAGO! – No funciono— ¿DONDE CARAJOS HAS ESTADO? ¿SABES LO PREOCUPADA QUE ESTOY?

—Perdóname Sammy, me desperté muy tarde y no recuerdo nada de lo que paso anoche

— Pedazo de fiesta en la que tuviste que estar para no recordar nada ¿Estas completo? – Dijo en un tono mezclado entre preocupación y burla

— Eso creo, solo unos detalles de demás pero nada que requiera buscar un abogado – Dije mirándome la marca que tenía en mi brazo.
— Anda, ven a clases, tome apuntes por ti, y sabes lo mucho que odio tomar apuntes— Era verdad, en la escuela, nunca tomo apuntes, su buena memoria fue la que la salvo de perder el año varias veces.

— Voy en camino, te veo en la cafetería

— Vale, Te quiero mucho, besos

— Y yo a ti Sammy – dije antes de que ella cortara la llamada
A Ricky y Gabe, mis otros amigos solo les pude enviar un mensaje diciéndoles que estaba vivo, ya que iba tarde y aprovechando el tiempo que me dio un semáforo en rojo que había en el camino.

A Ricky lo conoci en la secundaria, eramos los payasos del salon por decirlo asi, estuvimos varias veces en rectoria, pero eramos buenos con los demas y ayudabamos en lo que podiamos. Él es el típico chico alto, ojos color azul claros y cabello rojizo como cobre, y con un buen estado físico, gracias a las dos horas de gimnasio, cinco veces a la semana, a las que íbamos los dos junto con Gabe.

Gabe, es un chico moreno, cabello negro y ojos azules y claros, por supuesto un esbelto cuerpo por las horas de gimnasio, los tres teniamos un abdomen definido y bíceps amplios. Ambos nos conocimos el ultimo año de secundaria, junto con Ricky decidimos unirnos a el ya que no debia ser facil pasar tu ultimo año como el nuevo de la clase y además no suele ser muy sociable.
Cuando me disponía a salir del auto, camino a la cafetería en que vería a Sammy, el sol irradiaba en el cielo, trate de cubrirme los ojos con el brazo, pero tuve que tapármelo, cuando el sol se posó sobre la marca, sentí como si esta me quemara el brazo, y al observarla note que se había tomado un color rojizo y salía humo de ella, pensé que el tatuaje me había irritado la piel, pero algo en mi interior decía que no era un simple tatuaje, y que debía salir de aquella luz lo más pronto posible.

Santi entre humanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora